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sus atribuciones, y atropellar manifies-
tamente la vulntad de sus conmiten-
tes. Si este ,odo de pensar careciera
de solidez ¿hasta donde no seria permi-
tido llevar las consecuencias? Con ha-
ber añadido los reformadores de la carta
un artîculo, que los autorizase por un
año para ejecutar hasta el último de sus
deseos; ya estaban facultados para sa-
eudir á su antojo todo los resortes de la
máquina social. Podian remover á los
empleados, atacar las propiedades, ver-
ter á raudales la sangre de los inocentes,
y cubrirnos de luto y de verquenza: en
una palabra, eran omnipotentes.

La república cansada de padecer
violentas convulsiones, no opuso resis-
tencia tenaz à los usurpadores, y al fin
sometiose humildemente al yugo, con
que se quiso deprìmirla. Creyó, ademas,
que con este sacrificio adquirirîan nue-
tras instituciones esa consistencia ape-
tecida, sin la que jamas pisarémos los
umbrales de la felicidad. Pero, se enga-
ñó. Los negocios tomaron un rumbo
inesperado. El que subió á la mijistratu
ra suprema por el impulso de los con-
vencionales no era destinado á serenar
la tempestad. Apenas empezó su espi-
nosa carrera, cuando manifestó que de-
jaría burladas las mad alhagueñas espe-
ranzas. Quisieramos tocar este asunto
sin astimar el amor propio de personas
acosades por la desdîcha. Sea en hora
buena el escojido de la convencion emi
nente patriota, reflecsivo y dotado de to-
das esas cualidades, sin las que ninguno
maneja diestramente las riendas de la
administracion; y sean profundos esta-
distas é incorruptibles cuidadanos los
que formaban su consejo. Lo cierto es
que la escistencia del gobierno conven-
cional llegò à ser incompatible con el ho-
nor y la tranquilidad del Perú. Hasta
las últimas clases habia cundido el des-
contento: las determinaciones supremas
no producian sino burla ó indignacion:
la imprenta, organo de las ideas y los
sentimentos nacionales, trabajaba con
actividad incesante porque la masa po-
pular se conmoviera; y si no se quiere
oscurecer verdades tan claras como la
luz del medio dia, nadie osará negar que
Lima mas de una vez corrió el peligro
de ser empapada en lagrimas y sangre.
El ejército sobre el cual pesaba la mas
formidable responsabilidad: ¿qué linea
debia seguir en tan malhadadas circuns-

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tancias? ¿Oponerse al curso irresisti-
ble de los acontecimientos y sumirse con
las patria en un abismo de calamidades,
ó permanecer quieto en medio de esta
confusion universal, ofreciendo con su
apatía vasto campo al desarrollo de fu-
riosas pasiones? La conducta, que hon-
radamente podian observar hombres li-
gados por su instituto á conservar inal-
terables el sosiego y buen nombre de la
sociedad, era confiar el timon del estado
á un peruano capaz de mantener el ór-
den publico hasta que reunidos nuestros
lejitimos representantes terminaran el
funesto reinado de las oscilaciones.

Peligrosos son, á la verdad, los movi-
míentos con que un puebli intenta sus-
traerse al dominio de los que le han en-
cadenado: dificil es señalar los casos, en
que no tienea derecho á la obediencia los
q' han obrwnido la sublime mision de le-
jislar; y muy mas dificil evitar que ideas
harto sanas sirvan de apoyo á los deli-
tos, y santifiquen la anarquía, Mas, el
ciudadano, que atiende á sus obligacio-
nes, no es inerte: hay ciertos hechos
que ostentan á primera vista todos los ca-
racteres de la mas escandalosa usurpa-
cion; y si pagamos el tríbuto debido á la
verdad, confesarémos que el error de la
sumision ilimitada ha orijinado bajo la
tiranía y en tiempo de revueltas inmen-
sos males.

Continuará.

NOTA

La celeridad con que es necesario
ecsaminar las prebas de este periôdico,
no permite algunas veces que los razgos
salgan á luz con la limpieza y correccion
apetecibles. En el núm. 36, pag 4a.
col. la. lin. 29, hay una interrogacion,
que altera sustancialmente el sentido del
periodo á que debió estar unida: se di-
ce-¿ El odioso terrorista serenó la tem-
pestad, llevando á todas partes la devas-
tacion y el espanto? En el núm. 37 pag.
4a. col. la lin. 32 se dice- trajeran á
un lugar el fruto de imprimir sus medi-
taciones y esperiencias para dar á ciertas
operaciones el sello de una legitimidad
indisputable. Debe leerse-trajeran á
un lugar el fruto de sus meditacione y
esperiencias,para imprimir á ciertas ope-
raciones el sello de una legitimidad in-
disputable &c.

[middle column]

IMPRENTA DEL ESTADO POR PRUDENCIO ARANDA.

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