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producto de nuestra escasa agricultura yacen
en el mas profundo olvido para con el. Jamás
se ha visto en los periodicos que tal buque
lleve una arroba de algodon, un barril de vino,
una bara de balleta, ni que se haya aplicado
algun instrumento que facilite la esplotación de
metales. Solo se ven cargamentos de toda cla¬
se. Se entiende, la mitad en público, y la
otra mitad ò dos tercias partes en oculto.

Este el contrabando. Dije mal—en ocul¬
to, hablando jeneralmente pues solo es en ocul¬
to, hablando jeneralmente pues solo es en ocul¬
to para la internación mas para la ventana, se
hace de los efectos prohibidos con mas pu¬
blicidad,—que los permitidos. Parece que di¬
jera el comercio:—Pues el gobierno del Perú
prohibe tales efectos; yo los he de introducir
a su pesar, y he de probarle vendiendo os pú¬
blicamente, que es un gobierno debil y despre¬
ciable, pues no tendrá enerjia, ni valor para
decomisarlos de la tienda en que yo los pon¬
ga á vender. He aquí la correspondencia de
este huesped al favor que se le ha hecho, como
si el Perú que pudo concederle aquella fran¬
quicia, no tuviese facultad de exepcionar ta¬
les renglones, ó como si el que concede una
gracia, estuviese obligado á concederla en los
terminos que quiere el que la solicita.

¿Que importa que el Sr. Pando y el Sr:
Mora, con otros pocos mas estos señores es el
Perú, ni sus opiniones pueden derogar las leyes
que aquel se ha dado por sus representantes.
Por consiguiente el que se apoya en tales au¬
ridades quebranta lo que manda el poder le¬
jislativo por sus representantes para seguir unas
autoridades espurias.

Y en efecto, ¿Como podrán el Sr. Pan¬
do ni Mora persuadirnos que nos es util la
entrada èstranjera, de efectos que abundan en
nuestro país mejores, y mas baratos? Es pre¬
ciso suponernos muy estipidos, ó menos can¬
didos cuando menos, para que con sofismas ó
discursos artificiosos y elocuentes, de que abun¬
dan estos señores, nos convenzan que nos es
más util lo peor, y mas caro de los estranje¬
ros, que lo mejor y mas barato de nuestro pais.
Que los arroces, que los trrigos, que los azu¬
cares, que los vinos frecuentemente corrompi¬
dos aquellos, como lo hemos esperimentado por
dos años y mas, y simulados ó fiujidos estos
nos tienen mas cuenta que los frescos, mas
gustosos y por menos precio de nuestro país.
Si á un padre de familia que recoje estas
especies en sus graneros viniese un señor con
igual ó mayor representacion que los señores
que hablan, con igual ó mayor fama de sabios,
con igual ó mayor elocuencia á persuadirle que
le tiene gran cuenta comprar estos mismos efec¬
tos de á fuera aunque peores y mas caros;
por mas tonto que se le considere; no conven¬
dria por cierto en ese consejo pareciendole una
despreciable paradoja. No obstante, dicen eso¬
señores, el habito de tomar esos malos alimen¬
tos y licores ha hecho en muchos ciudadanos
una segunda naturaleza, y no podran pasarse
sin ellos. Este es un sofisma. Se han pasa¬
do antes sin ellos, lluego podrán pasarlo des¬
pues. Además que eeste es un gusto desórde

nado, que el padre de familia que es el go¬
bierno puede impedir a sus hijos incrutos, mu¬
cho mas si les hace ver hasta la evidencia, como
lo vamos a hacer, el mal y el engaño, que
padecon y que sufren.

Por lo que hace al mal que hacen esos
granos y arinas corrompidas, no es necesario
mucho discurso, ni haber estudiado mucha me
dicina: el paladar es el mejor juez en esta
parte. La naturaleza ha puesto en el la aver¬
cion a todo lo que le aprovecha. El pan cor¬
rompido nos desagrada indeciblemente: en el
arroz de las islas y otras partes encontramos
una dureza y aspereza con cierta fetides.
que lo hace mas desagradable comparado con
la suavidad, docilidad y casi imperceptible aro¬
ma del de Lambayeque y demas valles nuestros.

Vamos á los licores. El vino que se nos
trae de fuera, como el mejor, es el de Bur¬
deos, ó que trae ese nombre: pues vamos á pro¬
bar que ese vino no solo no es de Burdeos,
pero ni aun es vino.

Burdeos es un valle de la Francia que
de los mejores vinos desde luego, pero su pro¬
ducto total no exede de ciento ó ciento cincuenta
mil barricas. El Abad Pluche hace un racio¬
cinio acerca del vino de la isla de la Madera,
que pasa por demostrativo, y es este. Toda la
isla no produce mas que cien mil barricas, mil se
consumen en la misma isla, y solo veinticinco mil
se esportan para diversas partes del globo. Con
todo vemos que se espenden centenares de miles
de barricas con el nombre de la madera: luego el
exeso es de vinos adulterados con aquel nombre.
Apliquemos este raciocinio al de Burdeos, y se
hallar la demostración mas apurada. Burdeos,
como se ha dicho solo produce a los mas ciento y
cincuenta mil barricas. Los franceses son la
nación mas aficionada al buen vino que se co¬
noce: ellos pasan de veinte y seis millones
de habitantes: este vino pasa por el mejor
del mundo: por lo mismo tiene allí un consu¬
mo, que será milagro si dejan salir cien ber¬
ricas para un regalo de mucho aprecio. Con
todo se venden millones de barricas con el nom¬
bre de Burdeos: en una palabra se llena el
mundo de barricas y botellas de este vino:
luego el exeso es adulterado. Este argumento
no tiene réplica. Continuara.

AVISO.

Se van á leer censuras sobre el des¬
cubrimiento de unos autos, que en el juz¬
gado eclesiastico sigue D. F. Carrillo y
Mudarra. contra la relijion de Sto. Do¬
mingo para el pago de los reditos atra¬
sados, de un censo que reconoce en sus
haciendas de Palpa y Limatambo; los
que aparecen sacados del oficio por el
procurador don José Gutierre; y con su
muerte no ha podido tenerse noticia de
ellos, por mas dilijencias que se han
practicado; y por ser este el ultimo re¬
curso. A la persona que los entregue
ó dé razon se le gratificará.

IMPRENTA DEL ESTADO POR J. GONZALES.

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