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a la del Oran-gutang, el hombre de los
bosques: tiene dientes caninos, mandiba¬
las prominentes, lengua aguzada, mira¬
das alagueñas y su andar cauteloso.
El color varia desde el blanco hasta
el negro obscuro: habla y su éco de
voz es bastante parecido al humano.
Sus habitos son apacibles: es mas pol¬
tron que activo. Conoce mucho la ma¬
no del que le alimenta y por lo común
es agradecido. Aunque su pasion do¬
miuante sea la de comer, muestra sin
embargo grande inquietud luego que vé
al alcanze de su mano algo que tomar.
El medio seguro de incomodarlo, es
enseñarle plata, oro ó cualquiera me¬
tal, y esconderselo antes que pueda
asirlo. Inmediatamente se altera, bulle,
se irrita aun contra su mismo amo: en
fin, es muy espuesta su proximidad. No
hay animal (sin escluir el perro) que ad¬
quiera mejor y mas pronto los habitos
de las casa en que habita.

Este de que hablo prestaba tanta
atención á las conversaciones de su
amo, segun el mismo me informó, que
oi con admiración mia repetir al ani¬
mal todas las palabras y remedar to¬
das las jesticulaciones del mencionado
personaje.

Pero aun fué mayor mi sorpresa
cuando tomando café con su amo (ob¬
sequio que le debi repetidas veces) y
tratando yo de convencer á este de que
el sistema tiranico del imperio Otomano
era opuesto á los principios de justi¬
cia, y aun á la conveniencia del mis¬
mo gobierno, se enfureció el animal de
un modo horroroso, repitiendo exacta¬
mente las espresiones de su amo, que
formaban la apolojia del despotismo.
Huve de cortar la conversación por no
esponerme à que creciendo la rabia del
animal, rompiese la cadena con que
estaba atado en el comedor donde nos
hallabamos, y me destrozarse. Al cabo
de algun tiempo de habernos separado
de aquel sitio le recorde al turco la
pasada escena, significandole cuanto me
había admirado tamaña rareza. Contes¬
tóme: "No os sorprendais; pues ya os
dije que estos animales adquieron los
habitos de las personas que los alimen¬
tan. Mejor habeis escapado de lo que
crei, pues no hace muchos días, suce¬
dió en casa de un comerciante hebreo,
que mantiene uno de estos animales,
la desgracia de que disputandose en su

escritorio sobre asuntos mercantiles, y
oponiendose á los intereses del hebreo
unode los comerciantes estranjeros que
alternaban en la disputa, se desencadenó
el animal, y dejó mal heridos a cuan¬
tos pudo cojer."

Despedime del turco, y fuime á mi
casa a formar estos apuntes. Después
he sabido que los Estomagos—agrade¬
cidos abundan en las inmediaciones de
las capitales; que su especie es nume¬
rosa y sumamente perjudicial.—L.A.

Señores Editores.

Sirvanse UU. publicar en su pe¬
riodico la siguiénte—

Exortacion á cierto pretendiente
del día.

No hay que desconsolarse suavisi—
mo patriota, si por ventura todavía no
has adelantado todo cuanto quisieras
en tus pretenciones. Cosas sabré de¬
cirte que te seran de gran consuelo
y utilidad si las practícas. No te ar¬
dre el recuerdo de la vida pasada;
prescinde del vano temor que puede
causarle la memoria de aquella aven¬
turilla que tu sabes, con a canalla
goduna: los tiempos cambian, los su¬
cesos se olvidan, y los hombres mue¬
ren. La intrepidéz debe ser tu divi¬
sa, procura perder, sí aun conservas,
esa quisicosa que llama verguenza la
jente ramplona. Continua gritando por
calles, plazas y cafees y estrados que
no hay mejor patriota que tú: que en
el pueblo donde residias, alojabas to¬
das las noches una partida entera de
patriotas; que les dabas armas, caballos
y dinera (te advierto que no hagas ca¬
so de que te oiga alguna persona de
las que sepan has sido toda la vida un
miserable), que has librado del supli¬
cio á muchos patriotas; que has se¬
guido correspondencia [aunque no se¬
pas escribir) con muchos jenerales, co¬
municandoles noticias importantes, que
has sido de los primeros que entraron
en la revolución, y ......... pues, otras
cosas así. Con esto y la vocación per¬
fecta que tienes de pretendiente logra¬
rás al fin la protección de muchos que
por iguales medios se hallan en esta¬
do de poderte hacer hombre.

Un veterano del ejército
de pretendientes.

LIMA: —IMPRENTA DEL ESTADO POR J. GONZALEZ

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