El Observador Imparcial

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EL OBSERVADOR IMPARCIAL.

QUINTA SUBSCRIPCION.

Se admiten subscripciones en la tienda de Don José Dorado ca¬ le de Judios, y en la imprenta del Estado por J. Gonzalez, al precio de ocho reales adelanta¬ dos por cada doce números. En os mismos lugares se venderán

tambien los números sueltos. a los Srs. Subscriptores se les in¬ sertarán gratis las comunicacio¬ nes y avisos que quieran publi¬ car remitiendolos garantidos y bajo cubierta á los EE. en la re¬ ferida imprenta.

N.o 58. LIMA 2 DE MARZA DE 1832. 1 RL.

ESTERIOR

REPUBLICA ORIENTAL.

Extracto de carta de Mustevideo, octubre 26 de 1831.

"Querido amigo: hacen correr los unitarios que Lopez, el señor goberna¬ dor de Santa Fé, pide dos caillones pla¬ ta por gastos de la guerra, y por di¬ visión de los limites -- provincia el Arrecifes. Si esto fre-- esta¬ riamos bonitos, y se cumpliria en par¬ te lo que dijo el nefando Relánpago. Avíseme que hay sobre esto, aunque bien conozco que son bolazos de estos condenados."

"Aqui todo anda desvarajustado. Los que eran amigos de D. Frutos, hoy son sus enemigos. El Campo de Asilo cesó, y se dice que va á ser ministerial: tam¬ bién corre que Giró vá a ser ministro"

"En la serenata del 12 (aniversario de la acción del Sarandí) se han burla do completamente de D. Frutos; han gritado contra todos los actos de su administración, y él se ha reido. Estaba tan asustado que sus propios enemi¬ gos le han tenido lástima, y algunos de ellos dicen que lo miran con des¬ precio."

"Los unitarios de aqui son los que vogan hoy.—Remito á vd. unos perio¬ dicos que le instruirán algo" &c. (El Clasificador)

EL OBSERVADOR

Si el limitado circulo que forman nues¬ tros impotentes enemigo lo compusieran hombres que disfrutasen de alguna opini¬ on en la republíca, ó de algun concepto

entre sus conciudadanos, no hay duda, que nuestras tareas serían de la mas alta importancia, y la publicación del Observador se habria hecho de primera y muy urgente necesidad. Descubier¬ tos y convencidos de inquietos, de dis¬ culos y turbulentos, esa rabia con que nos acometen ostentaria, que nuestros trabajos les molestaban hasta lo sumo, y eran un embarazo, un obstaculo po¬ deroso á sus miras perniciosas y sordi¬ das maquinaciones. Sin embargo, como esos mismos que sin pudor lucen sus nombres para subscribir los improperios y las injurias con que nos atacan, apa¬ rentan al mismo tiempo el mayor res¬ peto á la suprema autoridad, creyendo de esta manera desquiciarnos de donde maliciosamente nos fingen asidos; co¬ mo esos mismos, repetimos, son los que encubiertos traidoramente, á la vez bajo el anónimo, conculcan los respetos mas sagrados y se dirijen al gobierno de una manera, que aun cuando se les quiera suponer las mejores intenciones los con¬ denarian las frases, el lenguaje, la vehe¬ mencia y la audacia; de aqui es la pre¬ cision, que haya quien de ellos se ocupe para desmentir sus falsas y exajeradas aserciones, y anunciar y recordar frecu¬ entemente á los pueblos su clase, su condicion y sus nombres. Con pronun¬ ciarlos solo, debe quedar el gobierno garantido por cualquiera sospecha que pueda producir en los incantos y despre¬ venidos la lectura de esas producciones atrevidas y maldicientes, que se subscri¬ ben con los recomendables y seducto¬ res epigrafes de patriotas, peruanos, li¬ berales &c. por personas, que los han tomado como una especie de máscaras para encubrir el deforme aspecto de

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sus siniestros designios. ¡Que mas qui¬ sieramos sino que apareciesen siempre con los verdaderos nombres de sus au¬ tores! Entonces todo empeño era inutil, y la paz y el sosiego interior jamas sufririan la menor alteracion. ¿Y qué du¬ da puede caver en esto? ¿pues no es cierto, que los nombres del Iguain, Sof¬ fia, Matos, Corral y demas que com¬ ponen la pequeña runfla de editores follestistas son sinónomos de—abyeccion, impotencia, nulidad?

El primero de estos patriotas emi¬ nentes, que á una intencion feroz reune la mas esquisita cobardia,—que ha pre¬ tendido formarse algunn prestigio en la republica, haciendo al mismo tiempo su negocio, medio por el cual lo vimos pa¬ sar de enemigo enconado, á amigo in¬ timo y del consejo de La-Fuente, (que estendia muy bie esta clase de patrio¬ tismo)—es de aquellos, que con mas per¬ fidia y ruindad abusan de las reservas que permite la libertad de imprenta. De aquellos, que no contentos en apes¬ tar, ocultos, con las producciones de su jenio sombrío y rebotada fantesia, ha¬ cen recaer sobre otros infelices la res¬ ponsabilidad de su delito por medio de engaños y promesas, ó ya por medio de sobornos de ridicula entidad: corre¬ taje abominable en que el mismo Cor¬ ral se emplea con descaro y sin rubor. Todos los misterios de ese taller ini¬ cuo que colorado con el nombre de imprenta maneja este insensato nos han sido revelados: bien lo sabe él, y bien le pesará sobre su corazon y su alma; pero así aprendará (si es capáz de apren¬ der algo racional) que para usar con amplitud y sin freno de un natural per¬ verso, es preciso no haber dado antes las armas con que pueden destrozarlo.

MATOS, ó el pedantismo personifi¬ cado; el digno compañero de Corral y su tercero en las tramoyas tipograficas, que nada mas que por que tiene poqui¬ sima aprension y no le cuesta la im¬ prenta, se nos ha introducido subrrepti¬ ciamente y como por él corral á hacer papel entre los que esriben en lengua castellana:—que para refutar nuestras razones pide antes, como requisito in¬ dispensable le digamos de que vivimos, quien nos mantiene, y los fondos con que contamos para sostener nuestro perio¬ dico:—que después de mil amagos y cam¬ panadas, principia al cabo por el Al¬

canze á nuestro numero 48, estrenando¬ se con el solemne desatino de que el an¬ ticuado, muy castizo y muy elegante verbo conspirar, no es usado en el Perú, con otras charlas y sandeces tan chocan¬ tes como ridiculas:—que promete per¬ seguirnos hasta el infierno,—batirnos en nuestras mismas trincheras,—hacer nu¬ mero por numero un analisis de nues¬ tro periodico,—manifestar en dicho ana¬ lisis, la causa de nuestro manejo que felizmente ha llegado á saber,—demos¬ trar en el mismo analisis, (repetimos tanto esta palabra porque él la ha repe¬ tido asi ofreciendo el analisis ) que no he¬ mos escrito un renglon en favor del pais, y si mucho en contra:—que para evadirse ahora de cumplir tanta mentida y fanfar¬ rona promesa dice, que nos cede el campo porque desde la altura de la imprenta del Estado le buscamos las coyunturas por donde se le descubre, que lejos de tener las virtudes con que se recomienda para que presten alguna atencion á sus graz¬ nidos, carece hasta de aquellas cualida¬ des que son indispensables para ser ad¬ mitido en el trato comun de la socie¬ dad:—que unas veces dice español, otras peruano encañolizado; que es Izquieta, que ya no es Izquieta sino Lopez quien escribe, segun y conforme acomoda al juego del pedantismo en que es maes¬ tro consumado;—Matos, decimos es otro de los que abusan del anónimo para in¬ fundir el disgusto y la displicencia por todas partes, y hace, de paso, su gran¬ jeria con ese víl trafico de responsa¬ bilidades, de que dejamos hecha men¬ cion.

SOFFIA, que á no haberse metido contra sus principios y aptitudes á escri¬ tor, solo se habria oido su nombre en alguno cuarteel, y no seria conocido sino de uno que otro recluta; es también de los denodados patriotas que se parape¬ tan del anonimo para hacer sus campa¬ ñas liberales; pero con tal desgracia, que al instante se le descubre por sus ar¬ lequinadas à Lord Byron, por sus eter¬ nas citas á Benjamin Constant, por sus marcados plagios, y sobre todo, por la insufrible hinchazon de su estito. Cual¬ quiera que lee sus produciones se figu¬ ra ver a Sofia en el momento, con su vi¬ gotera, chafarote, cuello empellajodo y demas ventosedad. En la trova, que en meses pasados publicó pudiera haber ha¬ llado un completo desengaño de lo mal¬

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ditamente que le da el naipe para es¬ critor: con solo registrar el dicionario y ver el disparatado uso que hizo de aquella palabra con respecto al contenido del articulo, hubiera caido en cuenta de que habia sido el hazme-reir de cuan¬ tos lo leyeron; pero ¿quien resiste una vocacion tan decidida y vehemente?

Ya hemos hecho un ligero bosquejo de las personas convencidas de ser las que esclusivamente ocupan la impren¬ ta para maldecir de todo gobierno, es¬ traviar la opinion é infundiren los animos el disgusto y el desabrimiento acia el ordenn establecido. Para esto se enmas¬ caran valiendose de las reservas que la ley permite con objeto muy diverso, al paso, que cuando con denuestos y dic¬ terios pretenden debilitar los tiros diri¬ jidos contra sus impostores y alarman¬ tes escritos se descubren impavidos¬ echan mano de los mas bajos artificios, y mas groseras trapacerias, no dan una sola prueba de cuanto asientan—invocan al respetable peruano que en su co¬ razon detestan—confiesan sus virtudes, y se declaran muy sumisos y obedien¬ tes al poder, y deseosos de servir al po¬ der mismo. Austeros republicanos, rigi¬ dos patriotas, liberales sin tacha saben, no obstante, adular al poder cuando es¬ esperan sacar ventajas, ó temen el castigo de su justa indignacion y de su enojo.

Tales son los recomendables peruanos, que sin mas merito que el de los sa¬ crificios, y el de la sangre preciosa de¬ rramada por otros, verdaderos y deno¬ dados patriotas, y falseando á estos los titulos que ellos solos adquirieron se han apropriado sus derechos, y gritan y claman y se enfurecen aparentando amor a una obra que les fue del todo estraña, que nada les costò y para la que no pu¬ sieron de su parte material alguno,— la gloriosa libertad é independencia pe¬ ruana. Con tan impropias y agenas re¬ comendaciones se autorizan para ma¬ nifestar bajo un aspecto odioso y cri¬ minal los sentimientos mas nobles, las intenciones mas puras y los mas gene¬ rosos esfuersos. Predican á sus conciu¬ dadanos, que se propende á suprimir la libertad de imprenta, y con ella la indi¬ vidual que no dista sino un paso:— que se procura sembrar la discordia á todo costo—que se desopina á la Nacion y sus Gefes:—lloran el duelo de la patria cuya ruina la ven inevitable,—citan á

juicio á nombre de la Nacion.—piden venganza,—amenazan y decretan cas¬ tigos,—compadecen la suerte que sufren millures de hombres libres, y les arrostran que se dejan llevar á la muerte sin abrir los labios. Y despues de tanta bulla tanto alboroto, y tanto cacareo, venimos á sacar en claro, que la libertad de imprenta que se quiere suprimir consiste en los ataques que sufren el sucio Moscon y la prostituida Miscelanea:—que la dis¬ cordia que se siembra, es el presentarlos bajo su verdadero punto de vista, y que la Nacion que se desopina,—la patria que vá á arruinarse, los millares de hombres libres que se dejan llevar á la muerte sin abrir los labios; todo, todo esta cifrado en las personas de Matos, Iguain, Sofia y Corral unicos que han merecido justa¬ mente nuestra oposicion y han esperimen¬ tado el peso de nuestras impugnaciones. Para mitigar el escozor que ellas les ocasionan se ha acojido à ese compa¬ nario de palabrotas y frases de estam¬ pilla con que Matos, companero mayor, toca arrebato, pero tan bronca y des¬ compasadamente, que por mas que re¬ pica y echa à vuelo esquilones y cam¬ panillas á nadie conmueven sus badaja¬ das, quedando siempre en soledad ridi¬ cula él y su comparsa.

¿Se creerá que entre las acusaciones que nos hacen incluyen la de que nues¬ tros escritores inncitan á la anarquía? La imputacion es singular y debe repararse porque en ella aparece el pedantismo de Matos y de Soffia reducido, á su quinta esencia. Unto de sus temas favorit¬ tos es, que nuestras tareas de enden del gobierno con quien nos suponen en contacto: luego suponen igualmente, que este propende a la anarquía. Que un individuo, que una corporacion, que al¬ guna parte del pueblo incite á la anar¬ quia y la apetesca és muy corriente y se ha visto con frecuencia; pero que e! gobierno ó cualquiera de sus miembros, que cabalmente son los primeros, que fracasan en las rebueltas, las estimaten y provoquen, ¿no és una pensamiento ori¬ jinal? ¿Y no diremos que estan para rebentados nuestros patriotas escritorers?

En otra ocasion hemos desmentido esa ponderada injerencia, que estudiadamente se supone al jefe de la administracion en el plan el Observador, y que si fue¬ ra cierta nos honrariamos en confesarla abiertamente y con franqueza. En los

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paises mas libres de Europa, y aun en alguno de América es constante, se pu¬ blican á costa de sus gobiernos diver¬ sos periodicos cuyo objeto, entre otros, es el muy laudable de manifestar á los pueblos su verdadero compartamiento cuando se ven atacados por la mala fé y el espiritu de partido, sin que seme¬ jante conducta la sea nunca echada en cara al que escribe, ni tenido á mal al que gobierna. ¿Ni como puede ser de otro modo? ¡Pues que! ¿Han de haber mil conductos expeditos, para herir y acri¬ minar al que manda, y à este se le ha de poner coto en los que haya de consig¬ nar su defensa?

Nosotros jamás hemos creido, que la reputacion del gobierno penda del in¬ flujo de nuestro periodico. ni que el re¬ sidente de la república necesite de nues¬ tros afanes para sostener su concepto. La opinion jeneral conoce que tiene en¬ tre sus manos la mejor de las causas, y que la maneja con la delicadeza pro¬ pia del que está penetrado, del modo con que debe corresponder el que ha logra¬ do la confianza publica. La nacion toda reconoce y confiesa su mérito é im¬ portates servicios, que lo elevaron al puesto que dignamente ocupa, y siente las ventajas que le proporciona su ad¬ ministracion arreglada y justa en que el hombre de honor encuentra cuantas garantías puede apetecer ya en su per¬ sona, ya en sus propiedades, y que solo es temible y detestable para los crimina¬ les, que se complacen en las calamida¬ des publicas. Mas como por desgracia se cuenten entre nosotros, aunque en número muy pequeño, de esa clase de hombres marcados de enemigos del re¬ poso publico, que con declamaciones calumniosas procuran desacreditar al go¬ bierno de la nacion sin mas objeto que disgustar á los pueblos, desmoralizarlos, y hacerlos instrumentos de sus designios destructores; —como el espiritu de Iguain puda trasmitirse é inficionar á los de¬ biles é incautos, y haya Matos y Corrales en el mundo;—finalmente, como parar sus meniobras y arterias ocultan sus nom¬ bres, apareciendo con el de patriotas,

amigos del pueblo, liberales, republica¬ nos &a; he aquí el motibo de las peque¬ ñas tareas que consagramos en obsequio mas bien que de la administracion, del órden y de la tranquilidad comun. Per¬ suadidos de que sin un completo goce suadidos de que sin un completo goce de estas dos cosas en ninguna forma de gebierno se prospera, y llevados de aque¬ lla sabia maxima, —el grande enemigo del hombre es el desórden, y donde quiera que hay òrden hay felicidad; so nos ha visto alguna vez en el empeño de impugnar esos escritos, que se han publicado llenos de un ridiculo entusias¬ mo, y de quejas injustas de la administra¬ cion, producidas en el lenguaje de la insolencia y sedicion mas descaradas, y tratando á su jefe de la manera que no sufrira, por cierto, el individuo mas obs¬ curo y miserable.

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