Se han postergado las parroquiales para el
Domingo proximo 27. Desde la llegada del Cor¬
reo en que vino la ley hasta el primer Domin¬
go designado por ella, apenas habían transcurrido
seis días, y este corto espacio no ha sido bas¬
tante para la distribución de las voletas necesa¬
rias de ciudadania. Ninguna medida prudente y
circunspecta es de más en una medida prudente y
circunspecta es de más en una materia tan im¬
portante. Entre tanto insistiremos en inculcar
sobre el acierto de nuestras elecciones. Nuestra
meditación y patriotismo deben producir los efec¬
tos más útiles y fructuosos.
No es bastante haber triunfado del cetro fer¬
reo del despotismo, haber superado las inmensas
dificultades de nuestra emancipación y nuevo es¬
tablecimiento, haber gozado del encanto ò real ò
aparente de la libertad, haber plantado en nues¬
tros muros la preciosa Bandera del República¬
nismo, si no cimentamos solidamente nuestras ins¬
tituciones, si no adquirimos la fuerza que nos fal¬
ta, si no nos revestimos de nuevas costumbres y
virtudes. Llamados por el destino à ocupar un
lugar eminente entre las Naciones, en el siglo
de la ilustración y de la filosofía, colocados bajo
de un clima pacifico y vigoroso, y sobre un sue¬
lo abundante de verdaderas riquezas, y de las
que el lujo considera como tales, debemos pro¬
pender á dar dirección à estas ventajas, aprove¬
chando de nuestros talentos y aptitudes, de nues¬
tros fondos y circunstancias felices en la oca¬
sión oportuna en que la suerte nos llama à for¬
marnos y constituirnos. Rodeados de enemigos
infatigables porque hay quienes deban serlo por
naturaleza è interés: rodeados de ambiciosos y
tiranos porque el hombre colocado en cierto gra¬
do parece que concentra todas sus fuerzas à esta
única pasión tan funesta à los pueblos como à
la virtud: en contacto con otros enemigos peo¬
res por domesticos y encubiertos, à quienes el
hambre y la necesidad, su indole ò su misma
ociosidad arrastran invenciblemente à la venali¬
dad y à la infidencia à la apatia ò à la incon¬
sideración, debemos ponernos en vela sobre la
suerte de la República, eludir con firmesa las
tramas y maquinaciones, no dejarnos seducir de
las apariencias hipocritas, ni caer en las diestras
maniobras de la aspiración. Una sana intención,
el espiritu público, el interés patrio bastarán à
(CP)