19

OverviewTranscribeVersionsHelp

Here you can see all page revisions and compare the changes have been made in each revision. Left column shows the page title and transcription in the selected revision, right column shows what have been changed. Unchanged text is highlighted in white, deleted text is highlighted in red, and inserted text is highlighted in green color.

2 revisions
c.patrick at Sep 13, 2022 10:15 PM

19

EL OBSERVADOR.

Este periódico saldrá à luz todos los
miércoles.

Los avisos que no pasen de diez renglo¬
nes, se insertarán, abonandose cuatro reales
por la primera inserción, y dos por las sub¬
secuentes. Los que ecsedan de dicho nume¬
ro de convenio con el impresor GONZALEZ.

Dichos avisos deberán estar en la im¬
prenta cuando más tarde el martes al medio
día; de lo contrario quedarán para el núme¬
ro siguiente.

Se admiten los remitidos que firmados
por personas conocidas sean dirijidos à los Edi¬
tores de este periódico, ò al Director de la
Imprenta.

N. 10.) Cuzco, miércoles 20 de febrero de 1833. (MEDIO REAL.

ELECCIONES.

Si todos los individuos de la sociedad de¬
ben empeñarse en dar sus votos, y en que nin¬
guno deje de hacerlo, no deben empeñarse me¬
nos que su elección sea acertada. Cuando
se habla de las calidades, que deben adornar à
los condidatos, se recomiendan altamente las je¬
nerales de patriotismo, saber, &c., y sin ambar¬
go parece que muchas veces no son solo estas
las que se buscan. En efecto; hay listas com¬
puestas de individuos, que si bien recomenda¬
bles, son conocidos por pertenecientes à la opo¬
sición. A esto tienden los esfuerzos de cierta
clase de hombres. Es verdad que no hay ley
en contra; pero, ¿se ha reflexionado acaso so¬
bre si conviene fomentar estas ideas? Este pun¬
to tan interesante no ha sufrido discusión. No¬
sotros, sin embargo, hemos indicado ya que una
oposición sistemada y tenaz, cual hasta ahora se
ha desplegado, y cual se aspira à cimentar, la
consideramos un veneno para el cuerpo social.
Examinemos su caracter y efectos, y entonces se
conocerá si nuestro juicio es errado, ò no.

Más de doce años cuenta la independencia
y más de dece años hace que hay oposición.
Ella ha mudado diferentes veces de personas;
las que hoy tenían este caracter, mañana deja¬
ban de tenerlo. Ella ha existido con más ò me¬
nos vigor: ha obrado ya legal, ya ilegalmente;
ya de este, ya del otro modo; y se ha dirigi¬
do ya contra un objeto, ya contra otro. No
obstante; concisando estas ideas, ellas puede re¬
ducirse à tres clases: 1. oposición à las perso¬
nas: 2. oposición à los principios: 3. oposición
à las personas y à los principios.

La primera nació con la rrevolución. Esta,
vinculando à su existencia los intereses de mu¬
chos, y oponiendose à los de otros, complicó
todos, movió el zelo del apático, è inflamò más
el ardor del entusiasta. La revolución, mirada
por este aspecto, aparecia con algo de perso¬
nal: por consiguiente los esfuerzos de sus de¬
fensores, y la oposición de sus contrarios, de¬
bía investir muchas veces el mismo caracter. Aun
hay más: la gloria, que reportaba à los gobernan¬
tes el éxito feliz, aunque fuese casual, de sus me¬
didas, escitaba los zelos y la envidia; y los ma¬
les, que trahía el éxito desgraciado de sus em¬
presas, aunque fuesen bien combinadas, escita¬
ban el disgusto y los rencores. En el primer

caso, los ataques solo podían ser, y eran per¬
sonales: en el segundo, sucedía lo mismo; por
que creyérondose que los males públicos solo
eran debidos à personas, se creía también que
el único medio de curarlos, era atacar aquellas.
Los que así calculaban, prescindían de las cir¬
cunstancias; y sin contraerse jamás à combatir,
modificar, ó formir un sistema de principios, di¬
rijían sus ataques à solo los individuos. Los as¬
pirantes se aprovechaban entonces de la exalta¬
ción de los verdaderos patriotas: llevaban el alar¬
ma y el disgusto el seno de las corporaciones,
de las ciudades, y de los ejércitos: obraran
pues la ambición, la ignorancia, y el patriotis¬
mo; y del fermento de esta mezcla de princi¬
pios opuestos, partía al fin el rayo de revolución
y de sangre, que por tantas veces conmovió o
derrocó las sillas vacilantes de los depositarios
del poder. No obstante; la historia, al recor¬
rer estas tristes escenas, las recorrerá discul¬
pando los errores consiguientes à todo revolución,
y al estado lamentable à que nos había reduci¬
do nuestra educación y circunstancias: su ojo im¬
parcial y perspicaz discernirá en ellas el espiri¬
tu honroso, que en lo general las producía: en¬
contrará mil actos de patriotismo y de virtud, y
no encontrará uno solo de esos rasgos de estu¬
pidez ò ferocidad que han acompañado siempre
á los desvarios sangrientos de los pueblos. En¬
tre tanto, conviene à nuestro intento el notar,
que, entre los efectos de este órden de cosas,
dos son los principales, los más funestos, y los
que aun duran. El primero es, que siendo las
mudanzas, no de gobiernos sino de goberantes,
estos seguían las mismas ideas que sus predece¬
sores; y naturalmente las cuasas mismas de la
caida de aquellos trahían la de estos: se suce¬
dían las revoluciones, y la causa del país retro¬
gradaba. El segundo es, que precisados los go¬
biernos à sostenerse, se sostenían descansando
en el único apoyo, que entonces conocían—la
fuerza; y que precisados también los goberna¬
dos à defenderse, y no contando con las garan¬
tías que hoy, acudían al mismo recurso. De es¬
te modo, las revoluciones vinieron à ser casi un
medio legal de influir en las mudanzas políticas
ò en su defecto, las maniobras obscuras: los
odios personales se aumentaron; se contrajo el
hábito destructor de atacar à los gobiernos, ata¬
cando à las personas; y se formó y cimentó al
fin, la oposición personal.—Copiado—Continuará.

19