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EL OBSERVADOR IMPARCIAL.

TERCERA SUBSCRIPCIÓN.

Se admiten subscripciones en la
tienda de Don José Dorado ca¬
lle de Judios, y en la imprenta
del Estado por J. Gonzalez, al
precio de ocho reales adelanta¬
dos por cada doce números. En
los mismos lugares se venderán

también los números sueltos. A
los Srs. Subscriptores se les in¬
sertarán gratis las comunicacio¬
nes y avisos que quieran publi¬
car remitiendolos garantidos y
bajo ciberta á los EE. en la re¬
ferida imprenta.

N.o 30. LIMA 8 DE OCTUBRE E 1931. 1 RL.

¿QUÉ SE DEBE AL CONGRESO?

[CONCLUSIÓN.]

La celebración de un concordato con la silla
apostolica bajo las intrucciones que solo el Con¬
greso puede dar para establecer con ella fran¬
cas y solidas relaciones, y proveer a consecuen¬
cia las Mitras vacantes, encierra una importancia
excesiva que ha debido llamar muy seriamente la
atención y desvelos del cuerpo Lejislativo. Nada,
empero, se ha hecho, y en unos momentos en que
mas que nunca necesita el puebloo de la dirección
y auxilios de Pastores ilustrados patriotas y vir¬
tuosos se le tiene bajo la tutela de guardas mer¬
cenarios. Los que no olviden que la relijión ejerce
el imperio más absoluto sobre el corazón de los
hombres, y muy particularmente sobre el de los
relijiosisimos peruanos echaran de ver cuan im¬
posible es, que la Constitución y las formas que
de ella dimanan sean queridas y respetadas del
pueblo tan pronta y radicalmente como merecen
si no presiden al Gobierno de las Diocesis y
dirijen las conciencias de los fieles Prelados, que
adictos al sistema en que estriba nuestra libertad,
conocidos por su ilustración y respetables por
su virtud, sirvan de contrapeso y neutralizen la
acción de los ajentes del fanatismo y de los apo¬
yos de la superstición. Prelados, que sostengan
las instituciones populares, que inculquen en los
pulpitos y en las exhortaciones pastorales los
beneficios que debemos reportar de nuestra re¬
jeneración política, y que levanten de los ojos
del pueblo con el influjo poderoso de la relijión
divina, enseñada con pureza y limpia de perfidia
la hipocresia y el interés sordido procuran man¬
tener con todo esfuerzo. En asunto tan grave,
en materia tan delicada, es claro también, que
NADA SE DEBE AL CONGRESO.

La agricultura ha dado un clamor diario a
las camaras; la agricultura que es la principal y
verdadera riqueza de un estado, y sin la cual
no puede haber comercio seguro, faltando sus
primeras materias, que son las producciones de
la naturaleza. El reglamento de imprenta, que
necesita tantos esclarecimientos para que se apli¬
cación no este sujeta a las interpretaciones ar¬
bitrarias de los jueces de derecho, ha quedado
con otros importantisimos negocios que sería mo¬
lesto enumerar, rezagados o en olvido. Se abrió
la puerta a cuantos memoriales, presentaciones,
quejas, acusaciones, enredos y pretensiones se

presentaron, y he aqui. a todo el mundo empleado
en esta ocupación favorita, y empleando también
al Congreso en oir a sus comisiones sobre pun¬
tos los más futiles, y tal vez los más ajenos de
su objeto.

No decimos por esto, que el periodo de las
sesiones sea bastante para que hayan podido las
camaras abrazar en toda su extensión la univer¬
salidad de cosas, que exijían su atención y sus
cuidados; pero es indudable, que las materias
predichas son por su entidad y trascendencia
preferentes a otras con que se hallenado el tiempo.
Eran por decontado primero, que decretar viu¬
dedades y pensiones sobre fondos que les consta
no alcanzan ni aun para las urjencias más gra¬
ves: primero—que arbitrar los medios más se¬
guros de hacer efectivo el cobro de sus dietas:
primero—que el establecimiento de Casas de Mo¬
neda, cuando no hay plata que sellar: primero—
que declarar la capital de un Obispado, que no
ha de tener Obispo: primero—que separar la
Farmacia del Protomedicato: primero—que separar la
asignación anual del Auditor de guerra: prime¬
ro—que las deudas de los mineros por azogues:
primero—que determinar los linderos de las pro¬
vincias y parroquias: primero....más ¿para que
cansarnos?—primero, que todo cuanto se ha hecho
y que bien alambicado viene a reducirse a NADA;
ero una nada costosisima a la Nación por las
injentes sumas que tiene que erogar para la man¬
tenimiento de sus representantes.

¿Y es esto razonable y conforme con las
obligaciones sagradas contrahidas por ellos con
los pueblos? ¿Y en que puede consistir, y cual
puede ser la causa de un mal tan grave y
pernicioso? ¿Sera, acaso en la institución, o pen¬
dera en los que la desempeñan? La institu¬
ción de los congresos no cabe ni más recomen¬
dable ni más santa: es la más republicana, y
esto la hace preferible a cuantas formas se han
adoptado en la sociedad; pero mientras la in¬
dolencia, la apatia, el egoismo y el interés pri¬
vado se observen distribuidos en más o menos
porción entre sus miembros—mientras el espi¬
ritu demagogico logre predominar a los imbe¬
ciles o apocados para obtener un número su¬
ficiente de votos de esos que el bulgo llama
de reata, y componer un partido, o una mayo¬
ría quiza, que decida según sus miras las de¬
liberaciones de mayor importancia-mientras se
oiga decir a un diputado: yo no puedo votar

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