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y ambiciosos. Fáciles de conocer, su conducta
anteacta, nunca puede encubrirse ò disfrasarse:
jamás abrigarán en su corazón el jermen de la
beneficencia; huyamos de ellos, de sus seduccio¬
nes è intrigas.

Cuzco enero 16 de 1833.

Señores Editores del Observador.

No puedo menos que dirijir à UU. esta li¬
jera comunicación, como un desahogo del con¬
flicto que siente mi corazón, lo mismo que de¬
be suceder en el de todo peruano sensible por
los males de su Pátria, procedentes de la más
punible inacción ò apatía.

Ayer me hallaba paseando con unos amigos
en los portales de comercio, cuando se reunie¬
ron unos cuantos sugetos de este giro. Se ofre¬
ció conversación sobre el asunto dominante del
día; es decir, de la reunion de Colejios Elec¬
torales para Diputados à Convención. Uno de
estos comerciantes se produjo con la más fran¬
ca serenidad, de que no podía ser elector à cau¬
sa de que su patente no importaba más que dos
pesos, y que por tanto estaba comprendido en
la restricción de la ley. En seguida continuó
el otro, asegurando que la suya contenía la mis¬
ma cantidad, y que todo el comercio se hallaba
bajo de este mismo catastro y el que más con
cuatro pesos al semestre, Una terrible confusión
ocupó mis sentidos, al ver esa preferencia rate¬
ra de la comodidad particular al interés de toda
la Nación Peruana. ¿Podremos creer que los
comerciantes de esta Capital tengan solamente
el producto de ciento y doscientos pesos de sus
crecidos giros, mientras un miserable indíjena
contribuye por su tasa los ocho y nueve pesos?
¿Es posible que tan miserable economía, ò más
bien diré, una ridícula estafa al interés Nacio¬
nal, prive de tan augustos derechos de represen¬
tar la Soberanía à unas personas idóneas y ap¬
tas, que pueden discernir la justicia en las elec¬
ciones? Esta escandalosa táctica há entregado
los sufragios en mucha parte al arbitrio de las
clases despreciables de las parroquias, cuya ig¬
norancia se há inclinado las más veces al Sans¬
culotismo. Me esplicaré más claro en obsequio
de las personas sensatas, que con responsibili¬
dad, juicio y talentos han concurrido ó desem¬
peñar estas funciones que corresponden à la pú¬
blica prosperidad y justicia distributiva. Una
mitad ò más de los que han compuesto los Cole¬
jios Electorales de Provincia, pregunto; ¿han si¬
do conducidos por el espiritu del interés público
y de la suerte de la Nación? ¿Que há resul¬
tado de ese defecto de nuestras leyes reglamen¬
tarias que há sido remediado en esta vez por los
efectos de una dolorosa esperiencia? Los des¬
vios más perjudiciales. Yo hé presenciado en
las elecciones últimas de Quiquijana, donde un
Eclesiástico, que me dijeron era capitán de los
REALES ejércitos, se había apoderado de todos los
indíjenas de los pueblos llamados altos. Estos
conducían sus votos à los adjuntos, y pregunta¬
dos por fuera si conocían à su candidato contes¬

taban, que no; pero que el yaya les había de¬
signado. Este ejemplo ha sido imitado en casi
todas partes, con los electores inocentes y sen¬
cillos que han sido presa de los especuladores.
Hemos tenido Diputado, que há hecho servir su
descendencia de los antiguos incas, según decía,
para adquirir la elección y pagar à sus deudores
desde ese momento con las dietas de su nuevo
destino. Otro que desde Arequipa há hecho dis¬
tribuciones de igual clase por haber hipotecado
sus dietas à sus acreedores. ¿Recibirán los pue¬
blos mejoras de esta clase de representantes?

¡Ciudadanos! Yo invoco vuestra justicia para las
elecciones de los diputados para la Magna Asam¬
blea, que va à decidir de la suerte del Perú.
De ellos depende nuestra vida social ó nuestra
completa ruina. Un Peruano.

Señores editores del Observador:

La consideración al honor im¬
pide las más veces que los hombres manifiesten
al público el estado privado de su vida; pero
también el propio honor ecsije especialmente en
el sistema republicano que se publiquen cosas
que no debían hacerse. El que suscribe tiene
la necesidad de hacerlo así en orden à la sepa¬
ración en que vive de su consorte: en cuyo com¬
probante se servira U. insertar el siguiente auto
judicial—Cuzco y enero 10 de 1833—Autos y
vistos: y en consideración de que doña Marga¬
rita Leon muger legítima del licenciado don Ma¬
nuel Palomino no se há opuesto ni reclamado
contra la sumaria información recibida acerca de
su conducta inmoral y escandalosa sobre la fi¬
delidad de su matrimonio estando citada perso¬
nalmente; se declara que la separación en que
se halla su marido no puede ser motivo para
la suspención del ejercicio de ciudadano en que
se mantiene en quieta y pacifica poseción, en la
que se le ampara desde luego para que no sea
perjudicado. Entreguesele orijinalmente para los
usos que le convengan,—Doctor Miguel Mauri¬
cio Vargas—Ante mi Julian Tupayachi—An¬
tes de esta declaratoria, hé sido electo síndico
procurador en cuya poseción hé servido por tres
años, también hé sido nombrado por la Illma.
Corte Superior de Justicia Juez sostituto
más antiguo de Derecho de esta capital y hé
desempeñado otras comisiones que me han he¬
cho honor, las que solo se confían à hombres
de bien. En vista pues de todo, estoy cier¬
to de que mis compatriotas formarán otro con¬
cepto del que tal vez se formaron. Soy de UU.
su atento S. S. —Manuel Palomino.

SE VENDEN —

Las tierras de Aillipampa y Cajaspampa situa¬
das en Arcopunco cerca de la Pólvora: el que
guste comprarlas hable con el D. D. Juan Cazorla.

En las tiendas de los señores Otazu y Cam¬
pos se venden ejemplares de la nueva traducción
de los derechos Natural y de Gentes de Heinec¬
cio, à cuatro pesos cuatro reales cada uno.

IMPRENTA PÚBLICA POR P. E. GONZALEZ.

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