El Observador Imparcial

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acaso fuesen mal dadas, oigan ustedes el pro¬ posito firme que he hecho para manejarme en tales casos, y que propongo á la imitación de mi conciudadanos, si es que les agrada y acomoda.

Supongamos, que algun follon salla en la Miscelanea ó en cualquiera otro papelucho di¬ ciendo al público, que e me tuviese y reputa¬ se por un solemnisimo cabron &a. &a. Aguan¬ taba por decontado la descarga, y presentaba al momento mi denuncia. Supongamos tam¬ bién, que los señores jueces por aquel principio de que nadie siente el mal como aquel que lo padece, decian, ahi me las den todas, y falla¬ ban, que no habia lugar a formación de causa. Inmediatamente, después de cerciorado de ello y de quienes eran las lindas personas que ha¬ bian pronunciaeo tal sentencia me dirijia á la misma Miscelanea, y en ella hacia poner con letras bien gordas é intelijibles: sepa todo el público que los Sres. D Fulano, D Zutano y Mengano (los que pronunciaron el fallo) son unos solemnisimos cabrones. Después me iba a mi casa, y agarraba una porra de buen calibre y como para las cabezas de tales jueces: me embozaba en mi capa, llevando la susodicha porra bajo del brazo, y me encaminaba a la Municipalidad cuyo edificio rondaria por de fuera y por de dentro desde que amaneciese has¬ ta ponerse el sol; y en viendo que alguno de los prenotados jueces iba á interponer denun¬ cia contra mi por haberle dicho cabron, esto és, por aquello mismo que a el no le hizo cos quillas cuando á mi me lo imputaron; enton¬ ces tiraba mi capa, le acechaba á la salida, enarbolaba la porra y ......quien sabe, señores observadores, lo que yo haría con mi porra le vantada, si no considerara que estamos en el año del Cometa que con el cocacho que ha de dar a la tierra ha de voltear las cosas y po¬ nerlas todas patas arriba, quedando la espe¬ ranza de que se lleve también de encuentro tantas instituciones muy buenas, y muy santas en su esencia y en lo que ellas valen por si; pero que en el modo y circunstancias con que nosotros las hemos adoptado nos pierden, SS. EE. nos pierden miserablemente. El tiempo lo dirá. Un Subscriptor aflijido.

SS. EE. DEL OBSERVADOR IMPARCIAL:—

El decoro, que debe ser anexo á la casa donde reside el supremo gobierno parece, que repugna estremadamente al aspecto que pre¬ senta el patio principal de dicha casa. Al fren¬ te del referido patio, y por delante de las ven¬ tanas del ministerio de hacienda se ven los mas de los días unos tendales de ropa labada por secarse, a la manera que en los callejones y solares en que habitan labanderas. Por otra parte, se advierten de continuo en el mismo patio una multitud de cocineras y mujeres con sus vendimias, que con los desmanes que los soldados tienen con ellas y la bulla que hacen se figura cualquiera estar más bien en una can¬ tina, que en el patio principal de un palacio. Esto debe remediarse y para que llegue á

noticia de quien pueda y deba hacerlo me diri¬ jo á UU. para que por medio de su periódico lo anuncien y publiquen.

Soy de UU. atento servidor. Un amigo del decero.

SS. EE DEL OBSERVADOR IMPARCIAL:—

El autor del Moscon Matos, dice en su N.o S, cursó estudios en el convictorio de San Carlos por la gracia de Dios y de su Madre. Estraño mucho no haya nombrado al que mas principalmente coadyuvo á sus principios y edu¬ cación, que fue el godo de su padre, natural por todos cuatro costados de los reynos de España y vasallo fiel de Fernando VII. Hom¬ bre honradisimo, laborióso y muy cristiano a quien conocí y trate bien decerca: que se des¬ crismó trabajando en medio de esas cordille¬ ras, y llegó à adquirir por sus conatos y sus incesantes desvelos un caudal crecido para que después, muerto el, triunfase y se solozase el señorito Domingo, que en cuatro días despavilo su pertenencia. Yo aseguro, que si el referido Matos hubiese seguido el ejemplo que el gode de su padre le dió con su comportamiento, ni sirviera ahora de polilla, ni su reputación y fama serían las que son. Pero ¿que dicen UU. SS. EE. no es cosa buena que los hijos inme¬ diatos de los godos sean por lo regular los que mas godeen a otros, alpaso que es muy raro el peruano neto a quien se le oiga por insulto en su boca semejante palabra? Ahora conozco y me convenzo de que verdaderamente la tal casta de godos es pesima. Si señores. maldita y mala natura sua

El Enemigo de los Godos godeantes.

SS. EE. DEL OBSERVADOR IMPARCIAL:—

Nada me irrita tanto como oir decir á mu¬ chos zupiones: yo llevo treinta años de servicio: vean UU. que injusticia acaban de hacerme: ¡ponerme por delante un hombre, que nun¬ ca ha sido empleado! ¡A que tiempos hemos llegao!—¡Mentecato! Si apenas sabes leer; si los treinta años llevas de servicio los has gastado en copiar de mala manera lo que para copiar te se ha dado; si tienes esa mollera tan vacía como un tambor ¿de que te quejas? ¿Quie¬ res que por que tu lleves treinta años de ser¬ vicio á lo pollino te pospongan un sujeto de instrucción y de esperanzas? ¡Oh jeneral Ga¬ marra! Desmocha, chapoda esas oficinas de hombres inutiles y rutineros sin que te arrede el zummbido de los moscones. Si eres reson¬ sable á la nación busca para que te ayuden á hombres de tu conifianz y no importa que en¬ tre ellos incluyas á tu mismo padre, ò a tus hijos. Destierra para siempre hasta los visos de ese órden, ó por mejor decir, desórden ridículo de escala en que los años y no el mérito hacen el caldo gordo á los que se colaron en las ofici¬ nas: el que no sea para ello, que tenga pa¬ ciencia. Digo esto sin agravio de nadie pues á ninguno quiero mal. Primitivo de Porras.

IMPRENTA DEL ESTADO POR J. GONZALES.

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EL OBSERVADOR IMPARCIAL.

QUINTA SUBSCRIPCIÓN.

Se admiten subscripciones en la tienda de Don José Dorado ca¬ lle de Judios, y en la imprenta del Estado por J. Gonzalez, al precio de ocho reales adelanta¬ dos por cada doce números. En los mismos lugares se venderán

también los números sueltos. A los Srs. Subscriptores se les in¬ sertarán gratis las comunicacio¬ nes y avisos que quieran publi¬ car remitiendolos garantidos y bajo cubierta á los EE. en la re¬ ferida imprenta.

N.o 55. LIMA 9 DE FEBRERO DE 1832. 1 RL.

INTERIOR.

PUERTO DEL CALLAO.

En todo el año pasado de 1831 han entrado en estet puerto ciento diez buques, A saber.— Nacionales , , , , 41 Ingleses , , , , , , 18 Franceses , , , , , 10 Norte America , 18 Sardos , , , , , , , , 1 Aleman , , , , , , , 1 Prusiano; , , , , , 1 Amburgues , , , , 1 Colombianos, , , 8 Chilenos, , , , , , , 9 Buenos-Ayres, , , 1 Centro Amêrica , 1

Total 110.

Los espresados ciento diez buques han trahido de pusaje 307 estranjeros, A saber.—

Naturales de Chile , , , 69 De Buenos-Ayres, , , , , 14 Provincias arjentinas, , 1 Colombianos,, , , , , , , , 56 Bolivianos, , , , , , , , , , , 6 Centro America , , , , , , 1 Brasileros , , , , , , , , , , , 1 Ingleses, , , , , , , , , , , , , 39 Franceses, , , , , , , , , , , , 32 Nort. Americ. , , , , , , , , 9 Españoles, , , , , , , , , , , , 50 Itatlianos, , , , , , , , , , , , , 12 Portugueses, , , , , , , , , , , 3 Sueco, , , , , , , , , , , , , , , , 1 Holandes, , , , , , , , , , , , , 1

Paises Bajos, , , , , , , , , , , 1 Jenoveses, , , , , , , , , , , , , 2 Sardos, , , , , , , , , , , , , , , , 1 Alemanes, , , , , , , , , , , , , 7 Calcuta. , , , , , , , , , , , , , , 1

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PUNO.

Enero 7 de 1832.

En el número 17 del periodico Voz de Puno se inserta el siguiente arti¬ culo comunicado—

El 24 de diciembre ultimo se echo al agua en el hermoso muelle del so¬ cabon de la Vera-cruz, el bote de fier¬ ro que sus empresarios fabricaron con ventajas inmensas sobre el modo con que los demás estrahen los productos de sus profundas minas. En efecto: cuarenta quintales de metal que desde el seno de los cerros minerales no pue¬ den trasportarse en un día con otros tantos brazos, surcan hoy en la Vera¬ cruz sobre un pie de agua en menos de dos horas, y bajo la dirección de un solo operario. Dificil parecia la empresa; mas multitud de personas vi¬ sibles que dudaron del buen exito, se han desengañado á costa de navagar subterraneamente en un bote que lle¬ vando á su bordo 29 individuos no ca¬ lò mas de pulgada y media de agua. Y siendo tan interesante á los progre¬ sos de la mineria la prueba de la Vera¬ cruz; á U señor editor toca darle en su apreciable periodico, toda la impor¬ tancia que se merece, quedandome á mi

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la satisfacción de comunicarselo con este objeto—J. de E.

REMITIDOS.

SS. EE. del Observador Imparcial.

Cuando el jefe supremo de un pue¬ blo libre fija su consideración en hom¬ bres honrados, patriotas y sàbios capa¬ ces de desempeñar los ministerios del estado, trayendolos ácia él instantemen¬ te, acredita del modo más solemne y perentorio su obediencia á la ley, su propension al acierto de sus actos ad¬ ministratorios, y una loable ambición cifrada en las bendiciones de gratitud pública por haber obrado el bien: glo¬ ria es esta á la verdad reservada solo á los héroes virtuosos amantes de la sa¬ biduria y la humanidad. Parece que en S. E. el gran mariscal D. Agustin Gamarra se verifica esta teoría, cuan¬ do ha nombrado ministro de gobierno y relaciones exteriores al señor Dr. D. Manuel Lorenzo Viduarre, dando así un día de júbilo, sino á toda la socie¬ dad nacional, al menos á los patriotas verdaderos, conocedores del mérito exel¬ so de este viejo y prudente majistra¬ do, defensor descarado y á todo trance de los derechos del pueblo, cuyos co¬ nocimientos vasitisimos en los diversos ramos que abraza la ilustración, ofre¬ cen á la patria los consuleos que nece¬ sita, cual otra fuente de luz al pre¬ sentarse por el oriente después de una noche horrorosa. ¡Quiera el nuevo se¬ ñor ministro de gobierno no frustrar tan gratas esperanzas. Un subscriptor.

SS. EE. del Observador.

Pido la palabra, y allá me encamino á donde dió coces ó graznidos el señor D. Primitivo de Porras, cuyo articulo centellante y furibundo insertaron UU. en su anterior ultimo numero.

Entro en materia, y digo al señor D. Primitivo, que el orden de escala establecido en las oficinas, que tan mal parece á su merced, es absolutamente necesario para que los negocios lleven la dirección que corresponde, no menos que para que sean instruidos debida¬ mente. El órden de escala, señor don Primitivo, proporciona á los individuos de un establecimiento una instrucción

gradual en los negocios que en él se versan; instrucción que yo á puesto á que no lo tiene el señor Porras y otros muchos, que hablan porque tienen len¬ gua y poquisima aprension.

Suponga U. amiguito, que me zampan en un establecimiento desde el jefe hasta el portero gente nueva y flamante; y que desde el portero hasta el jefe son poe¬ tas unos, matematicos otros, fisicos al¬ gunos, y teologos si U. quiere, los de¬ más. ¿Qué harian, pregunto yo, todos estos anjelitos, ó anjelones en este es¬ tablecimiento nuevo para ellos? La ver¬ dad, ¿qué harian? Mirelo U. bien señor don Primitivo, y creame á mi, que le digo, que harian muchos, muchisimos disparates: porque todo oficio tiene su aprendizaje, y mas sabe el loco en su casa, que el cuerdo en la ajena & &c.

Para deprimir más y más á la infe¬ liz clase de los empleados, como si ya no lo estuviera de sobra, se vale U. de un argumento que á mi maldito si me convence: ¡compararse un hombre, dice U. que ha gastado su vida y su dinero en estudiar, con otro que ha gas¬ tado veinte ó treinta años en copiar ofi¬ cios en una oficina! ¿Pero don Primi¬ tivo de mi alma, que prueba esto? pro¬ bará que el dichoso que gastó su vida en estudiar sabrá derecho, matematicas, fisica, historia, &c; pero de ninguna ma¬ nera, que por saber alguna ó todas es¬ tas ciencias, es mas apto para oficial de tal ó tal oficina, que el que se crió en ella y con una aplicación constan¬ te y una disposición regular trató de instruirse en el sistema en ella estable¬ cido. Sr. Porras, cada cosa para su cosa, y el buey para arar: con esto res¬ pondo á U. en aquella parte de sn pau¬ lina que toca á los empleados que lle¬ van muchos años de servicio.

Por lo que mira á la caritativa exor¬ tación que hace U. á S. E. el jeneral Gamarra para que desmoche y chapode sin que la arredre el zumbido de los moscones, solo diré á U. por ahora, que se me ha puesto en la cabeza que es U pretendiente á alguna placita, y co¬ mo el que necesita es preciso que esté bien con todos, no es estraño que U. quiera irse preparando el camino por el suavisimo medio de la adulación, que dizque es tan agradable á necios y á discretos, à cuerdos y los cos. segun un celebre pasaje del injenios o Hidalgo de la Mancha.

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Hagamos aqui punto, que a con S. E. yo me entenderé a lo caballero si se tratase de desmoche &c. pues para casos tales se sancionó la ley de impren¬ ta bajo cuyo influjo espero esplicotear¬ me, y rabie quien quisiere, pues á mal dar, á mi oficio me atengo, cosa que acaso no podrá U. decir señor don Pri¬ mitivo.

Queda de U. afectisimo amigo el por que modestia sale á danzar con la mascara de M. de la P.

Señores Editores.

Parece, que á petición de don Juan José Alzamora ha concedido el supre¬ mo gobierno dos tardes de toros, cuyo producto sea para costear en parte los gastos de la nueva espedición, que se intenta hacer á la isla de Madre de Dios. También parece, que el coliseo de gallos ha de ayudar á este empresa dedicando la entrada de algunas tardes para aquel fin, y el señor Bogardus igualmente ha de dar su función con el propio objeto. Ello es, que se puede reunir su bolsa acomo la de ntaño y emprenderse en efecto la espedición. A consecuencia, es de creer que la her¬ mandad de los hambrientos (de que soy miembro aunque indigno] estará ha¬ ciendo fuerza de vela á ver á cual le toca encargarse de tan benefica acua¬ til romeria. Yo me presento para este caso, SS. EF. como el mas necesitado, el mas recomendable por mi denudéz y como quien necesita mas que ningun otro hallar la Madre de Dios. Ase¬ guro à fé de hombre, que no aprovecharé sino lo preciso para encontrarla, y que de regreso en lugar de jamones y ta¬ blas de Chiloé, ó me traigo á los nau¬ fragos, ó un buen pedazo de dicha isla en testimonio de mi celo y eficacia, y para que se reparta entre los interesa¬ dos, que al menos recibirán el consuelo de ver siquiera la tierra donde dizque posan sus desgraciados amigos y pa¬ rientes, entre tanto que esta creencia me habrá proporcionado á mi hallar mi Madre de Dios.

Un pobre parroquiano de UU.

SS. EE. DEL OBSERVADOR IMPARCIAL:—

Aunque no me agrada hablar mucho, con todo creo que me habré de estender contra mi costumbre en esta ocasion. El honor na¬ cional, y respeto á nuestras instituciones nos inflama de manera, que parece que esta es la deidad de que hablaba el poeta cuando decía:

Est Deus in nobis: agitante calescimus igne.

En tal caso, dispensable sera el hombre que no guarde la moderación, que desearía fuese su caracter.

No hay medio. O es necesario ser insen¬ sible á la insolencia y despecho, con que se nos trata; ó se necesario clamar rompiendo los diques de aquella para que se ¡ponga un re¬ medio á tan grande mal.

La patria destruyó con fuego y sangre á unos opresores que se suponían con derecho á serlo por una causi posesión de tres siglos. La fuerza y la razón han destruido gloriosamen¬ te esa vana presunción. ¡Mas hay! Nuestra inesperiencia parece que ha substituido otras que con solo la buena acojida que les hemos dado se creen con igual derecho á subyugar¬ nos. Hijos de los españoles parece que en todo seguimos la suerte de aquellos desgraciados de los primeros tiempos. El comercio con los cartajinesas, les atrajo á aquellos las cadenas.

Vieronse estos traidores Finjirse amigos para ser señores: Y el comercio afectando Entrar vendiendo por salir mandando.

No diré que á los comerciantes del día los anima el espiritu de conquista, un espiri¬ tu tan altamente reporbado por las luces del día: pero hay otra opresión igualmente detes¬ table—la ninguna consideración con que se nos mira—quiero decir—esa falta de resiprocidad en el comercio.

La ley garantiza la libertad de comer¬ cio. Mas este por su parte debe proporcio¬ nar al Estado, que se lo permite los bienes que el se propuso sacar al tiempo de conce¬ derla. Es una especie de contrato tácito en que se suponen espresas las palabras do, ut des, facio, ut facias. El que lo quiere todo para si, sin dejar utilidad al pais que lo admite, empobreciendo á este, es un monstruo de co¬ dicia, indigno de ser admitido en sociedad al¬ guna, y mucho menos de llamarse miembro de aquella ilustrada y culta de quien se jacta des¬ cender. Cuando yo admito en mi casa un huesped ó personaje tal, este se impone un deber de corresponder con beneficios á mi ob¬ sequio: en tal grado; que aunque yo no se los pida, el concepto jeneral me dá los parabie¬ nes por una fortuna, que ya supone efectiva en el honor supuesto de tal husped.

Este huesped en el Perú es el comercio. El es un gran personaje. Su esplendor y sus riquezas son notorias. Sus obligaciones por lo tanto son de corresponder con honor el hospe¬ daje que recibe. Mas ¿que diremos, si la cor¬ respendencia es despreciar y empobrecer al Estado que lo abriga?

Sin duda: no es humor tétrico el que me domina, cuando por las aplicaciones á los casos ocurrentes, se vera la prueba de esa verdad.

El comercio libre en diez años que mora entre nosotros no ha presentado un arbitrio viviv ficante á favor de nuestra industria agricola, ni minera, ni manufacturera. No digo que em¬ please capitales injentes, pero hay un arbitrio, que dejandole á él utilidad, nos la traería tam¬ bien á nosotros. Nuestras primeras materias

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producto de nuestra escasa agricultura yacen en el mas profundo olvido para con el. Jamás se ha visto en los periodicos que tal buque lleve una arroba de algodon, un barril de vino, una bara de balleta, ni que se haya aplicado algun instrumento que facilite la esplotación de metales. Solo se ven cargamentos de toda cla¬ se. Se entiende, la mitad en público, y la otra mitad ò dos tercias partes en oculto.

Este el contrabando. Dije mal—en ocul¬ to, hablando jeneralmente pues solo es en ocul¬ to, hablando jeneralmente pues solo es en ocul¬ to para la internación mas para la ventana, se hace de los efectos prohibidos con mas pu¬ blicidad,—que los permitidos. Parece que di¬ jera el comercio:—Pues el gobierno del Perú prohibe tales efectos; yo los he de introducir a su pesar, y he de probarle vendiendo os pú¬ blicamente, que es un gobierno debil y despre¬ ciable, pues no tendrá enerjia, ni valor para decomisarlos de la tienda en que yo los pon¬ ga á vender. He aquí la correspondencia de este huesped al favor que se le ha hecho, como si el Perú que pudo concederle aquella fran¬ quicia, no tuviese facultad de exepcionar ta¬ les renglones, ó como si el que concede una gracia, estuviese obligado á concederla en los terminos que quiere el que la solicita.

¿Que importa que el Sr. Pando y el Sr: Mora, con otros pocos mas estos señores es el Perú, ni sus opiniones pueden derogar las leyes que aquel se ha dado por sus representantes. Por consiguiente el que se apoya en tales au¬ ridades quebranta lo que manda el poder le¬ jislativo por sus representantes para seguir unas autoridades espurias.

Y en efecto, ¿Como podrán el Sr. Pan¬ do ni Mora persuadirnos que nos es util la entrada èstranjera, de efectos que abundan en nuestro país mejores, y mas baratos? Es pre¬ ciso suponernos muy estipidos, ó menos can¬ didos cuando menos, para que con sofismas ó discursos artificiosos y elocuentes, de que abun¬ dan estos señores, nos convenzan que nos es más util lo peor, y mas caro de los estranje¬ ros, que lo mejor y mas barato de nuestro pais. Que los arroces, que los trrigos, que los azu¬ cares, que los vinos frecuentemente corrompi¬ dos aquellos, como lo hemos esperimentado por dos años y mas, y simulados ó fiujidos estos nos tienen mas cuenta que los frescos, mas gustosos y por menos precio de nuestro país. Si á un padre de familia que recoje estas especies en sus graneros viniese un señor con igual ó mayor representacion que los señores que hablan, con igual ó mayor fama de sabios, con igual ó mayor elocuencia á persuadirle que le tiene gran cuenta comprar estos mismos efec¬ tos de á fuera aunque peores y mas caros; por mas tonto que se le considere; no conven¬ dria por cierto en ese consejo pareciendole una despreciable paradoja. No obstante, dicen eso¬ señores, el habito de tomar esos malos alimen¬ tos y licores ha hecho en muchos ciudadanos una segunda naturaleza, y no podran pasarse sin ellos. Este es un sofisma. Se han pasa¬ do antes sin ellos, lluego podrán pasarlo des¬ pues. Además que eeste es un gusto desórde

nado, que el padre de familia que es el go¬ bierno puede impedir a sus hijos incrutos, mu¬ cho mas si les hace ver hasta la evidencia, como lo vamos a hacer, el mal y el engaño, que padecon y que sufren.

Por lo que hace al mal que hacen esos granos y arinas corrompidas, no es necesario mucho discurso, ni haber estudiado mucha me dicina: el paladar es el mejor juez en esta parte. La naturaleza ha puesto en el la aver¬ cion a todo lo que le aprovecha. El pan cor¬ rompido nos desagrada indeciblemente: en el arroz de las islas y otras partes encontramos una dureza y aspereza con cierta fetides. que lo hace mas desagradable comparado con la suavidad, docilidad y casi imperceptible aro¬ ma del de Lambayeque y demas valles nuestros.

Vamos á los licores. El vino que se nos trae de fuera, como el mejor, es el de Bur¬ deos, ó que trae ese nombre: pues vamos á pro¬ bar que ese vino no solo no es de Burdeos, pero ni aun es vino.

Burdeos es un valle de la Francia que de los mejores vinos desde luego, pero su pro¬ ducto total no exede de ciento ó ciento cincuenta mil barricas. El Abad Pluche hace un racio¬ cinio acerca del vino de la isla de la Madera, que pasa por demostrativo, y es este. Toda la isla no produce mas que cien mil barricas, mil se consumen en la misma isla, y solo veinticinco mil se esportan para diversas partes del globo. Con todo vemos que se espenden centenares de miles de barricas con el nombre de la madera: luego el exeso es de vinos adulterados con aquel nombre. Apliquemos este raciocinio al de Burdeos, y se hallar la demostración mas apurada. Burdeos, como se ha dicho solo produce a los mas ciento y cincuenta mil barricas. Los franceses son la nación mas aficionada al buen vino que se co¬ noce: ellos pasan de veinte y seis millones de habitantes: este vino pasa por el mejor del mundo: por lo mismo tiene allí un consu¬ mo, que será milagro si dejan salir cien ber¬ ricas para un regalo de mucho aprecio. Con todo se venden millones de barricas con el nom¬ bre de Burdeos: en una palabra se llena el mundo de barricas y botellas de este vino: luego el exeso es adulterado. Este argumento no tiene réplica. Continuara.

AVISO.

Se van á leer censuras sobre el des¬ cubrimiento de unos autos, que en el juz¬ gado eclesiastico sigue D. F. Carrillo y Mudarra. contra la relijion de Sto. Do¬ mingo para el pago de los reditos atra¬ sados, de un censo que reconoce en sus haciendas de Palpa y Limatambo; los que aparecen sacados del oficio por el procurador don José Gutierre; y con su muerte no ha podido tenerse noticia de ellos, por mas dilijencias que se han practicado; y por ser este el ultimo re¬ curso. A la persona que los entregue ó dé razon se le gratificará.

IMPRENTA DEL ESTADO POR J. GONZALES.

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