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c.patrick at Sep 11, 2022 01:06 AM

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EL OBSERVADOR.

Este periódico saldrá à luz todos los
miércoles.

Los avisos que no pasen de diez renglo¬
nes, se insertarán, abonandose cuatro reales
por la primera inserción, y dos por las sub¬
secuentes. Los que ecseden de dicho núme¬
ro de convenio con el impresor GONZALEZ.

Dichos avisos deberán estar en la im¬
prenta cuando más tarde el martes al medio
día; de lo contrario quedarán para el nume¬
ro siguiente.

Se admiten los remitidos que firmados
por personas conocidas sean dirijidos à los Edi¬
tores de este periódico, ò al Director de la
Imprenta.

N. 8.o) Cuzco, miércoles 6 de febrero de 1833. ( MEDIO REAL.

OPINIÓN.

¡Que sistema tan bello y de convenien¬
cia, grita una parte de los Republicanos!
¡Cuanta libertad para obrar! ¡Que energía y que
caracter en esta escogida porción de liberales
que hace el decoro de la nación y hará su di¬
cha! El espiritu público, el interés común re¬
ciden en ella sola Cuanto no habría abansado la
República sino fuera entorpecida su marcha por
esa otra porción que justamente calificada de
servil, noo es más que el organo de los que man¬
dan! A pretesto de paz, de orden, y de prospe¬
ridad dejan correr el despotismo à rienda suel¬
ta, apadrinan las monostruosas infracciones de la
ley y quieran sstener en su puesto à los que
gobiernan y demás autridades. Tímidos y pusila¬
nimes se horrorisan de toda innovación y cambia¬
miento y quieren dejar cundir el mal sin reme¬
diarlo. Llaman República y quieren que sea tal,
una maquina combinada en mobimientos regulares
como cualquiera otra sociedad, sin sacudidas vio¬
lents y sin nuevas formas. Quieren obstruir los ca¬
minos de las ganancias rápidas, de los empleos y de
las subitas fortunas; quieren quitar à los hombres
los medios de progresar sin trabajo, y sin un me¬
ritoo que es tan lento oque cuesta tanto y se ca¬
lifica tanto. Serviles, indignos de ser Republica¬
nos juran su adhesión y amistad à los gobiernos
por esa quimera personal que se llama gratitud,
por esa otra quimera más odiosa que se llama
consecuencia, por esta teoría ignominiosa que se
llama armonia entre las cuerdas del estado, por
este apego criminal à sus propiedades é intere¬
ses, à sus relaciones y comercio, à su industria
y apatia. ¿Qué importa que algunos de los que
están encargados de la administración de los po¬
deres, y que el ejército, otro servil estén subordi¬
nados y obren bien, si los otros obran mal? Y que
importa que aun estos obren bien, si en una
República es necesario que todo se agite y se
cambie; que unos suban y otros bajen à cada
paso, que todos aspiren el caracter liberal, y
que logren el fruto de la independencia?

Que bello sistema, exclama la otra por¬
ción, sino huberan tantos demagogos que todo
lo quieren transtornar: sino bubieran tantos as¬
pirantes sin aptitudes ni merito que quieren ha¬
cer fortuna à costa de revoluciones, de guerras
y de sangre; sino hubieran tantos desmoraliza¬
dos sin oficio ni beneficio que no tienen otro

empleo ni otros deseos que ver destrosarse la
Patra, por que no tienen que perder? Buenas
ò males nuestras instituciones, ellas nos man¬
tienen en paz y aseguran nuestras propiedades y
honor. Bueno ò malo nuestro gobierno, à él de¬
bemos la tranquilidad interior y las ventajas de
nuestro bienestar. Si no prosperamos rapidamen¬
te ò nos atrasamos sin sentirlo, es por el de¬
fecto ò los vacíos de la ley. Aunque esta se
quebrante en parte, son peores las convulcio¬
nes que el remedio. Mas vale un mal conoci¬
miento, que el bien por conocer. Que atmosfera tan
agradable es la de la quietud! ¡Que virtud tan emi¬
nente y útil, la de la gratitud y mutua conso¬
nancia entre el que manda y obedece! ¡Que
indignidad la de la perfidia y traicion à aquel
mismo de quien se ha recibido el pan! Nues¬
tras instituciones en lo substancial son exelen¬
tes, y acomodadas: los empleos los obtiene por
lo jeneral la parte más sana de la República:
poco à poco se reformarán los abusos y esta es
la marcha de las sociedades. El bien procumu¬
nal depende de una porción de Ciudadanoos que
se unen à los gobiernos, que velan sobre ellos,
y que caminan con sus sanas y conocidas inten¬
ciones. Más vale un moderado è indispensable
despotismo, que la anarquía; vale más una mo¬
ral mediocre, que una corrupción completa ò
el riesgo de una crisis en que se aventura de¬
masiado sin poder contar con el suceso. Mu¬
chos males se atribuyen à la Constitución ò a los
gobiernos que no son de ellos: juicio y repo¬
so; y los pueblos prosperarán por si mismos.

A donde está la opinión y cual es la más
cierta?

REMITIDOS.

CONVERSACIÓN.

Don Roso. ¡Oh! Señor D. Belloso ¿cuan¬
to tiempo no nos vemos à pesar de mis deseos
por aquel proyecto de policía que quedó pen¬
diente? D. Belloso. Habrá sido culpa de U.
amigo mío: más ocupaciones no me dan lugar
para ver à nadie U. es un empleado y le so¬
bra tiempo: yo vivo de mis trabajo y no me alcan¬
sa. D. R. Vamos, hoy es día de fiesta ¿y que
se hace U? ¿hablamos de aquella materia? D.
B. No estoy para el caso, tanto más cuanto
de algún modo veo reformada la policía: lo

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EL OBSERVADOR.

Este periódico saldrá à luz todos los
miércoles.

Los avisos que no pasen de diez renglo¬
nes, se insertarán, abonandose cuatro reales
por la primera inserción, y dos por las sub¬
secuentes. Los que ecseden de dicho núme¬
ro de convenio con el impresor GONZALEZ.

Dichos avisos deberán estar en la im¬
prenta cuando más tarde el martes al medio
día; de lo contrario quedarán para el nume¬
ro siguiente.

Se admiten los remitidos que firmados
por personas conocidas sean dirijidos à los Edi¬
tores de este periódico, ò al Director de la
Imprenta.

N. 8.o) Cuzco, miércoles 6 de febrero de 1833. ( MEDIO REAL.

OPINIÓN.

¡Que sistema tan bello y de convenien¬
cia, grita una parte de los Republicanos!
¡Cuanta libertad para obrar! ¡Que energía y que
caracter en esta escogida porción de liberales
que hace el decoro de la nación y hará su di¬
cha! El espiritu público, el interés común re¬
ciden en ella sola Cuanto no habría abansado la
República sino fuera entorpecida su marcha por
esa otra porción que justamente calificada de
servil, noo es más que el organo de los que man¬
dan! A pretesto de paz, de orden, y de prospe¬
ridad dejan correr el despotismo à rienda suel¬
ta, apadrinan las monostruosas infracciones de la
ley y quieran sstener en su puesto à los que
gobiernan y demás autridades. Tímidos y pusila¬
nimes se horrorisan de toda innovación y cambia¬
miento y quieren dejar cundir el mal sin reme¬
diarlo. Llaman República y quieren que sea tal,
una maquina combinada en mobimientos regulares
como cualquiera otra sociedad, sin sacudidas vio¬
lents y sin nuevas formas. Quieren obstruir los ca¬
minos de las ganancias rápidas, de los empleos y de
las subitas fortunas; quieren quitar à los hombres
los medios de progresar sin trabajo, y sin un me¬
ritoo que es tan lento oque cuesta tanto y se ca¬
lifica tanto. Serviles, indignos de ser Republica¬
nos juran su adhesión y amistad à los gobiernos
por esa quimera personal que se llama gratitud,
por esa otra quimera más odiosa que se llama
consecuencia, por esta teoría ignominiosa que se
llama armonia entre las cuerdas del estado, por
este apego criminal à sus propiedades é intere¬
ses, à sus relaciones y comercio, à su industria
y apatia. ¿Qué importa que algunos de los que
están encargados de la administración de los po¬
deres, y que el ejército, otro servil estén subordi¬
nados y obren bien, si los otros obran mal? Y que
importa que aun estos obren bien, si en una
República es necesario que todo se agite y se
cambie; que unos suban y otros bajen à cada
paso, que todos aspiren el caracter liberal, y
que logren el fruto de la independencia?

Que bello sistema, exclama la otra por¬
ción, sino huberan tantos demagogos que todo
lo quieren transtornar: sino bubieran tantos as¬
pirantes sin aptitudes ni merito que quieren ha¬
cer fortuna à costa de revoluciones, de guerras
y de sangre; sino hubieran tantos desmoraliza¬
dos sin oficio ni beneficio que no tienen otro

empleo ni otros deseos que ver destrosarse la
Patra, por que no tienen que perder? Buenas
ò males nuestras instituciones, ellas nos man¬
tienen en paz y aseguran nuestras propiedades y
honor. Bueno ò malo nuestro gobierno, à él de¬
bemos la tranquilidad interior y las ventajas de
nuestro bienestar. Si no prosperamos rapidamen¬
te ò nos atrasamos sin sentirlo, es por el de¬
fecto ò los vacíos de la ley. Aunque esta se
quebrante en parte, son peores las convulcio¬
nes que el remedio.