El Observador Imparcial

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mérito, que por desgracia son en todas partes infinitamente más, que los acreedores a las recompensas de la patria, y a la estimación de sus conciudadanos.

Por otra parte como toda tira¬ nía se apoya no tanto en la fuerza, como en las antiguas preocupacio¬ nes de los pueblos, y la libertad no puede adquirirse ni menos conser¬ varse sin rasgar el velo del error, patentizando la verdad á los hom¬ bres, es evidente que al combatir aquellas, ha de chocarse forzosa¬ mente los intereses privados de to¬ dos los que habían fundado su pa¬ trimonio sobre la ignorancia de la multitud, y esto ha de aumentar el número de los descontentos. Elejir el rigor exclusivamente en todas ocasiones como la mejor medida, seria comprometer, tal vez de un modo irreparable lo mismo que se quiere conservar, En tales casos la esperiencia y la razón aconsejan se use indistintamente de la fuerza y de la maña, empleando la primera con aquellos, que no por ignoran¬ cia sino por egoismo resisten al nue¬ vo órden de cosas, y la segunda con los que por error de entendimien¬ to rehusan acomodarse á lo que dic¬ tan la justicia y la conveniencia pú¬ blica. Al sagaz y prudente uso de semejantes medios debe la adminis¬ tración actual del Perú los adelan¬ tos que ha reportado en la con¬ solidación de las nuevas institucio¬ nes adoptadas despues de nuestra feliz emancipación de la antigua metrópoli. Fomentando la ilustra¬ ción por todos los medios imajina¬ bles y tomando un caracter de fran¬ queza con que dá siempre á enten¬ der que no el capricho ó la volun¬ tariedad sino el interés de la socie¬ dad la mueven á obrar, ha logrado ir conciliando el animo de la jene¬ ralida y adquirir toda aquella fuerza moral que debe poseer un gobier¬ no para hacerse obedecer con la prontitud que exije el mantenimien¬ to del órden público.

Lograda esta confianza, el go¬ bierno ya nada tiene que temer de sus adversarios, cualquiera que sea su número ó el rango que ocupen en la sociedad, y aun estos al fin y al cabo entrando algun día en cuentas consigo mismos, abrazaran sin duda un partido que han de cono¬ cer por fuerza que es el que me¬ nos inconvenientes les trahe. Este milagro lo estamos viendo y tocan¬ do frecuentemente entre nosotros mismos. ¿Quien no conoce alguno que tiempo atrás defendió el des¬ potismo de Turquia, convertido al presente en apolojista de las leyes y la justicia, tan solo por haberse convencido de que en la epoca ac¬ tual es lo menos espuesto y tal vez lo mas provechoso? ¿Y hay quien dude de que ya no existiria ni uno solo de aquellos, si los diferentes gobiernos que ha tenido el Perú des¬ de el principio de su revolución hu¬ biesen sabido como el presente ma¬ nejar los resortes de la política? Desengañemonos los mobiles del corazón humano han sido y seran unos mismos en todo tiempo; el se¬ creto esta en saberlos poner en ac¬ ción.

MISCELANEA.

HISTORIA NATURAL.

En uno de los días de mi residen¬ cia en Constantinopla, (dice un viajero moderno) me proporcionó la casualidad ocasion de visitar à un personaje turco, habilisimo naturalista, que empleaba cantidad de sus rentas en proporcionar¬ se toda clase de animales. Trabamos conversación sobre objetos de historia natural; y conociendo por ella mi afi¬ ción á la ciencia, me mostró un ani¬ mal llamado Estomago—agradecido, que tenía en su poder hacia mucho tiempo, y cuya especie la descubrió en un bos¬ que de las inmediaciones de aquella capital: su descripción es como sigue.—

Es animal bipede; su altura desde cinco pies, hasta cinco y seis pulga¬ das por lo ordinario: el cuerpo lijera¬ mente velloso; las uñas largas; su fiso¬ nomia y proporciones muy semejantes

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a la del Oran-gutang, el hombre de los bosques: tiene dientes caninos, mandiba¬ las prominentes, lengua aguzada, mira¬ das alagueñas y su andar cauteloso. El color varia desde el blanco hasta el negro obscuro: habla y su éco de voz es bastante parecido al humano. Sus habitos son apacibles: es mas pol¬ tron que activo. Conoce mucho la ma¬ no del que le alimenta y por lo común es agradecido. Aunque su pasion do¬ miuante sea la de comer, muestra sin embargo grande inquietud luego que vé al alcanze de su mano algo que tomar. El medio seguro de incomodarlo, es enseñarle plata, oro ó cualquiera me¬ tal, y esconderselo antes que pueda asirlo. Inmediatamente se altera, bulle, se irrita aun contra su mismo amo: en fin, es muy espuesta su proximidad. No hay animal (sin escluir el perro) que ad¬ quiera mejor y mas pronto los habitos de las casa en que habita.

Este de que hablo prestaba tanta atención á las conversaciones de su amo, segun el mismo me informó, que oi con admiración mia repetir al ani¬ mal todas las palabras y remedar to¬ das las jesticulaciones del mencionado personaje.

Pero aun fué mayor mi sorpresa cuando tomando café con su amo (ob¬ sequio que le debi repetidas veces) y tratando yo de convencer á este de que el sistema tiranico del imperio Otomano era opuesto á los principios de justi¬ cia, y aun á la conveniencia del mis¬ mo gobierno, se enfureció el animal de un modo horroroso, repitiendo exacta¬ mente las espresiones de su amo, que formaban la apolojia del despotismo. Huve de cortar la conversación por no esponerme à que creciendo la rabia del animal, rompiese la cadena con que estaba atado en el comedor donde nos hallabamos, y me destrozarse. Al cabo de algun tiempo de habernos separado de aquel sitio le recorde al turco la pasada escena, significandole cuanto me había admirado tamaña rareza. Contes¬ tóme: "No os sorprendais; pues ya os dije que estos animales adquieron los habitos de las personas que los alimen¬ tan. Mejor habeis escapado de lo que crei, pues no hace muchos días, suce¬ dió en casa de un comerciante hebreo, que mantiene uno de estos animales, la desgracia de que disputandose en su

escritorio sobre asuntos mercantiles, y oponiendose á los intereses del hebreo unode los comerciantes estranjeros que alternaban en la disputa, se desencadenó el animal, y dejó mal heridos a cuan¬ tos pudo cojer."

Despedime del turco, y fuime á mi casa a formar estos apuntes. Después he sabido que los Estomagos—agrade¬ cidos abundan en las inmediaciones de las capitales; que su especie es nume¬ rosa y sumamente perjudicial.—L.A.

Señores Editores.

Sirvanse UU. publicar en su pe¬ riodico la siguiénte—

Exortacion á cierto pretendiente del día.

No hay que desconsolarse suavisi— mo patriota, si por ventura todavía no has adelantado todo cuanto quisieras en tus pretenciones. Cosas sabré de¬ cirte que te seran de gran consuelo y utilidad si las practícas. No te ar¬ dre el recuerdo de la vida pasada; prescinde del vano temor que puede causarle la memoria de aquella aven¬ turilla que tu sabes, con a canalla goduna: los tiempos cambian, los su¬ cesos se olvidan, y los hombres mue¬ ren. La intrepidéz debe ser tu divi¬ sa, procura perder, sí aun conservas, esa quisicosa que llama verguenza la jente ramplona. Continua gritando por calles, plazas y cafees y estrados que no hay mejor patriota que tú: que en el pueblo donde residias, alojabas to¬ das las noches una partida entera de patriotas; que les dabas armas, caballos y dinera (te advierto que no hagas ca¬ so de que te oiga alguna persona de las que sepan has sido toda la vida un miserable), que has librado del supli¬ cio á muchos patriotas; que has se¬ guido correspondencia [aunque no se¬ pas escribir) con muchos jenerales, co¬ municandoles noticias importantes, que has sido de los primeros que entraron en la revolución, y ......... pues, otras cosas así. Con esto y la vocación per¬ fecta que tienes de pretendiente logra¬ rás al fin la protección de muchos que por iguales medios se hallan en esta¬ do de poderte hacer hombre.

Un veterano del ejército de pretendientes.

LIMA: —IMPRENTA DEL ESTADO POR J. GONZALEZ

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EL OBSERVADOR IMPARCIAL.

QUINTA SUBSCRIPCIÓN.

Se admiten subscripciones en la tienda de Don José Dorado ca¬ lle de Judios, y en la imprenta del Estado por J. Gonzalez, al precio de ocho reales adelanta¬ dos para cada doce números. En los mismos lugares se venderán

también los números sueltos. à los Srs. Subscriptores se les in¬ sertarán gratis las comunicacio¬ nes y avisos que quieran publi¬ car remitiendolos garantidos y bajo cubierta á los EE. en la re¬ ferida imprenta.

N.o 54. LIMA 3 DE FEBRERO DE 1832. 1 RL.

EL OBSERVADOR

Entre las comunicaciones con que se nos ha favorecido é insertamos hoy, es muy notable la que se ocu¬ pa de nuestro reglamento de impren¬ ta, sus jueces y sus sentencias. El cuadro que allí se traza à este res¬ pecto nos parece demasiado oriji¬ nal, y bien funesta y lamentable también la suerte de aquellos à quie¬ nes, por desgracia toca someterse al influjo fatal de formulas y juicios tan contrarios á las maximas del siglo, y que ofenden la razón y al buen sentido.

En medio de instituciones las mas liberales, y proclamando filosofía y republicanismo vemos desempeñar legalmente sus funciones un tribu¬ nal, adornado con cuantas perroga¬ tivas y ecepciones puderian exco¬ gitarse para ejercer el despotismo más sublimado y esquisito. Un tri¬ bunal, repetimos, sin apelación en sus sentencias:—que las pronuncia á usanza inquisitórial à ocultas, y sin que aparezca el motivo en que las funda: un tribunal, en que se con¬ funde á los ojos del público al juez recto é ilustrado con el idiota y pre¬ varicador, forzando á todos à que subscriban el voto de la mayoria emi¬ tido à puerta cerrada y sin testigos: un tribunal, por fin, compuesto de individuos, que por sus aptitudes y circunstancias acrditan, que en la

elección de muchos de ellos no pre¬ sidió el patriotismo, ni el bien de los pueblos y sobre todo, el deseo de protejer la sagrada ley de impren¬ ta que desde luego se pone en sus manos.

Mas, puesto que la ley debe ob¬ servarse sin disputa y que ni à no¬ sotros es dado el remediar tamaños males, ni tampoco hay ahora á quien ocurrir para que los contenga será inutil nose fatiguemos en ostentar las perniciosas consecuencias, que de ellos resultan á la sociedad entera. Pero como la impunidad de que la ley ha investido à los jueces de imprenta sea, à nuestro ver, la salva guardia conque ellos escudan sus estravios, es preciso probar si por otros medios puede contenerse¬ les, y llamarseles del laddo de la jus¬ ticia y de la circunspección. Una censura seria y constante pero im¬ parcial de cuantas sentencias pro¬ nuncien, quizá contribuirà á aquel objeto si es que son hombres, que respetan la opinion pública y el con¬ cepto que de ellos deban formar sus conciudadanos. Asi es, que invita¬ mos à todos los que desde hoy en adelante interpongan alguna denun¬ cia à que noss comuniquen su resul¬ tado acompañandonós la sentencia, y el papel denunciado para en su vista fundar nuestro juicio y censu¬ ra, y darlos al público inmediata¬ mente.

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UN CAPRICHO.

NOTICIAS ESTRANJERAS.

PAÍS DE LA REBUJINA.

Pillanga, á tantos de tantos—Su Al¬ tipotencia Benjamin ha salido á cam¬ paña: le sigue el gran Dalibert coman¬ dando los batallones de Tapari y Pa¬ riat, y demás cuerpos lijeros: la pro¬ visión de municiones es abundantisima y escojida, fabricada toda por el cele¬ bre facultativo Huanoseco. Se va á ha¬ cer uso por primera vez del formida¬ ble cañon llamado Trova obra que re¬ galó á su Alteza el sábio Májico Hin¬ chazon, y es de tan raro uso que el tiro sale por el oido, y se le prende fuego por la boca, siendo preciso para dar dirección á la bala àcia el norte dirigir al sur la punteria &c. De la edicción de los boletines y demás obras literarias va encargado el tipografo ma¬ yor del imperio, ciudadano Tanfresco celebre por los infinitos diarios que ha publicado en esta capital entre los que sobresalen los titulados, El Embrollon, de á fólio El Bribon de Siete suelas, El Trapala, y La Picaro-mania. Se dice, que todos estos grandes aprestos se reducen á la conquista del vasto reyno de las Batuecas, que se ha propuesto llevar al cabo su Altipotencia por ven¬ gar ciertos insultos, que algunos escri¬ torcillos de aquel país le han inferido en sus Diarios—Antes de la marcha del ejercito se hicieron por todos los habitantes del imperio grandes oracio¬ nes y rogativas á Yalpor, Dios en quien todos ellos tienen grande esperana aun que jamás les haya hecho un milagro.

Chabalongo, á 1o del mes de la Ravia—El ciudadano Vomitoprieto pre¬ sidente de La Turba Desnuda ha pu¬ blicado un manifiesto en que espresa los recelos que tiene de ser ahorcado ó fu¬ silado muy en breve, por el ódio que le profesan los del bando de la Rectitud, sin haber dado por su parte otros moti¬ vos, que haber querido mejorar la suer¬ te de su patria colocando en el trono á su favorecedor el Bajá Uñas Largas. Asegura, que morirá contento y en glo¬ ria, espirando por tan jsta demanda, porque de esta manera se penetrarán sus conciudadanos de que su patriotismo ha sido siempre igual, y siempre dirigido á beneficio del país.—Hay quienes di¬

gan, que el tal Vomitoprieto no es si no un rematado bribonazo, que conociendo la debilidad de los gobernantes hacia especulación con ella, afectando una entereza y un estoicismo de que abso¬ lutamente carece, y que desmiente con su relajadisima conducta pública; pero que asi eran bastantes para que los gober¬ nantes débiles y poco delicados le te¬ miesen, lo agasajasen y aun le pistaran para sostener sus vicios. Asi parece que lo hizo con su patron Uñas Largas á quien en un principio impuso y acosó de tal manera, que tuvo al fin que ca¬ tipular con él, y desde entonces va se les vió como intimos amigos, y Vomi¬ toprieto tuvo onzas á discreción para el juego, y sus demás virtudes republica¬ nas. Destituido de protector con la es¬ pulsion del Bajá, quiso poner en uso la táctica especuladora con que tanto había medrado; pero no habiendo sur¬ tido efecto con el jefe Rectitud se com¬ prometió en el arriesgado empeño de derrocar á este para que volviese al mando el Bajá, y con él la huelga y la pitanza. Fué descubierto y conven¬ cido, y aconsecuencia és, que espera, y con fundamento, verse tronado en me¬ dio de la plaza. De este modo racio¬ cinan algunos criticones y politicos de aquel pais; pero nosotros de nada sa¬ limos garantes.

TIERRAS BESTIALES.

Caparrota á 38 de Enero—Se vá estendiendo en este país maravillosamen¬ te la facultad de la palabra: ya no hay animal que no hable; actualmente el Moscon esta parlando como si fuera jen¬ te ó tuviese siquiera figura de tal.

Esta inaudita y rara maravilla se de¬ be al tino mental é incesantes tareas del ciudadano Trompeta siendo lo mas ad¬ mirable, que haya adelantado tanto ha¬ biendo sido mudo de nacimiento; pero como es oriúndo de las montañas de los papagayos y periquitos, estos le en¬ señaron a hablar la lengua de los ani¬ males con la que está haciendo prodi¬ gios tan estraordinarios. No hay vicho ni insecto que se resista á sus lecciones: al que no tiene lengua, le hace hablar con el rabo, con la cola ó cualquiera otra parte trasera. Asi sucede al Mos¬ con. Sin embargo, es tan desgraciado

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el susodicho Trompeta, que hay muy pocos que gusten de su habilidad porque dicen, que á los animales al hablar, les sale de la boca no se que vaho hediondo, y disparan unas perdigonadas à los con¬ currentes nada agradables y odorificas; pues.....manias de los hombres; pero lo cierto es, que Trompeta es apreciado y distinguido por todos los habitantes de Caparrta. (Se continuará.)

MISCELANEA.

OBSERVACIONES PRACTICAS.

Todo puede esperarse de la mujer interpelando su sensibilidad; pero nada si se recurre á sus prudencia.

Los criados incomodan á cada mo¬ mento á sus amos ó patrones con mil preguntas sobre fruslerias y cosas insig¬ nificantes. A pesar de esto, si llega á las puertas de la casa un limosnero, entónces se creen desobligados de con¬ sultar la voluntad del dueño de ella en órden á la conducta que ha de obser¬ varse con el méndigo. Tan desacredi¬ tados estan los hombres en punto á sen¬ sibilidad, que no cree equivocarse un sirviente, cuando interpreta la voluntad de su patron, de un modo que sea des¬ favorable á la petición del indijente. Así es que se cree autorizado (esto es lo jeneral y practico) á despedir al mise¬ rable, inconsulto el que podia remediarlo y con un empellon, despide autorita¬ tivamente al desvalido, dandole un seco: PERDONE POR DIOS. ¡Desgra¬ ciada humanidad! (El Clasificador)

REMITIDOS.

Esperense ustedes un poco, señores obser¬ vadores, que voy alla con este papelito. Es¬ trechense ustedes algun tanto para que pueda entrar en el primer número que salga, que és cosa buena y me acaba de ocurrir ahora.—Te nemos esverdad, libertad de imprenta y con ella guzamos de una de las franquicias que de derecho se deben à todo hombre libre y que és de la más alta importancia todo país donde se propende al engradecimiento y a la felicidad. La gozamos, repito, á tuti-plen y de un modo cual jamás se ha visto ni más franco, ni más respetado por la autoridad Su¬ prema. Tenemos también un reglamento so¬ bre el particular, sus jueces de hecho, y de derecho. &a. &a.

Hasta aquí pelitos á la mar y ande la danza; pero parando lo más jugoso de mi tris¬ te calavera en ese reglamento, en esos jueces y sus sentencias, me se vienen al magin tan¬ tas reflexiones que estaba espuesto á un tra¬ bajo, como v. g. un parto laborioso, según la espresión de los intelijentes, si no dijera algo para mi sosiego y tranquilidad.

Sea lo primero que salga de esta boca pecadora, que me hace muchisimo titere, que debiendo hacerse la elección de jueces de hecho en personas de notoria ajustada conciencia y acreditada integridad; instruidas y que se les conozca por haber seguido alguna carrera lite¬ raria y siendo estas tantas en número y en talentos entre nosotros, haya de recaer la su¬ erte en individuos como los de ogaño, que parece se han propuesto aburrir á los hom¬ bres para que jamás escriban. Desde lue¬ go ve U. la lista encapitada con seis ú ocho doctores, los más de ellos de los que llaman de tibi quoque, para que estos cubrien¬ do con sus capelos y sus borlas al maestro Pa¬ juelo &a. &a., no se eche de ver lo enorme de tamaña monstruosidad. Ya se ve, que esto lo hace la suerte: ¡maldita suerte que todo le trueca, y dá zapallos donde se necesitan me¬ lones! Para vamos á otro punto no menos re¬ dondo y garrafal.

Yo contemplo al juzgado de imprenta como un fracción ó parte, que digamos, del poder judicial. Sin embargo, se condena al ladron, y apela: al asesino, y apela: al trai¬ dor, al parricida y apelan. Se sentencia a un escritor, y apele U. ¿apelar? ¡buenos estamos! ó al solio de la Santisima Trinidad, ó á los tres palos. Bien: para eso los jueces que fa¬ llaron sobre el escrito, son las personas mas distinguidas en la ciudad por su ciencia, li¬ teratura, conciencia y justificación. Si: si: con¬ cedo: traslado al maestro. Con justicia, si se¬ ñor, con justicia és un tribunal inapelable é independiente de toda humana criatura. Y esto, señores observadores ¿está bueno? ¿Este es liberal filosófico y repúblicano? ¿Pues no ha de ser? Así será, pues padre, andando.

De manera, que en asunto de injurias y y calumnias que es donde el mas pobrete pone cada corcobo en las nubes, es cuento de herir, ó volverse locos. Le dicen á uno, que es un ca¬ bron rematado, que es salteador de caminos, y va muy tieso y satisfecho, y entabla su de¬ manda pensando contener y castigar á su ene¬ migo; pero sabelo este, y comiensa á hacer la ronda á los jueces: después va el empeñito de la comadre ó la ahijada, y por último los caen alcuello todos los amigos. Llega el día, se reune el juri y á boca llena declara, que no ha lugar a formación de causa: el agravia¬ do, que quizá suele andar por aquellos alre¬ dedores corre á imponerse de su suerte, y el señor secretario le sale luego al encuentro anunciandole su buena ventura. Rabia, jura, patea, ¿ve que hará? nada mas: tragar saliva, y pujar para dijerir la injuria y no quedarse con ella en el cuerpo. Dirán uestedes ó no faltará quien diga, que no sucede así: está cor¬ riente; yo no desmiento á nadie. Más por si

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