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TOM. 11.
No hay tirano que a mi no aborrezca,
Ni pueblo que no me ame y favorezca
Desprecio à los tiranos si consigo
Al pueblo tener siempre por amigo.
NUM. 3.
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EL REPUBLICANO.
AREQUIPA: MARTES 9 DE FEBRERO DE 1836.
ARTICULOS DE OFICIO.
República Peruana- Comandancia Je-
neral 2 Division-- Gramadal Enero 26
de 1836. -- Al Illmo. Sr. Gran Mariscal
D. Btas Cerdeña Jefe del E. M. J. del
Ejército Unido.
Illmo. Señor. -- En mis anterio-
res comunicaciones digo á U. S. I.
que desde Chuquibamba hice marchar
al Coronel Peralta á Majes, y de este
panto hasta Huacan, con una columna
lijera, á vanguardia de la infanteria. y
con órden de avanzar partidas hasta Vi-
tor. En consecuencia de esta órden fue-
ron tomados tres Jefes, dos Capitanes,
un Oficial subalterno, y algunos indivi-
duous de tropa en Vitor. En Huacan se me
reunió la Caballeria, que quedó á re-
taguardia para herrarse, y descansar al-
gunos dias, sin lo que no habria po-
dido llegar al punto que me dirije-
ra. El 22 llegué á Mocoro, y el 23 á
Palca para apoderarme del puente de
Uchumayo el 24, que suponia llega-
ria á Arequipa el Ejército Unido. Entre
tanto, supe, que en la Calera habira una
partida enemiga de trienta hombres, man-
dada con objeto de recojer ganado, le
ña, y toda clase de bestias. Para tomar-
la, dispuse que el Sarjento mayor D. Eva-
risto Amesquita, marchase sobre aquel
punto con trienta infantes y diez caba-
llos: con esta fuerza fué tomada la par-
tida, incluse el Comandante Osorio Ayu-
dante de Salaverry, y el Capitan que la
mandaba, quedando en el campo muer-
tos, en Oficial y tres individuos de tro-
pa. El 24 me preparaba á caer sobre el
campo de á retaguardia del ene-
migo, despues de sostendio el puente de
Uchumayo; cuando recibí las comunica-
ciones de U. S. I., y de S. E. en que
me avisa que la entrada del Ejército
Unido en Arequipa solo seria el 25, ó
26 Como en el punto en que me hallaba,
no tenia forraje, ni como proporcionarlo;
me dirijí á la quebrada que llaman de
Agua-salada, haciendo que el Sr. Co-
ronel Peralta con cuarenta infantes, se
avanzase hasta la Calera. Salaverry cre-
yendome en Vitor, destacó una columna
de ciento sesenta hombres, á las órde-
nes de Rios, para que me llamára la aten-
cion, mientras que el Sr. Vicanco á la
cabeza de una columna de cuatrocien-
tos, decendia por esta quebrada con ob-
jeto de batirme. El Sr. Vivanco llegó á
la Calera, donde sus guerrillas fureon con-
tenidas por las de la compañia avanza-
da á las ordenes del Coronel Peralta. Vi-
vanco crevó que en la Calera me hallaba,
y suponiendo mas fuerte mi division de
lo que en realidad era, dió parte á Sa-
laverry, quien seguido de una parte de
su escolta, y cien hombres mas que es-
cojió del batallon carabineros, marchó él
mismo á tomar el mando de la columna
que habia conducido Vivanco, dando sin
duda al mismo tiempo órden para que
se le replegára la columna que habia
marchado á Vitor, y que consiguió se
le reuniera oportunamente. Con esta fuer-
za entresacada de sus mejores tropas,
y acompañado de sus mejores Jefes, des-
cendio Salaverry á esta quebrada al mis-
mo tiempo que bajaba yo por ella para
tomar el camino de la Calera con obje-
to de batir á Vivanco. Sin embargo que
por las órdenes que me había comuni-
cado U. S. Y. con repeticion, no debia
batirme en ninguna circunstancia contra
fuerzas superiores, me parecia tan degra-
dante á las armas del Ejército Unido,
vencedor en todas partes, una retirada,
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