30

OverviewTranscribeVersionsHelp

Facsimile

Transcription

Status: Needs Review

de los que componen esta nueva
hermandad de asesinos políticos.

EXTERIOR.

BUENOS-AYRES,

ULTIMA REVOLUCIÓN.

Catamarca agosto 6 de 1831.

Ayer escribí á U. y hoy tengo el gusto
de añadir algo más en órden á lo di¬
cho por relación que nos hace el Dr.
Caballero presbitero natural de Cordo¬
va de donde fugó hace viente días.

Este señor dice que la revolución de
Buenos-Ayres se ha efectuado de un
modo firme y muy popular, encabezada
por D. Feliz Alzaga y el consul fran¬
ces Mr. de Mendiville con protección
abierta del Estado Oriental, lo que im¬
porta una guerra declarada á la liga
litoral. Que los revolucionarios tienen
una escuadrilla bastante fuerte al man¬
do de un Oyuela á cuyo favor fué pues¬
to en libertad el jeneral Paz, que ocu¬
pa hoy la silla del gobierno de Buenos¬
Ayres. Mendoza también dice estar
insurrecta después de la muerte de
Quiroga, aunque esta se contradice por
una cartade D. José Santos Ortiz, di¬
rijida á su cuñada Da. Rosario Velez
residente en Córdova, siendo este el único
documento en contrario à la voz jene¬
ral de su muerte. La reacción de Men¬
doza fué efectuada por un oficial que
lo nombran Riverito, casado en Cór¬
dova y à quien conozco mucho. Se
confirma la retirada de Lopez de la
provincia de Córdova, con cuyo motivo,
sin duda, Ibarra está en Lito, es decir,
sobre la división territorial de diez leguas
del Chañar.

El oficial Canedo recibió òrden para
regresar á Tucuman y en el mismo
dia fué puesto en prision en donde per¬
manecia hasta la salida ee Caballero.
Reynafé debía ocupar la silla del gobier¬
no de Córdoba después de la salida de
las tropas litorales. Por fin dice muchas
cosas mas el Dr. Caballero quien debe
marchar mañana á Tucuman á decirlas
verbalmente.—Miguel Dias de la Peña.

EL OBSERVADOR.

POLÍTICA.

Muchos políticos son de opi¬

nion de que un pueblo acostumbra¬
do a vivir en la esclavitud no con¬
serva facilmente su libertad, si por
algun accidente estraordinario llegará
adquirirla. Esta opinion cuya verdad
demuestra la historia con repetidos
ejemplos, está tan confirmada por
la esperiencia que casi pasa por un
axioma entre los hombres sensatos
que han meditado con alguna im¬
parcialidad sobre los anales de las
naciones. Tan natural es que una
sociedad que repentinamente sale de
las cadenas de la esclavitud no se¬
pa facilmente el precioso tesoro que
ha adquirido, que no debe causar¬
nos admiración el mal uso que por
lo ordinario han hecho de su libertad,
hasta perderla en brave en manos
del primer ambicioso, que so pre¬
testo del ben público ha usurpado
el imperio de las leyes. Y no se
crea que esta fatalidad sucede solo
á aquellas naciones que han llegado
al último estremo de corrupción,
pues esas no pueden gozar ni un
momento de ella con tranquilidad:
tratamos de las que aun conservan
costumbres y alguna moralidad, como
ahora veremos.

La ignorancia de un pueblo que
recobra su libertad no es el único
obstaculo que se opone à su con¬
servación; son si, los muchos ene¬
migos que adquiere, y los pocos par¬
tidarios que halla el nuevo cambio
de cosas. En el número de los pri¬
meros podemos contar todos aque¬
llos que devorando antes los teso¬
ros de la nación encontraban en la
antigua tirania el principio de su
grandeza; y como los honores y las
recompenzas no se adquieren en un
estado libre y gobernado por las
leyes, sino al cabo de una carrera
larga y penosa, y después de mu¬
chos y buenos servicios, y ninguna
esperanza de alcanzarlos queda á
los que se sienten sin méritos para
ello, de aquí la absoluta necesidad
de que el nuevo sistema halle tan¬
tos enemigos cuantos son los hom¬
bres ambiciosos y desprovistos de

Notes and Questions

Nobody has written a note for this page yet

Please sign in to write a note for this page