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Cecilia at Aug 27, 2022 06:40 PM

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Dios, gete por aquí, gete por allí, tomando lenguas de fula-
no y de zutano, y haciéndose el áegos de los abusos públicos,
sin avanzar un paso en su reforma. Tiró U. contra los asen-
tistas del teatro tanto tajos y reveces, que no los dexó ni pa-
ra sastre. Y zas á renglon seguido, y como quien no quiere
la cosa, le embocaron á U. en el cuerpo al Diablo predicador
como quien dice, allá va eso, para que el flamenco se tire
una oreja y no se alcanze á la otra. Por un triz voy yo esa
noche; aunque ya se ve que no hubiera esperado hasta el con-
cho, como que no me chupo el dedo; y luego que hubiera
rastreado el chusco, tomo las de Villa Diego = y sin decir ahí
quedan las llaves, escurro el vulto para ciento y un años. Y
todavia no las tengo todas conmigo; porque corre un run run,
de que se les ha metido en la cebeza el repetir la tal come-
dia. Y el domingo estuvo en el canto de un peso., el que la
cosa se hubiera puesto en planta. Me dice que U. salió ha-
ciéndose cruces, y que no faltó quien tirara los treinta dineros.
Pero hablando en oro, amigo mio, no se les puede hacer un
crimen de de esto. Porque el papel de U. (como se dexa en-
tender) les sabria a chicharrones del sebos; y como ellos no se
duermen en las pajas, quisieron sacarse el clavo antes que la co-
sa se enfriara. ¡Bonitos son ellos! aunque U. los vea así á la
buena de Dios, y que parece que no los menea el ayre, sa-
ben muy bien quantas son cinco, y donde les aprieta el zapa-
to. U. quiso que la letra les entrase con la sangre; y como no
aguantan pulgas, tiraron por la calle de enmedio. Lo mismo hu-
biera hecho cualquierita, pintese el que se pintase. Y por mí
saco el dechado. Por bien, harán de mi cera y pabilo: pero
si me quieren llevo ar a punta de Lanza, sacarán de mí lo mis-
mo que el negro del sermon; y á buen librar, que puede ser

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que vengan por Una, y salgan trasquilados. Tambien tiró U.
una inderectilla de Cobos sobre los remates de las demandas. Y
dizque el procurador de mi padre S. Juan de Dios, luego que
tuvo barruntos de esta cosa, corrió al despacho del Diario,
como alma que se la llevan los diablos, y hirviendo en có-
lera, le dixo á U. en sus barbas, sin enviárselo á decir con
nadie, que huia, que tornaria, y que minaría el mundo por
sacar en limpio al autor del artículo, y que despues llevaría
la cosa hasta la pared de enfrente. U. sufrió su [julepe: y qué
ha sacado? Tanto en una mano como en otra. Las demandas
siguen en el mismo pie: y mal que nos pese, hemos de ha-
cer á los demanderos la olla gorda. Amigo mio: dexe U. cor-
rer la bola, y quien viene atras que aree. Porque tratar de
que el pericote Viejo olvide su agujero, de que el moro vie-
jo sea buen cristinso, es agarrar el Cielo con las manos, es
majar en hierro frio, y predicar en desierto.

Pero ahora caygo en cuenta, de que U. me puede
volver la ayuda al cuerpo y decirme; que como hago hincapie
en meterlo á U. con razon, al mismo tiempo que le aconsejo
que dexe á cada loco con su tema. Pues, señor editor: U.
puede hacer de su capa un sayo, porque cada uno sabe su
cuento: que yo aunque la boca me coma por hablar, me he
de estar con la lengua pegada al paladar, sin tener con U. un
si ni un no en la vida de Dios. Echo U. pie atras, si le da
la gana: y si no, siga metiéndose en las vidas agenas, que lo-
mismo me echo yo en el bolsillo con lo uno que con lo otro.
Pero tenga U. entre pecho y espalda que si se mete en mu-
chas honduras, puede la torta costarle un pan. Aunque á mi
se me dará de eso lo mismo por arriba que por abaxo, atras
que á las espaldas; pues tengo muchas conchas para venir al

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Dios, gete por aquí, gete por allí, tomando lenguas de fula-
no y de zutano, y haciéndose el áegos de los abusos públicos,
sin avanzar un paso en su reforma. Tiró U. contra los asen-
tistas del teatro tanto tajos y reveces, que no los dexó ni pa-
ra sastre. Y zas á renglon seguido, y como quien no quiere
la cosa, le embocaron á U. en el cuerpo al Diablo predicador
como quien dice, allá va eso, para que el flamenco se tire
una oreja y no se alcanze á la otra. Por un triz voy yo esa
noche; aunque ya se ve que no hubiera esperado hasta el con-
cho, como que no me chupo el dedo; y luego que hubiera
rastreado el chusco, tomo las de Villa Diego = y sin decir ahí
quedan las llaves, escurro el vulto para ciento y un años. Y
todavia no las tengo todas conmigo; porque corre un run run,
de que se les ha metido en la cebeza el repetir la tal come-
dia. Y el domingo estuvo en el canto de un peso., el que la
cosa se hubiera puesto en planta. Me dice que U. salió ha-
ciéndose cruces, y que no faltó quien tirara los treinta dineros.
Pero hablando en oro, amigo mio, no se les puede hacer un
crimen de de esto. Porque el papel de U. (como se dexa en-
tender) les sabria a chicharrones del sebos; y como ellos no se
duermen en las pajas, quisieron sacarse el clavo antes que la co-
sa se enfriara. ¡Bonitos son ellos! aunque U. los vea así á la
buena de Dios, y que parece que no los menea el ayre, sa-
ben muy bien quantas son cinco, y donde les aprieta el zapa-
to. U. quiso que la letra les entrase con la sangre; y como no
aguantan pulgas, tiraron por la calle de enmedio. Lo mismo hu-
biera hecho cualquierita, pintese el que se pintase. Y por mí
saco el dechado. Por bien, harán de mi cera y pabilo: pero
si me quieren llevo ar a punta de Lanza, sacarán de mí lo mis-
mo que el negro del sermon; y á buen librar, que puede ser

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que vengan por Una, y salgan trasquilados. Tambien tiró U.
una inderectilla de Cobos sobre los remates de las demandas. Y
dizque el procurador de mi padre S. Juan de Dios, luego que
tuvo barruntos de esta cosa, corrió al despacho del Diario,
como alma que se la llevan los diablos, y hirviendo en có-
lera, le dixo á U. en sus barbas, sin enviárselo á decir con
nadie, que huia, que tornaria, y que minaría el mundo por
sacar en limpio al autor del artículo, y que despues llevaría
la cosa hasta la pared de enfrente. U. sufrió su [julepe: y qué
ha sacado? Tanto en una mano como en otra. Las demandas
siguen en el mismo pie: y mal que nos pese, hemos de ha-
cer á los demanderos la olla gorda. Amigo mio: dexe U. cor-
rer la bola, y quien viene atras que aree. Porque tratar de
que el pericote Viejo olvide su agujero, de que el moro vie-
jo sea buen cristinso, es agarrar el Cielo con las manos, es
majar en hierro frio, y predicar en desierto.

Pero ahora caygo en cuenta, de que U. me puede
volver la ayuda al cuerpo y decirme; que como hago hincapie
en meterlo á U. con razon, al mismo tiempo que le aconsejo
que dexe á cada loco con su tema. Pues, señor editor: U.
puede hacer de su capa un sayo, porque cada uno sabe su
cuento: que yo aunque la boca me coma por hablar, me he
de estar con la lengua pegada al paladar, sin tener con U. un
si ni un no en la vida de Dios. Echo U. pie atras, si le da
la gana: y si no, siga metiéndose en las vidas agenas, que lo-
mismo me echo yo en el bolsillo con lo uno que con lo otro.
Pero tenga U. entre pecho y espalda que si se mete en mu-
chas honduras, puede la torta costarle un pan. Aunque á mi
se me dará de eso lo mismo por arriba que por abaxo, atras
que á las espaldas; pues tengo muchas conchas para venir al