El Observador Imparcial

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los individuos de ella, al seno de la augusta asam¬ blea nacional, á quien tributamos nuestro más cordial respeto, nos es sumamente doloroso no encontrar en todo el dictámen una sola clau¬ sula, una sola espresión que no arrastre acri¬ minaciones forzadas, por hechos desfigurados unos, monstruosamente truncados otros, desco¬ nocimiento del verdadero espíritu de los artí¬ culos citados en apoyo del dictámen, y dudas sobre hechos patentemente públicos, que no pu¬ diendo moralmente creerse partan de ignoran¬ cia de la comisión, que como todos los demás ciudadanos, ha palpado los acontecimientos á que se refiere su voto, casi es forzoso sospe¬ char que la rectitud é imparcialidad, tan ne¬ cesarias en casos de esta naturaleza, á los que está ligada la tranquilidad y felicidad públicas, no han sido las bases que han servido de apo¬ yo á su sentir.

Haremos una minuciosa reseña de las pú¬ blicas, funestas y horrendas infracciones de nues¬ tras léyes fundamentales, atentados enormes, crímenes positivos, que han marcado la aciaga administración del ex-vice-presidente. Compro¬ baremos coon testimonios irrecusables el estado de desesperación y alarma en que estos vio¬ lentos y reiterados golpes constituyeroon no so¬ lo á la ciudad de Lima, sino á todas las pro¬ vincias del departamento. Manifestaremos las medidas y resortes de que le fué necesario echar mano el jeneral Eléspuru, para acallar á esa multitud justamente indignada por la despótica y criminal conducta del jeneral La-Fuente, y para cumplir cono sus deberes como militar y como primera autoridad del departamento. La caída de aquel, acorde como el deseo y voto nacional, según lo testifican documentos feha¬ cientes, que se espondrán á la vista del público, y que muestran evidentemente el regocijo je¬ neral con que fué recibida tan fausta noticia en todos los pueblos. Y descenderemos luego á probar, que fué necesario el cambiamiento, que fué legal y noble la conducta observada por el jeneral Prefecto, y que no hay ninguna infracción de los artículos que se citan, cuyo espíritu se pretende desfigurar con prevención.

Nada es mas chocante, ni muestra tan clara¬ mente parcialidad decidida de parte de la comi¬ sión, como la maliciosa ambigüedad con que de¬ nomina los visibles crímenes del Ejecutivo, de ver¬ daderos ó falsos. ¿No se han presentado acaso al ecsámen de esa misma comisión los atenta¬ dos é infracciones del ex-vice-presidente? ¿No está este acusado por el consejo de estado ante la cámara de representantes? Pues entónces ¿cómo podrá caberle á la comisión la duda de si son falsos ó verdaderos estos crímines? ¿crí¬ menes que no se ocultan al más triste de los habitantes de la república? ¿Ignora acaso la co¬ misión la disolución violenta de la H. Junta Departamental por un decreto concebido en los términos mas duros y atrevidos, y por cuyo solo hecho todos los ciudadanos fueron vejados, siendo tanto más criminal este insulto, cuanto que fué á consecuencia de la justa reclamación de la H. Junta por el cumplimiento de una ley, decretada por el congreso constituyente, y que refluía en beneficio del pueblo? El decreto que copiamos, y que con descarada audacia

estampó en el Conciliador estraordinario del 8 de octubre último, patentiza esta verdad, harto sabida por toda la república. (*)

La expatriación del jóven Ayala, sin pre¬ cedente formación de causa, solo porque con laudable valentía y moderación se atrevió á hacerle presente lo injusto é inícuo de su pro¬ ceder, reclamando también el cumplimiento de esa ley, cuya inobservancia arruinó una mul¬ titud de familias, que confiadas de buena fé en el gobierno, hicieron sus especulaciones, ¿no fué un visible ataque á la seguridad personal, y por lo tanto una infracción escandalosa de este derecho precioso, garantido por la cons¬ titución? ¿No fué este mismo ejemplar una vio¬ lación completa de nuestra sagrada libertad de imprenta?

¿La citada ley de la asamblea constitu¬ yente, que dió mérito á la perpetración de esos crímines, desobedecida con perjuicio de infini¬ tud de ciudadanos laboriosos, y convertida en ajiotaje el más desfachado, negociando en pú¬ blico á merced de nuestra tolerancia y bondad, con los permisos de introducción de harinas á los estranjeros, burlandose así del congreso y de la nación entera, son acaso delitos en los que pueda caber la más lijera duda?

Difusos en estremo nos haríamos si to¬ masemos el empeño de enumerar todas las in¬ fracciones y actos de despótica autoridad, con que selló la època de su malhadada adminis¬ tración el jeneral La-Fuente. Sobra los insi¬ nuados que hemos preferido por su publicidad é importancia, para demostrar que no sin pre¬ vención y parcialidad ha asentado la comisión la chocante y ridícula duda de si serán falsos ó verdaderos los crímenes del Ejecutivo.

[Se continuará.]

[*] República Peruana—Casa del gobierno en Lima á 7 de octubre de 1830.—11.o

Visto este espediente con lo espuesto por los fiscales; y resultando de todo de un modo incuestionable, que hace inoficiosos los juicios dilatorios en puntos de la mayor gravedad y trascendencia, cuales son—1.o el descarado in¬ sulto á la suprema autoridad del estado, cuyo honor se vulnera en lo que hay de más sensi¬ ble aun para el más insignificante de los ciu¬ dadanos—2.o el atrevido empeño de perturbar el órden público, provocando con espresiones fuer¬ tes á dos autoridades respetables bajo el pre¬ testo de sostener á todo trance la constitución y las leyes, á infrinjirlas en la realidad sobre¬ poniendose al gobierno, no solo en eludir y em¬ barazar, sino en deshacer el cumplimiento ya iniciado de sus disposiciones—3.o la doctrina subversiva de la inobediencia de esta clase de decretos, autorizada por un artículo de consti¬ tución absolutamente inadaptable al atentado que se pretende cohonestar—4.o la grosera igno¬ rancia de los principios más sagrados de nues¬ tro código, cual es la demasiado clara demar¬ cación de límites á la autoridad de cada fun¬ cionario público, que torpemente se han intentado ahora confundir con notable agravio de los res¬ pectivos majistrados, á quienes se creyó accesibles por debilidad ó ignorancia á una sorpresa y á una injerencia abusiva en precedimientos muy

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MENSAJE DEL PRESIDENTE DE BOLIVIA A LA ASAMBLEA NACIONAL.

[Continuación.]

La actual administración del Perú es la única que no ha querido escuchar nues¬ tras proposiciones de amistad. (7) El gobierno

ajenos de sus atribuciones—5.o la absoluta in¬ suficiencia que por todo aparece en los actuales miembros de la Junta Departamental para de¬ sempeñar las delicadas funciones de que han sido encargados, y especialmente la de celar la observancia de la constitución, de cuya inteli¬ jencia manifiestan carecer en las palpables tras¬ gresiones que presenta el espediente.—Ultima¬ mente, el inminente peligro que corre la tranquili¬ dad pública con una corporación que por sus mac¬ simas y conducta aparece también dispuesta para perturbarla, de cuyo incalculable mal sería res¬ perturbarla, de cuyo incalculable mal sería res¬ ponsable el ejecutivo, si difiriese un momento las medidas necesarias para precaucionarlo; por todo, he venido en decretar y decreto:

1.o Quedan esconerados desde este instante, de sus respectivos cargos departamentales todos los individuos de la Junta, que subscribieron el acuerdo de que habla la nota dirijida al Pre¬ fecto del departamento, que aparece en el ex¬ pediente.

2.o Este procederá en el acto á espedir sus pasaportes para el más pronto regreso á su país, á los espresados individuos, quienes ocur¬ rirán por su leguaje respectivo para evitar en su marcha toda demora que exceda de cuatro días, de la que, á mas de cada uno de los cul¬ pables, será responsable también la misma pre¬ fectura.

3.o El Prefecto del departamento hará en¬ tender la suspensión de las sesiones, cerrando las puertas y poniendo una guardia en el local de la Junta, cuya reunión en cualquiera otra parte se tendrá por abusiva y se castigarâ co¬ mo criminal.

4.o Para no privar á las provincias de las utilidades de este establecimiento, se reunirán á la mayor brevedad todos los suplentes, de aque¬ llos vocales que resultaren destituidos, los que reunidos legalmente, luego que se presenten en esta capital podrán continuar con más pruden¬ cia y sabiduria las importantes funciones desig¬ nadas por la constitución á la H. Junta.

5.o Este espediente será presentado á la procsima lejislatura, para que tomando en con¬ sideración esta clase extraordinaria de delito, designe para lo succesivo el modo de juzgarla y las penas que deban imponerse á sus autores.

Comuníquese al Prefecto de departamento y al ministerio de hacienda para sus fines res¬ pectivos.—La-Fuente.

[7] A la actual administración del Perú, ja¬ más le ha hecho el gobierno de Bolivia porposi¬ ciones de amistad. Lo que por tal quiere dar á entender el jeneral Santa-Cruz no ha sido sino una consecuencia de las maniobras puestas en planta para someter el Perú a su dominio, que

ha agotado todas las formas del comedimien¬ to para ajustar una paz, que es más necesaria todavía entre los estados limítrofes. (8) Invité al jeneral Gamarra á una entrevista que se efec¬

habiendosele frustrado después del cambiamien¬ to de Lima y suceso de Arequipa en 1829, in¬ ventó al ardid de las proposiciones de paz para con este motivo introducirnos en espía diplomᬠtico, que avivase ó encendiese de nuevo la lla¬ ma sofocada ya sin esperanza. Así es que mien¬ tras el sr. Olañeta repartia la correspondencia de Santa-Cruz entre la cual se hallaban varias cartas para algunas señores mías de todo mi cariño, y daba á las queridas comadritas las me¬ morias de parte del compadre; jugaba también la farsa de las proposiciones de amistad. Más lo hizo tan mal y con tan poco tino, que en vez de adoptar el carácter de un personaje, salió re¬ presentando el de Puchinela, ó Juan de las Vi¬ ñas. ¿Conviene, privadamente en las bases de la negociación? pues ya que por aquí no había es¬ cape, busca la quisquilla de la intimación de un ultimatum, cuando era imposible se le huviese hecho no estando reconocidos todavía en su caracter ambos ministros. ¿Accede á la alianza propuesta por nosotros? pues pide en cambio el desatino de la cesión del puerto de Arica, que ni por Copacubana y el Apolobamba encima quiso cambiar Santa-Cruz presidiendo al Perú. ¿Este renuncia y se desiste por evitar tropiezos de la predicha alianza? pues en tal caso cabalmen¬ te él tiene órden de su gobierno para incubar en ella. Finalmente, es tanto lo que en el Perú se ha escrito acerca de la materia, discutiendola y dilucidandola de un modo tan claro y convin¬ cente, y ha sido tan notorio el escandaloso com¬ portamiento del encargado de Bolivia que nos parece inútil y fastidioso ocuparnos de ella, al paso que se fortifíca el concepto de que la misión del sr. Olañeta no tuvo por objeto directamen¬ te semejantes proposiciones de amistad. ¿Ni qué proposiciones de amistad tenía que hacer Boli¬ via á una República que jamás le dió el menor motivo de disgusto ó desconfianza, conservando con ella la paz y armonía más perfecta? ¿ni qué proposiciones de amistad podían ofrecerse al Perú por un caudillo que ha pretendido destro¬ zarlo, que le ha puesto más de una vez en insur¬ rección los departamentos del Sud, y que le bus¬ có enemigos de entre sus mejores vecinos, como todo consta de documentos irrecusables é incon¬ testados que se han dado á luz? Convengámos, pues, en que las decantadas proposiciones de amistad presentadas por el jeneral Santa-Cruz, no han sido más que una estratajema sujerida por su maquiabélico cerebro pero que ejecutada por un mal arlequin lo ha dejado en un entero descubierto.

[8] Las rigorosas prisiones que han espe¬ rimentado diversos peruanos en Bolivia, dejan¬ do á uno espirante á fuerza de azotes, finjien¬ do delitos que no han tenido ni prueba ni fun¬ damento,—el robo de 70 cargas de maíz, y más de 100 llamas que bajo el título de comiso se hizo á los indijenas del distrito de Acora Manuel y Felipe Villca—el saqueo de la hacienda de Ni¬ nantaya—la meditada sorpresa á nuestra avan¬ zada de Yunguyos—el forajido asalto que recien¬

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tuó en el Desaguadero en diciembre del año pasado, y tuve el sentimiento de descubrir en ella una obstinación decidida por dictarnos la ley, sin respeto á nuestra soberanía. (9) Estas

temente ha sufrido el coronel Escudero que hemos dejado documentado en nuestro número 8.o—el espionaje introducido en nuestro territorio con el presbítero Velasco, y la célebre doña Ursula Goyzueta—las cartas de seducción que en todos los correos se han dirijido de diferentes puntos de Bolivia á nuestras ciudadanos y fieles mili¬ tares—las rastreras intrigas del legado bolivia¬ no—la prisión del señor Almonte, invitado por aquel á que lo siguiese á la Paz, donde ofre¬ cia pagarle 65 onzas de oro que le tomó pres¬ tadas en Puno, cuyo pago fue hacerlo aprisio¬ nar inmediatamente que llegó: tales son las for¬ mas del comedimiento que ha adoptado San¬ ta-Cruz para ajustar la paz. Estas mismas [y aun no tan espresivas y delicadas] son las for¬ mas del comedimiento que usan los jefes de las hordas de los tártaros-los de las cazerias de ne¬ gros en Guinéa-los pehuenches en sus malocas— los capitanes de vandoleros, en una palabra.

Por otra parte: ¿qué paz podrá querer ajus¬ tar Santa-Cruz, cuando la realización de sus planes notoriamente públicos, y de que se le ha convencido, no estriba ni puede tener efecto que ó en una traidora defección, ó en la fuerza de esos cuatro mil hombres con la que quijotesca y torpemente se cree capaz de situarse encima del mayor volcan? ¿Sin uno ú otro como le se¬ rá posible ver las seductoras márjenes del Apu¬ rimac ó el Pampas, y fijar en ellas desde Tu¬ piza los apetecidos límites de su Macedonia? En paz ¿cómo logrará su proyectada y propues¬ ta fusión jeneral?

[9] ,,Marchó al Desaguadero (Santa-Cruz) ménos con el objeto de satisfacer al gobierno del Perú por sus desaciertos anteriores, que con el de darse importancia, y manifestar por su es¬ terior y séquito lo que conoce no vale por si mismo. Regresó á la Paz, y para llevar á efec¬ to sus descabellados planes, persuadió al públi¬ co que se le habían hecho proposiciones humi¬ llantes al carácter nacional, y que degradaban su dignidad: que el Perú quería colonizar á Bo¬ livia, con otras mil imposturas, ocultando al mismo tiempo los ventajas reales que se le pro¬ pusieron para compensar con usura cuanto se le pedia" &c. He aquí como se esplica un jui¬ cioso y distinguido militar boliviano, hablando de la entrevista del Desaguadero, en carta que se publicó en aquella época, y es cuanto pue¬ de decirse á este respecto. Sin embargo, noso¬ tros al recordar las demostraciones de amistad, de satisfacción y gozo que entonces manifestó el jeneral Santa-Cruz, consideramos la violen¬ cia que se haría en ello abrigando interiormen¬ te no el sentimiento que indica, sino el que le oca¬ sionaria la presencia del noble jefe presidente de una nación, que ha sido y es el blanco de sus conatos, y el objeto de sus desvelos y ma¬ quinaciones: objeto á que ha sacrificado hasta su propio decoro, su opinión misma, por el cual ha violado los derechos más santos, y come¬ tido un cúmulo de barbaras tropelías y de ab¬ surdos los más ridículos é indecentes. La ra¬

mismas ideas se reconocieron antes en un mi¬ nistro que nos fué enviado, más para tendernos redes, que para negociar de buena fé. (10)

[Se continuará.]

LO QUE TODOS QUIEREN.

Todos, todos quieren sociedad: lo que no quieren es que dispongan de ella los otros. Todos quieren leyes; pero cada uno las quiere á su gusto, y conforme á su negocio. Todos quieren tribunales; pero para oprimir á los de¬ más: todos quieren destinos; pero es para ob¬ tenerlos: todos quieren derechos; pero es para que solo se defiendan y conservar los suyos: todos quieren soberania; pero es para ellos re¬ presentarla. Todos quieren fuerza ajena; pero es para que sostenga sus gozes, y sus convenien¬ cias antisociales: todos quieren ejércitos; pero es para que sostenga sus gozes, y sus convenien¬ cias antisociales: todos quieren ejércitos; pero es para que les dispensen de la obligación de derramar por la patria su sangre: todos quie¬ ren relijión, principios, política, tribunales y ciencias; pero es para que hayan esos medios de conseguir ó esplicar su propio negocio.

biosa envidia y el furor que lo dovorarían mi¬ rando al astro que en mejor carrera le había opacado y hecho perder de vista para siempre su estrella que ya divisaba tan brillante como el sol, le harían á Santa-Cruz, ir á vomitar á Bolivia las calumnias que ahora repite á la Asamblea nacional. En efecto: ¿qué honra ó pro¬ vecho resultaría el jeneral Gamarra de dictar la ley al rincon de Bolivia? y el que siendo nada más que prefecto de un departamento no lo in¬ tentó siquiera cuando pudo hacerlo, viendose en aquella república con un ejército poderoso y res¬ petable ¿lo pretenderá ahora que ocupa el pues¬ to más eminente y alagüeño de toda la América?

[10] El buen comportamiento de ese ministro está confesado por el de Bolivia cuando en nota dirijida á nuestro ministerio, dijo con respecto al señor Alvarez: ,,desgraciadamente los falzos informes de un ministro de discordia que sien¬ do americano debió negociar la armonia, han paralizado la amistad sólida á que son llama¬ das ambas naciones. "Semejantes espresiones en boca de un espía, de un trápala impudente son un verdadero elójio.

AVISO.

Los ciudadanos que deseen dar pu¬ blicidad á algunos proyectos de ley, antes de su admisión en las cámaras, podrán remi¬ tirlos rotulados á los editores del Observador en la imprenta del sr. Concha, que se insertarán gratuitamente.

IMP. REP. DE CONCHA.

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EL OBSERVADOR IMPARCIAL.

TERCERA SUBSCRIPCIÓN.

Se admiten subscripciones en la tienda de Don José Dorado ca¬ lle de Judios, y en la imprenta del Estado por J. Gonzalez, al precio de ocho reales adelanta¬ dos por cada doce números. En los mismos lugares se venderán

también los números sueltos. A los Srs. Subscriptores se les in¬ sertarán gratis las comunicacio¬ nes y avisos que quieran publi¬ car remitiendolos garantidos y bajo ciberta á los EE. en la re¬ ferida imprenta.

N.o 30. LIMA 8 DE OCTUBRE E 1931. 1 RL.

¿QUÉ SE DEBE AL CONGRESO?

[CONCLUSIÓN.]

La celebración de un concordato con la silla apostolica bajo las intrucciones que solo el Con¬ greso puede dar para establecer con ella fran¬ cas y solidas relaciones, y proveer a consecuen¬ cia las Mitras vacantes, encierra una importancia excesiva que ha debido llamar muy seriamente la atención y desvelos del cuerpo Lejislativo. Nada, empero, se ha hecho, y en unos momentos en que mas que nunca necesita el puebloo de la dirección y auxilios de Pastores ilustrados patriotas y vir¬ tuosos se le tiene bajo la tutela de guardas mer¬ cenarios. Los que no olviden que la relijión ejerce el imperio más absoluto sobre el corazón de los hombres, y muy particularmente sobre el de los relijiosisimos peruanos echaran de ver cuan im¬ posible es, que la Constitución y las formas que de ella dimanan sean queridas y respetadas del pueblo tan pronta y radicalmente como merecen si no presiden al Gobierno de las Diocesis y dirijen las conciencias de los fieles Prelados, que adictos al sistema en que estriba nuestra libertad, conocidos por su ilustración y respetables por su virtud, sirvan de contrapeso y neutralizen la acción de los ajentes del fanatismo y de los apo¬ yos de la superstición. Prelados, que sostengan las instituciones populares, que inculquen en los pulpitos y en las exhortaciones pastorales los beneficios que debemos reportar de nuestra re¬ jeneración política, y que levanten de los ojos del pueblo con el influjo poderoso de la relijión divina, enseñada con pureza y limpia de perfidia la hipocresia y el interés sordido procuran man¬ tener con todo esfuerzo. En asunto tan grave, en materia tan delicada, es claro también, que NADA SE DEBE AL CONGRESO.

La agricultura ha dado un clamor diario a las camaras; la agricultura que es la principal y verdadera riqueza de un estado, y sin la cual no puede haber comercio seguro, faltando sus primeras materias, que son las producciones de la naturaleza. El reglamento de imprenta, que necesita tantos esclarecimientos para que se apli¬ cación no este sujeta a las interpretaciones ar¬ bitrarias de los jueces de derecho, ha quedado con otros importantisimos negocios que sería mo¬ lesto enumerar, rezagados o en olvido. Se abrió la puerta a cuantos memoriales, presentaciones, quejas, acusaciones, enredos y pretensiones se

presentaron, y he aqui. a todo el mundo empleado en esta ocupación favorita, y empleando también al Congreso en oir a sus comisiones sobre pun¬ tos los más futiles, y tal vez los más ajenos de su objeto.

No decimos por esto, que el periodo de las sesiones sea bastante para que hayan podido las camaras abrazar en toda su extensión la univer¬ salidad de cosas, que exijían su atención y sus cuidados; pero es indudable, que las materias predichas son por su entidad y trascendencia preferentes a otras con que se hallenado el tiempo. Eran por decontado primero, que decretar viu¬ dedades y pensiones sobre fondos que les consta no alcanzan ni aun para las urjencias más gra¬ ves: primero—que arbitrar los medios más se¬ guros de hacer efectivo el cobro de sus dietas: primero—que el establecimiento de Casas de Mo¬ neda, cuando no hay plata que sellar: primero— que declarar la capital de un Obispado, que no ha de tener Obispo: primero—que separar la Farmacia del Protomedicato: primero—que separar la asignación anual del Auditor de guerra: prime¬ ro—que las deudas de los mineros por azogues: primero—que determinar los linderos de las pro¬ vincias y parroquias: primero....más ¿para que cansarnos?—primero, que todo cuanto se ha hecho y que bien alambicado viene a reducirse a NADA; ero una nada costosisima a la Nación por las injentes sumas que tiene que erogar para la man¬ tenimiento de sus representantes.

¿Y es esto razonable y conforme con las obligaciones sagradas contrahidas por ellos con los pueblos? ¿Y en que puede consistir, y cual puede ser la causa de un mal tan grave y pernicioso? ¿Sera, acaso en la institución, o pen¬ dera en los que la desempeñan? La institu¬ ción de los congresos no cabe ni más recomen¬ dable ni más santa: es la más republicana, y esto la hace preferible a cuantas formas se han adoptado en la sociedad; pero mientras la in¬ dolencia, la apatia, el egoismo y el interés pri¬ vado se observen distribuidos en más o menos porción entre sus miembros—mientras el espi¬ ritu demagogico logre predominar a los imbe¬ ciles o apocados para obtener un número su¬ ficiente de votos de esos que el bulgo llama de reata, y componer un partido, o una mayo¬ ría quiza, que decida según sus miras las de¬ liberaciones de mayor importancia-mientras se oiga decir a un diputado: yo no puedo votar

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esa ley porque sus efectos pueden caer sobre mi algun día con perjuicio de mis insereses, y a consecuencia de tan chocante e irracional con¬ testación, no votarse la ley—mientras otro diga: no quiero se sepa, que yo he hecho esta moción porque me comerán los clerigos y los frailes &c. &c.—mientras tanta debilidad, tantas pasiones se sobrepongan al interés de la república esta no reportará de la reunión de sus apoderados sino males funestisimos, y su ruina será por fin inevitable.

Nada más triste para una nación que se¬ mejantes flaquezas en sus representantes. Es¬ tos al recibir tan honroso encargo deben con¬ siderar comprometida su opinión y su vida, y el que carezca de fortaleza suficiente para sa¬ crificar estas dos prendas al bien de la patria, y para resistir las sugestiones de la intriga, del partido y del interés personal, no es apropo¬ sito para el destino, y no debe admitirlo, ni presentarse a servir de escandalo a la socie¬ dad y de daño a sus comitentes. Protestamos que no es nuestro animo particularizar a nin¬ guno, y que no nos mueve ni una vislumbre de espiritu de satira: nosotros apelamos a la impar¬ cialidad y buena fe de los peruanos, y aun de muchos de los mismos diputados a quienes ador¬ nan virtudes eminentes, que digan si exajeramos en cuanto llevamos expuesto. Solo pretende¬ mos llamar la atención de nuestros compatrio¬ tas hacía un objeto en que hasta ahora no se ha puesto todo el cuidado y circunspección debida.

En efecto, muy poco o ningún fruto sa¬ caremos de la adquisición de nuestra libertad e independencia, y de la constitución que he¬ mos jurado, si los pueblos para elejir a sus re¬ presentantes no llegan a conocer las prendas que deben adornarlos, y si ignorantes de sus intereses no se persuaden de los perjuicios que se les han de seguir no recayendo la elección en hombres ilustrados, que no nos guíen ciegos por el intrincado laberinto en que nos hallamos todavía:—en hombres prudentes que enseñados por la reflecsión y la esperiencia no se dejen deslumbrar de lo más especioso, desatendien¬ do lo más solido:—en hombres desinteresados que no reconozcan otro interés, que el de la causa pública: en hombres integros que desco¬ nozcan todo espiritu de cuerpo y de partido.— en hombres intrepidos que hagan oir do quiera el austero lenguaje de la verdad: en hombres impavidos que arrostren los mayores peligros por salvarnos:—en hombres, por último, que so¬ lo busquen, y vivan y mueran por el pueblo, si las circunstancias lo exigieren. Cuando una notable mayoría de individuos tales como aca¬ bamos de describir componga nuestro Congre¬ so, seremos, a no caber duda, grandes, dicho¬ sos y respetables. Entonces siempre que exa¬ minemos sus trabajos y hayamos de preguntar que se le debe? en vez de un triste y de¬ sesperado NADA, podremos contestar: se le debe¬ nuestro engrandecimiento, nuestra gloria.

FOLLETO.

Muy à sombra de tejado, y con la mayor precausión y miste¬ rio anda, traido de mano en mano, un folleto con el título de Manifies¬ to del Jeneral La-Fuente, acerca de su conducta administrativa, y causas que motivaron su lanzamiento del Su¬ premo mando del Perú. No bien huvo venido à nuestro poder, cuan¬ do tratamos de publicarlo inserto en el OBSERVADOR persuadidos de que documentos de esta clase perjudican nada más, que mientras ese mismo sijilo y esa obscuridad con que cir¬ culan les dá una importancia que en si no tienen ni merecen; más pues¬ tos á toda luz con los esclarecimien¬ tos convenientes se atrahen el des¬ precio y concitan el odio universal. Son lo mismo que los rateros, que solo á beneficio de las tinieblas, y de la desprevención pueden sacar al¬ gun fruto de sus cobardes maniobras. Pero enterados de que muy en bre¬ ve debe darse al público una refu¬ tación completa y victoriosa de cuan¬ tas falsedades, imposturas y enredos se contienen en el espresado folleto, hemos suspendido por ahora nuestro proposito. Cuando sea tiempo lo realizaremos, y nuestros lectores ten¬ drán entonces para pasar el ocio un Romance entretenido, y tanto, que si cosas que tan de cerca tocan y pertenecen a una gran Nación y á los dignos personajes que la rijen no fueran tan respetables, lances hay en el relato del indicado Ma¬ nifiesto que provocan vehemente á la risa. Contradicciones monstruo¬ sas—hechos, ó supuestos ó abultados, ó trocados—injurias atroces—insultos barbaros y groseros—anecdotas ridi¬ culas—pasajes novelescos—confesio¬ nes vergonzosas del mismo La-Fuen¬ te respecto de una parte de sus in¬ justicias, de sus tropelías y debilida¬ des; todo esto y mucho más que ahora omitimos comprende el papel, que à su nombre ha compuesto sin duda alguno guiado por apuntes, que

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