El Observador Imparcial

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BOLIVIA. PROCLAMA. EL PRESIDENTE DE BOLIVIA A LA NACIÓN.

BOLIVIANOS: Ya tenéis la paz que tanto habéis procurado, y restablecidas la amistad y armonía que deben exis¬ tir siempre entre bolivianos y peruanos.

A un momento de turbación van á succeder mayor confianza y mejores re¬ laciones, cuya necesidad se ha hecho sentir más en los peligros de perderlas.

Fiel á vuestros votos y á sus pro¬ pios deseos, el gobierno no ha podido consentir jamás en una guerra fratricida y devastadora. La actitud defensiva que fue preciso tomar para sostener vuestros más caros derechos, ha evita¬ do sin duda à los dos pueblos, males peores que la misma guerra.

CIUDADANOS: Habéis obtenido com¬ pletamente el triunfo que anhelabais—el de la paz; y una paz dirijida por la razón, es más estimable y segura, que la que suele hacerse después de comba¬ tes sangrientos, que siempre dejan tras de si odios, resentimientos y citas para nuevos combates. Esta paz debe ser eterna, porque es honrosa para ambas partes, sin serr onerosa para ninguna. Peruanos y bolivianos, reconciliados de buena fé, tendremos igual interés en conservarla, asegurandola más todavía con el tratado definitivo que ha de cono¬ cluirse en presencia de un ministro de nuestro común amigo el gobierno de Chile, que ha tomado el noble oficio de mediador. Allí se arreglarán ami¬ gablemente, y bajo el influjo solo de la razón en calma, todos los puntos que sean del interés recíproco, y que importen à la duración de nuestras bue¬ nas relaciones.

Dejando, pues, ya á un lado los apa¬ ratos bélicos, guardaremos nuestras ar¬ mas para—el único caso, en que el ene¬ migo común amenazára nuestra inde¬ pendencia: vamos a ocuparnos esclu¬ sivamente, de perfeccionar nuestras ins¬ tituciones, de restablecer la sublime carta que hemos recibido de la sabidu¬ ria del Congreso, y de abrir nuevos canales á la prosperidad nacional. Nues¬ tros campos, nuestros cerros y monta¬ ñas, contienen riquezas inmensas de to¬ das clases: he ahí teatros de la contrac¬ ción de hombres industriosos, y de re¬

públicanos, para quienes no hay gloria, sino trabajando en favor del reposo pú¬ blico, y de la especie humana. Para ser dichosos, no necesitais ocuparos más que de vuestros asuntos, y dar buena acojida à todos los hombres de la tierra, que os traherán lo que os falte y sobre todo, nuevos medios de descubrir vuestros tesoros.

BOLIBIANOS: La Divina Providencia ha compensado vuestros nobles esfuer¬ zos, restituyendoos el celestial don de la paz, que habéis merecido bien por vuestra moderación. Todos os habéis mostrado dignos de la libertad en los momentos de peligros, y debéis gozarla en segu¬ ridad y sin inquietudes. Un pueblo justo en el respeto a sus vecinos, hace cono¬ cer la resolución que tiene de defender sus propios derechos.

BOLIBIANOS: Una gloria os aguarda, la única que podéis ambicionar—ser el ejemplo de los pueblos que nos rodean; y que cuantos nos oobserven tengan que admirar el espectàculo de nuestro unión, y el santo respeto que profesamos á nuestras leyes.

El gobierno que tiene el cargo de ser vuestro apoyo y vuestra guía, nunca faltará á sus deberes, ni en la adversidad ni en la fortuna. Será constantemente, cual le habéis observado, el más celoso guarda de vuestras libertades, y siempre se creerá muy recompensado con la afección, y la confianza de que habéis dado muestras tan repetidas.

Palacio del gobierno en la Paz de Ayacucho á 28 de agosto de 1831. Santa-Cruz. (De el Boliviano.)

INTERIOR.

CUZCO. DISPOSICIÓN PLAUSIBLE.

"Considerando S. E. el Gran Maris¬ cal Presidente, que muchos individuos de tropa que han desertado del ejér¬ cito, han ido á ocultarse por los cerros y otros puntos, y habiendo cesado la necesidad de que vuelvan á las filas desde que se ajustó el tratado prelimi¬ nar de paz, ha tenido á bien conce¬ der indulto á todos los que hubieren desertado hasta el 28 de agosto en que firmó el tratado. Y à fin de que lle¬ gue a noticia de todos esta disposición, quiere S. E. que se publique por ban¬

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do, y se le dé notoriedad en todas las provincias de este departamento, para que los desertores puedan presentarse à las respectivas autoidades territoria¬ les, de las que recibirán un documen¬ to, en donde conste haberse presentado, con cuyo requisito, deberán retirarse trabajos, y proporcionar la subsistencia á sus familias."

PATRIOTISMO. COPIA UN RECURSO.

Señor Coronel Prefecto—

Los hacendados del valle de Paucar¬ tambo que subscriben sin que se crea infracción del artículo 16S del título 9.o de las disposiciones jenerales prescritas en la constitución política de la Re¬ pública, por las firmas colectivas por no ser repugnantes á la naturaleza de esta representación, que dista tanto del caracter de petición a que se contrae el artículo citado; ante el gobierno de este departamento, hacen presente: que no pudiendo olvidar sin ingratitud los aucilios que han recibído de la prefec¬ tura para dar un impulso à las fincas cocales del espresado valle, y menos mirar con indiferencia las escaceses que toca el erario nacional para cubrir las urjentes necesidades del ejército, ofre¬ cen de libre y espontanea voluntad, y como singular oferta de cada uno de los subscriptos, gravarse gustosamente en dos reales por cada arroba de coca que pallen sus respectivas haciendas por el termino de un año, que son tres mi¬ tas para que dicha eregación que los ocurrentes pagarán en coca á precios corrientes, ó en plata sirva al gobierno de un corto recurso, que pueda subve¬ nir en parte á sus fuerzas, tienen la honrosa satisfacción de protestar à U. S., que el placer que esperimentan en este acto es solo igual al dolor que los ocupa no pudiendo remediar de un modo más completo los conflictos nacionales—En su virtud—A U. S. suplican se digne admitir esta sincera demostración, hija de la gratitud y del patriotismo. Es gracia &a—Señor coronel prefecto— Francisco de Loayza—Juan José Am¬ puero—Juan José Usandivaras—Pedro Antonio Diaz—Como apoderado de D.

Marcos Calderon por su ausencia, Enrique Yavar.

En otro recurso suscrito por la H. Municipalidad de Chaco se ofrece jenerosa y ultroneamente pagar el duplo de la pencion que por razon de predios gravita sobre los vecinos de dicho valle para subvenir en parte a las necesidades del erario. (Minerva del Cuzco.)

EL OBSERVADOR,

Los jurados que se reunieron para fa¬ llar à cerca del artículo inserto en la Miscelanea N.o 395, firmado, El Vete¬ rano de la Independencia, han senten¬ ciado que debe abrirsele á su autor la correspondiente causa. Saldaba dema¬ siado á los ojos el abuso hecho á la oca¬ sión de la santa libertad de imprenta, y daba excesivamente en cara el per¬ verso espiritu que animó á publicar una mole tan indijesta de quejas y acrimi¬ naciones infundadas y malignas, para que los jueces de hecho dejasen de pro¬ nunciar con justicia su terrible fallo. Sin embargo creemos, que se ha hecho por fuera más caso del que se debía de lo substancial de aquella extrava¬ gante y desatinada produccióon, en que no se encuentra un solo pensamiento que tenga fuerza, ni un solo raciocinio que convenza á quien hago uso de su razón y su criterio. Todo el concepto de dicho artículo está reducido, a que sin haber mediado reñidos encuentros, ni sangrientas batallas, durante el tiem¬ po que el ejército ha permanecido acan¬ tonado en los departamentos del Sud, á la mira del resultado de nuestros ne¬ gocios con Bolivia, se han conferido 32 grados por el Jeneral Presidente de la República. Esta acción tan lisa y llana, pero adornada con su respectivo paño de pulpito, bordado de torpes des¬ verguenzas con que se espresan sonados agravios, inventadas injusticias, y matiza¬ do con las flores que presta un lenguaje insolente y altanero, compone toda la tra¬ ma todo el lustre de la tela urdida por el Veterano de la Independencia. Tal es el método y el estilo, que nuestros des¬ camisados van adoptando cuando hablan del gobierno: entre elios el desacato y la insolencia se tiene por entereza y ener¬ jia, y con tal que rerciban los aplausos

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de los que componen su indecente y limitado circulo no perdonarán injuria ni escusarán bocablo, por más grosero é impropio que aparesca para colocarlos en sus producciones detestables. La firmeza del gobierno debe contener por los tramites que la ley le señala este escandaloso abuso: su desentendencia en el particular pudiera sernos funes¬ tisima. Tratar de atraer á loos discolos, á los malvados con la moderación, la dulzura y aun con beneficios bien pue¬ de ser empeño de una alma noble y je¬ nerosa; pero está sobradamente proba¬ do, que con semejantes medios no se convierten jamás a la razón.

Mas contrayendonos á nuestro Vete¬ rano, en su artículo hallamos el com¬ probante más fuerte de cuanto llevamos expuesto. ¡Pues que! ¿solo se puede dar el nombre de campaña á aquellas jornadas en que se destrozan los ejér¬ citos, se vierte á torrentes la sangre, y queda sembrado de cadaveres el campo? Cuando una nación, que vé amenazada su libertad, hollados sus fue¬ ros, insultado su honor y su respeto, y en peligro su integridad y su reposo, embia sus guerreros parar que estén al reparo en aquellos puntos que las cir¬ cunstancias designan, y estos guerreros permanecen allí, sufriendo por dilatado tiempo toda clase de privaciones, expe¬ rimentando las inclemencias de los tem¬ peramentos más ríjidos, y prontos á par¬ tir á derramar su sangre para llenar, si fuese necesario, el encargo que la na¬ ción les confiara; estos guerreros repeti¬ mos ¿no habrían hecho una campaña ri¬ gorosa, y no habrían adquirido mérito alguno porque no llegó el caso de batir al enemígo? Era preciso para esto no tener la menor idea de la clase de indivi¬ duos de que se compone nuestro ejérci¬ to—de esa porción nobilisimade jovenes ilustres y bien acomodados en su país, que han abandonado sus hogares, sus for¬ tunas y regalias por ocupar un puesto entre los defensores de la patria, ce¬ diendo á las insinuaciones á las ins¬ tancias, mucho más nobles todavía, del que como jefe Supremo se les presenta ya como un camarada, y ya como un protector de sus méritos y servicios. Era preciso, decimos otra vez estar en¬ teramente desnudo de toda noticia acerca de la posición topográfica que ha ocupado nuestro ejército, su clima, su población &a. &a. Nada de es¬

to se oculta al Veterano: ¿luego porr que escandalizarse de que se hayan dado algunos ascensos, ajustada la paz con Bolivia, para lo cual ha tenido el ejército que hace una cam¬ paña real y verdadera? ¿Ni que exceso puede advertirse en 32 grados que se repartan en un ejército de seis á siete mil hombres? Por lo que respecta á que hayan recaido en personas bene¬ meritas, si todos han guardado (como lo creemos) el mismo órden que el que se ha conferido al Sr. Merino ascen¬ dido ahora á teniente coronel, cuando desde el año de 24 obtenia al grado de mayor, comportandose dignamente, no sabemos qué pueda encontrarse de re¬ prensible en el conferimiento de los ascensos que el Veterano vitupera.

Por otra parte, aunque bien chocante, ¿no es estremadamente gracioso, que al mismo á quien se le echa en cara su prodigalidad en dar ascensos, se le haga tambien un crimen en que sostie¬ ne jenerales y jefes estranjeros, que es otra de las manias de nuestro Vetera¬ no? Pues si el Perú, como este mismo confiesa, no pudo intervenir ó no inter¬ vino esclusivamente en su suerte, y ha sido dominado por jefes no peruanos, que desatendieron à los hijos del pais; y si á consecuencia de este manejo nos hallamos sin hombres hechos que subs¬ tituyan y reemplacen á los estranjeros ¿como no se les ha de sostener sien¬ do enteramente necesarios? y el des¬ prenderse de ellos, ¿como se hará sin haber formado antes á los que les han de succeder? ¿y esto como se verifica¬ rà sin premiar, sin dar ascensos á los mili¬ tares peruanos que se presentan dignos de obtenerlos? Digase de buena fé, que el jeneral Gamarra es al primer gober¬ nante que ha principiado a protejer, á fo¬ mentar decididamente à los militares pe¬ ruanos;—que los va formando y constitu¬ yendo de modo, que algun día no tenga la patria que valerse de estraños para nada, y no se le culpe de unos actos que solo tienden á tan laudable fin, ni se le impute, que sufre indebidamente lo que las circunstancias, y antiguos ajenos estravios le hacen sufrir.

AVISO.

Con este número dá principio la cuarta subscrip¬ sion del Observador, y reencargamos á los señores subscriptores de la capital se sirvan no entregar su importe sino á la persona que les entregue el cor¬ respondiente recibo.

LIMA: —IMPRENTA DEL ESTADO POR J. GONZALEZ

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EL OBSERVADOR IMPARCIAL.

CUARTA SUBSCRIPCION.

Me admiten subscripciones en la tienda de Don José Dorado ca¬ lle de Judios, y en la imprenta del Estado por J. Gonzalez, al precio de ocho reales adelanta¬ dos por cada doce números. En los mismos lugares se venderán

también los números sueltos. A los Srs. Subscriptores se les in¬ sertarán gratis las comunicacio¬ nes y avisos que quieran publi¬ car remitiendolos garantidos y bajo cubierta á los EE. en la re¬ ferida imprenta.

N.o 22. LIMA 10 DE NOVIEMBRE DE 1831 1 RL.

ASESINOS

Lima 10 de Noviembre de 1831.

Antes de anoche al retirarse à su casa uno de los editores de este periodico, se vio cercado por una cuadrilla de jente desconocida de la cual adelantandose uno de los que la componian, y encarandose al espresado editor, lo llamó por su propio apellido; pero habiendo reparado que el que le hacia la pre¬ gunta sonaba un puñal bajo el pon¬ cho con que el que le hacia la pre¬ gunta sonaba un puñal bajo el pon¬ cho con que venía vestido, sospe¬ chó alguna intención maligna, y ne¬ gandose a su apellido, logró, con¬ testando á otro porque en seguida fuè interpelado, lo dejase y diese tiempo para tomar asilo en una ca¬ sa, que á la sazon y allí cerca se hallaba abierta todavía. En el inter¬ valo tuvo lugar de oir al resto de los campañeros del que le había aco¬ metido hecharle a este en cara con imprecaciones groseras el engaño que había padecido, repitiendole: èl és—él és.

La voz de uno de ellos, que fue bien conocida del enunciado editor —el haber e interpelado primero por su propio apellido que negó—el ha¬ berlo dejado ir al contestar afirma¬ tivamente por el otro por que tam¬ bien fue prguntado—la persona cu¬ ya voz fue conocida, y otros da¬ tos que al día siguiente se obtu¬ vieron, como también algunos avi¬

sos que amistosamente se nos han llegado à dar por diversos personas; nos confirman que la espresada cua¬ drilla era compuesta de asesinos politicos, que llevaban el animo re¬ suelto de quitar la vida al mencio¬ do editor, y que por el equivoco ya referido no lo realizaron. Por con¬ siguiente, à poco esfuerzo que ha¬ gamos, y con las indagaciones que se van practicando, creemos estar muy en breve al cabo de todo es¬ te negro atentado, cuyo orijen, ra¬ mificaciones y trascendencia parece se estiende profunda y horrible¬ mente.

Entonces con todos los datos pre¬ cisos, con toda la seguridad debida, hablaremos al público, y lo instrui¬ remos de cuanto haya en este atroz particular: entónces sabremos si esta¬ mos todos efectivamente de buena fe, ó todo no es más que traición y perfidia. Entre tanto, hemos denun¬ ciado a las respectivas autoridades este suceso para que en cualquier evento, y en caso de acontecer al¬ guna desgracia se sepa à quienes se les deba imputar y quienes son los responsables. Por lo demás, buen cuidado tendremos en lo succesivo de andar prevenidos de modo que po¬ damos, si es que siguen con su in¬ tento, presentar al publico en el Sa¬ grario; ó en el cementerio de cual¬ quiera otra parroquía una muestra

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de los que componen esta nueva hermandad de asesinos políticos.

EXTERIOR.

BUENOS-AYRES,

ULTIMA REVOLUCIÓN.

Catamarca agosto 6 de 1831.

Ayer escribí á U. y hoy tengo el gusto de añadir algo más en órden á lo di¬ cho por relación que nos hace el Dr. Caballero presbitero natural de Cordo¬ va de donde fugó hace viente días.

Este señor dice que la revolución de Buenos-Ayres se ha efectuado de un modo firme y muy popular, encabezada por D. Feliz Alzaga y el consul fran¬ ces Mr. de Mendiville con protección abierta del Estado Oriental, lo que im¬ porta una guerra declarada á la liga litoral. Que los revolucionarios tienen una escuadrilla bastante fuerte al man¬ do de un Oyuela á cuyo favor fué pues¬ to en libertad el jeneral Paz, que ocu¬ pa hoy la silla del gobierno de Buenos¬ Ayres. Mendoza también dice estar insurrecta después de la muerte de Quiroga, aunque esta se contradice por una cartade D. José Santos Ortiz, di¬ rijida á su cuñada Da. Rosario Velez residente en Córdova, siendo este el único documento en contrario à la voz jene¬ ral de su muerte. La reacción de Men¬ doza fué efectuada por un oficial que lo nombran Riverito, casado en Cór¬ dova y à quien conozco mucho. Se confirma la retirada de Lopez de la provincia de Córdova, con cuyo motivo, sin duda, Ibarra está en Lito, es decir, sobre la división territorial de diez leguas del Chañar.

El oficial Canedo recibió òrden para regresar á Tucuman y en el mismo dia fué puesto en prision en donde per¬ manecia hasta la salida ee Caballero. Reynafé debía ocupar la silla del gobier¬ no de Córdoba después de la salida de las tropas litorales. Por fin dice muchas cosas mas el Dr. Caballero quien debe marchar mañana á Tucuman á decirlas verbalmente.—Miguel Dias de la Peña.

EL OBSERVADOR.

POLÍTICA.

Muchos políticos son de opi¬

nion de que un pueblo acostumbra¬ do a vivir en la esclavitud no con¬ serva facilmente su libertad, si por algun accidente estraordinario llegará adquirirla. Esta opinion cuya verdad demuestra la historia con repetidos ejemplos, está tan confirmada por la esperiencia que casi pasa por un axioma entre los hombres sensatos que han meditado con alguna im¬ parcialidad sobre los anales de las naciones. Tan natural es que una sociedad que repentinamente sale de las cadenas de la esclavitud no se¬ pa facilmente el precioso tesoro que ha adquirido, que no debe causar¬ nos admiración el mal uso que por lo ordinario han hecho de su libertad, hasta perderla en brave en manos del primer ambicioso, que so pre¬ testo del ben público ha usurpado el imperio de las leyes. Y no se crea que esta fatalidad sucede solo á aquellas naciones que han llegado al último estremo de corrupción, pues esas no pueden gozar ni un momento de ella con tranquilidad: tratamos de las que aun conservan costumbres y alguna moralidad, como ahora veremos.

La ignorancia de un pueblo que recobra su libertad no es el único obstaculo que se opone à su con¬ servación; son si, los muchos ene¬ migos que adquiere, y los pocos par¬ tidarios que halla el nuevo cambio de cosas. En el número de los pri¬ meros podemos contar todos aque¬ llos que devorando antes los teso¬ ros de la nación encontraban en la antigua tirania el principio de su grandeza; y como los honores y las recompenzas no se adquieren en un estado libre y gobernado por las leyes, sino al cabo de una carrera larga y penosa, y después de mu¬ chos y buenos servicios, y ninguna esperanza de alcanzarlos queda á los que se sienten sin méritos para ello, de aquí la absoluta necesidad de que el nuevo sistema halle tan¬ tos enemigos cuantos son los hom¬ bres ambiciosos y desprovistos de

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