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c.patrick at Aug 31, 2022 04:52 PM

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EL OBSERVADOR.

Este periódico saldrá à luz todos los
miércoles.

Los avisos que no pasen de diez renglo¬
nes, se insertarán, abonandose cuatro reales
por la primera inserción, y dos por las sub¬
secuentes. Los que ecseden de dicho nume¬
ro de convenio con el impresor GONZALEZ.

Dichos avisos deberán estar en la im¬
prenta cuando más tarde el martes al medio
día; de lo contrario quedarán para el nume¬
ro siguiente.

Se admiten los remitidos que firmados
por personas conocidas sean dirijidos à los Edi¬
tores de este periódico, ò al Director de la
Imprenta.

N.6.o) Cuzco, miércoles 23 de enero de 1833. (MEDIO REAL.

Se han postergado las parroquiales para el
Domingo proximo 27. Desde la llegada del Cor¬
reo en que vino la ley hasta el primer Domin¬
go designado por ella, apenas habían transcurrido
seis días, y este corto espacio no ha sido bas¬
tante para la distribución de las voletas necesa¬
rias de ciudadania. Ninguna medida prudente y
circunspecta es de más en una medida prudente y
circunspecta es de más en una materia tan im¬
portante. Entre tanto insistiremos en inculcar
sobre el acierto de nuestras elecciones. Nuestra
meditación y patriotismo deben producir los efec¬
tos más útiles y fructuosos.

No es bastante haber triunfado del cetro fer¬
reo del despotismo, haber superado las inmensas
dificultades de nuestra emancipación y nuevo es¬
tablecimiento, haber gozado del encanto ò real ò
aparente de la libertad, haber plantado en nues¬
tros muros la preciosa Bandera del República¬
nismo, si no cimentamos solidamente nuestras ins¬
tituciones, si no adquirimos la fuerza que nos fal¬
ta, si no nos revestimos de nuevas costumbres y
virtudes. Llamados por el destino à ocupar un
lugar eminente entre las Naciones, en el siglo
de la ilustración y de la filosofía, colocados bajo
de un clima pacifico y vigoroso, y sobre un sue¬
lo abundante de verdaderas riquezas, y de las
que el lujo considera como tales, debemos pro¬
pender á dar dirección à estas ventajas, aprove¬
chando de nuestros talentos y aptitudes, de nues¬
tros fondos y circunstancias felices en la oca¬
sión oportuna en que la suerte nos llama à for¬
marnos y constituirnos. Rodeados de enemigos
infatigables porque hay quienes deban serlo por
naturaleza è interés: rodeados de ambiciosos y
tiranos porque el hombre colocado en cierto gra¬
do parece que concentra todas sus fuerzas à esta
única pasión tan funesta à los pueblos como à
la virtud: en contacto con otros enemigos peo¬
res por domesticos y encubiertos, à quienes el
hambre y la necesidad, su indole ò su misma
ociosidad arrastran invenciblemente à la venali¬
dad y à la infidencia à la apatia ò à la incon¬
sideración, debemos ponernos en vela sobre la
suerte de la República, eludir con firmesa las
tramas y maquinaciones, no dejarnos seducir de
las apariencias hipocritas, ni caer en las diestras
maniobras de la aspiración. Una sana intención,
el espiritu público, el interés patrio bastarán à

conducirnos sin riesgo ni equivocación al acier¬
to y al suceso.

Si es verdad que los pueblos se doctrinan
con más seguridad por la experiencia que por
los discursos, y que la que ha colmado nuestros
sufrimientos dá el más claro testimonio de nues¬
tros errores pasados; no seríamos disculpables si
adandonasemos criminalmente al acaso nuestra
suerte. Las leyes forman las costumbres y las
naciones: las costumbres serán siempre el dis¬
tintivo más ò menos decoroso del caracter de las mis¬
mas naciones. Los lejisladores reasumen este poder
y esta gloria: en todas partes en que han pros¬
perado las sociedades se les ha mirado como Dio¬
ses: la felicidad de los pueblos depende pues de ellos.

Se creería que el Perú haya mirado hasta aqui
con la mayor desatención, por no decir indolen¬
cia este interesante objeto: tal ha sido el triste
resultado de sus elecciones. Cada periodo
ha arrastrado calamidades, y en cada periodo he¬
mos desatendido los avisos y la desconfianza de los
pueblos. Las prensas, los recursos particulares,
la opinión pública han manifestado constante¬
mente los abusos y las nulidades: la falta de las
calidades de la ley en los Diputados se ha visto
como de ninguna importancia, de donde ha pro¬
venido el atraso, y tal vez el infortunio. Al fren¬
te de una Nación respetable y la primera tal vez
en el nuevo mundo: al augusto y sublime cargo
de fundarla y darla leyes, hemos visto que
contra toda razón y con agravio de la dig¬
nidad nacional han sido llamados à ocupar ese
lugar sacrosanto, hombres maquinas imbeciles pa¬
ra el bien, que ojalá lo fueran para el mal: hom¬
bres inmorales y corrompidos, cuya conducta ha
sido el escándalo de la sociedad: hombres sin
destino conocido, ni más bienes que la sustan¬
cia de los pueblos, à quienes les ha tocado la
desgracia de abrigarlos, complicados en robos y
vejaciones, y tal vez en asesinatos y procesos pen¬
dientes: hombres cuya altaneria y despotismo, pro¬
ducto necesario de un corazón maligno, y cruel,
hacen la desesperación y la desgracia de los po¬
bres pueblos que relacionan con ellos: hombres
cargados de deudas, de vicios y necesidades cu¬
yo único estudio es el interés y la ganancia sin
reparar en los medios: hombres insubordinados
en fin, que viviendo de intrigas y maquinaciones,
más de una vez han levantado el puñal para de¬
vorar la Patria y sumirla en la anarquía y de¬

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EL OBSERVADOR.

Este periódico saldrá à luz todos los
miércoles.

Los avisos que no pasen de diez renglo¬
nes, se insertarán, abonandose cuatro reales
por la primera inserción, y dos por las sub¬
secuentes. Los que ecseden de dicho nume¬
ro de convenio con el impresor GONZALEZ.

Dichos avisos deberán estar en la im¬
prenta cuando más tarde el martes al medio
día; de lo contrario quedarán para el nume¬
ro siguiente.

Se admiten los remitidos que firmados
por personas conocidas sean dirijidos à los Edi¬
tores de este periódico, ò al Director de la
Imprenta.

N.6.o) Cuzco, miércoles 23 de enero de 1833. (MEDIO REAL.

Se han postergado las parroquiales para el
Domingo proximo 27. Desde la llegada del Cor¬
reo en que vino la ley hasta el primer Domin¬
go designado por ella, apenas habían transcurrido
seis días, y este corto espacio no ha sido bas¬
tante para la distribución de las voletas necesa¬
rias de ciudadania. Ninguna medida prudente y
circunspecta es de más en una medida prudente y
circunspecta es de más en una materia tan im¬
portante. Entre tanto insistiremos en inculcar
sobre el acierto de nuestras elecciones. Nuestra
meditación y patriotismo deben producir los efec¬
tos más útiles y fructuosos.

No es bastante haber triunfado del cetro fer¬
reo del despotismo, haber superado las inmensas
dificultades de nuestra emancipación y nuevo es¬
tablecimiento, haber gozado del encanto ò real ò
aparente de la libertad, haber plantado en nues¬
tros muros la preciosa Bandera del República¬
nismo, si no cimentamos solidamente nuestras ins¬
tituciones, si no adquirimos la fuerza que nos fal¬
ta, si no nos revestimos de nuevas costumbres y
virtudes. Llamados por el destino à ocupar un
lugar eminente entre las Naciones, en el siglo
de la ilustración y de la filosofía, colocados bajo
de un clima pacifico y vigoroso, y sobre un sue¬
lo abundante de verdaderas riquezas, y de las
que el lujo considera como tales, debemos pro¬
pender á dar dirección à estas ventajas, aprove¬
chando de nuestros talentos y aptitudes, de nues¬
tros fondos y circunstancias felices en la oca¬
sión oportuna en que la suerte nos llama à for¬
marnos y constituirnos. Rodeados de enemigos
infatigables porque hay quienes deban serlo por
naturaleza è interés: rodeados de ambiciosos y
tiranos porque el hombre colocado en cierto gra¬
do parece que concentra todas sus fuerzas à esta
única pasión tan funesta à los pueblos como à
la virtud: en contacto con otros enemigos peo¬
res por domesticos y encubiertos, à quienes el
hambre y la necesidad, su indole ò su misma
ociosidad arrastran invenciblemente à la venali¬
dad y à la infidencia à la apatia ò à la incon¬
sideración, debemos ponernos en vela sobre la
suerte de la República, eludir con firmesa las
tramas y maquinaciones, no dejarnos seducir de
las apariencias hipocritas, ni caer en las diestras
maniobras de la aspiración. Una sana intención,
el espiritu público, el interés patrio bastarán à

conducirnos sin riesgo ni equivocación al acier¬
to y al suceso.

Si es verdad que los pueblos se doctrinan
con más seguridad por la experiencia que por
los discursos, y que la que ha colmado nuestros
sufrimientos dá el más claro testimonio de nues¬
tros errores pasados; no seríamos disculpables si
adandonasemos criminalmente al acaso nuestra
suerte. Las leyes forman las costumbres y las
naciones: las costumbres serán siempre el dis¬
tintivo más ò menos decoroso del caracter de las mis¬
mas naciones. Los lejisladores reasumen este poder
y esta gloria: en todas partes en que han pros¬
perado las sociedades se les ha mirado como Dio¬
ses: la felicidad de los pueblos depende pues de ellos.

Se creería que el Perú haya mirado hasta aqui
con la mayor desatención, por no decir indolen¬
cia este interesante objeto: tal ha sido el triste
resultado de sus elecciones. Cada periodo
ha arrastrado calamidades, y en cada periodo he¬
mos desatendido los avisos y la desconfianza de los
pueblos. Las prensas, los recursos particulares,
la opinión pública han manifestado constante¬
mente los abusos y las nulidades: la falta de las
calidades de la ley en los Diputados se ha visto
como de ninguna importancia, de donde ha pro¬
venido el atraso, y tal vez el infortunio. Al fren¬
te de una Nación respetable y la primera tal vez
en el nuevo mundo: al augusto y sublime cargo
de fundarla y darla leyes, hemos visto que
contra toda razón y con agravio de la dig¬
nidad nacional han sido llamados à ocupar ese
lugar sacrosanto, hombres maquinas imbeciles pa¬
ra el bien, que ojalá lo fueran para el mal: hom¬
bres inmorales y corrompidos, cuya conducta ha
sido el escándalo de la sociedad: hombres sin
destino conocido, ni más bienes que la sustan¬
cia de los pueblos, à quienes les ha tocado la
desgracia de abrigarlos, complicados en robos y
vejaciones, y tal vez en asesinatos y procesos pen¬
dientes: hombres cuya altaneria y despotismo, pro¬
ducto necesario de un corazón maligno, y cruel,
hacen la desesperación y la desgracia de los po¬
bres pueblos que relacionan con ellos: hombres
cargados de deudas, de vicios y necesidades cu¬
yo único estudio es el interés y la ganancia sin
reparar en los medios: hombres insubordinados
en fin, que viviendo de intrigas y maquinaciones,
más de una vez han levantado el puñal para de¬
vorar la Patria y sumirla en la anarquia y de¬