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sus subditos del clero al tiempo de con¬
ferirles algun beneficio eclesiastico.
(Rejistro oficial de Mejico.)

INTERIOR.

Orden jeneral comunicada al ejército.

EN 7 DE SETIEMBRE.

Artículo 1.o S. E. el Gran Mariscal
Presidente ha determinado que en ade¬
lante de ejército se componga de tres
divisiones, dos de infantería y una de
caballería, mandadas por sus comandan¬
tes jenerales actuales, y que cada divi¬
sión conste de dos brigadas.

Art. 2.o La 1.a Brigada de la 1.a Di¬
visión se compondrá del 1.er batallón Pi¬
chincha, y del 2.o de Ayacucho, man¬
dandola el Coronel D. Miguel San Ro¬
man.

Art, 3.o La 2.a constará de los bata¬
llones 1.o de Zepita, y 2.o de Pichincha
á las órdenes del coronel D. Francisco
Vidal.

Art. 4.o La 1.a Brigada de la 2.a Di¬
visión, será compuesta de los batallo¬
nes 1.o de Ayacucho y Cuzco al mando
del coronel D. Cirilo Figueroa.

Art. 5.o La 2.a se scompondrá del 1.er
batallón Callao, y 2.o de Zepita, á cargo
del coronel D. Mariano Guillen.

Art. 6.o La 1.a Brigada de caballe¬
ría será de los rejimientos Usares de
Junin y Granaderos del Callao.—La ten¬
drá á sus órdenes el coronel D. Domingo
Nieto.—

Art. 7.o Y la 2.a al mando del coro¬
nel D. José María Frias, constará de
los rejimientos Dragones de Honor, y
Lanzeros del Cuzco.

Art. 8.o Los jefes de brigada que
solotengan la graduación de coroneles,
lo son efectivos desde esta órden y se
les reconocerá por tales.

Art. 9.o Cada brigada tendrá para
su detall un 2.o ayudante ó adjunto y
un amanuense, y se marcarán sus atri¬
buciones en reglamento particular.

Art. 10 Los jefes de Brigada dis¬
frutarán la gratificación mensual de 30
pesos.

Art. 11. S. E. acudiendo á la solici¬
tud del coronel graduado D. Bernardo
Escudero, ha tenido á bien concederle
su absoluta separación del servicio.

PERIÓDICO MINISTERIAL.

Cuando nos resolvimos a tomar la pluma
para insinuarnos acerca del silencio que obser¬
vamos en el Redactor de este periódico sobre
los muy importantes negocios internacionales
que a la sazón se ventilaban entre el Perú y
Bolivia, no fue sin haber escrutado antes los
votos de personas cordialmente adictas al in¬
terés y conveniencia de la patria, sin habernos
cerciorado de la opinión de muchos de los que
justamente se hallan comprometidos al soste¬
nimiento del orden anexo a la estabilidad de
la administración que nos rije, y sin haber oido
con repetición las malignas interpretaciones, que
los discolos y mal intencionados daban a un pro¬
ceder, que a nosotros mismos también nos pa¬
recia bastante irregular e inoportuno. Esto
mismo hemos praticado ahora después de leer
lo que sobre el particular ha contestado el es¬
presado Redactor en el N.o 84, y el resultado
ha sido, no haber variado en manera alguna
el dictamen de los primeros, no haber quedado
satisfechas las razones en que se fundan los
segundos, y haber tomado mayor incremento
las murmuraciones de los últimos.

El Redactor del periódico ministerial tra¬
ta de falsa nuestra crítica mediante a que, se¬
gún dice, no ha sido real y positivo el silencio que
le imputamos. Por si nos habíamos equivocado
hubimos de tomar la colección de los números del
Conciliador desde que corre a cargo de la muy
maestra mano que ahora lo dirije, y a ecep¬
ción de tres ocasiones en que muy de prisa, y
alla como entredientes dijo, que la paz era lo
que nos convenia, no encontramos una línea en
que se haya encargado de aquellos desgraciados
sucesos. Este rejistro, por la contra, nos ha
dado motivo para admirar más y más su com¬
portamiento, para fundar con mayor justicia
nuestra censura, y para hacer nuestra reconven¬
ción más animada.

Es cierto, que en varios números del Con¬
ciliador aparecen insertos diferentes documen¬
tos relativas a aquella época: en ellos se con¬
tienen insultos, atropellamientos, estorsiones, hos¬
tilidades, y tal vez, alguna atrocidad experimen¬
tada por nuestra parte. Pero cuando a su con¬
secuencia aguarda el que va leyendo oir un
grito sino de indignación, de dolor al menos,
viendo ejercida tanta barbarie sobre individuos
a quienes acompaña la nobilisima recomenda¬
ción de peruanos; el Conciliador desenten¬
diendose de todo sale con la friata, de la
causa del señor Quiroz, o la utilidad de los
relatores para el pronunciamiento de las senten¬
cias &a. &a. A nuestro ver, presentar docu¬
mentos semejantes, sin motivar una sola reflec¬
sión, un solo raciocinio, equivale a decir: esto
ha sucedido; pero a mi nada me importa: no
me duele nada tengo que ver con ello. ¿Y se¬
ría sufrible un tal lenguaje en boca del que
anuncia los sentimientos del gobierno?

El pacto internacional estriva en la moral
pública, y en el honor de los gabinetes, dijo no
ha mucho el Redactor del Conciliador: ¿y cuan¬
tas veces en el discurso de nuestras desave¬
mencias con Bolivia no se ha visto ultrajado gro¬

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