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c.patrick at Sep 11, 2022 02:14 AM

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que me ocupa ahora, es este flujo de papeles
que le ha entrado à nuestro país. Vea U. Mi¬
nerva de dos pliegos, Observador, Cocacho,
Viva el Perú, Monumentos literarios, Examen
pacifico del Evangelio prosbolico. D. R. ¿Qué?
D. B. Examen pacifico del Evangelio prosboli¬
co por D. Jonás Evangelista Profeta de Mongi¬
belo, y que se yo que más impresos, casi en
una sola semana. D. R. ¡Oh amigo! Eso
quiere decir que el pueblo se vá ilustrando. D.
B. ¡Bonita ilustración! Si dijera U. que se va
desmoralizando más, tal cual. D. R. No le en¬
tiendo. D. B. Pues amigo, yo si: los de
esos papeles no tienen otro objeto que sanerir
las personas y llenarlas de apodos, sin que es¬
to venga al caso que se proponen. D. R. Muy
bueno, así se correjiran los hombres. D. B.
Así se harán peores, y el ejemplo es más da¬
ñoso que todo; ya no hay hombre de bien
que pueda considerarse libre de esta arma, no
hay virtud segura, ni autoridad respetada para
ella: un papelucho destruye el honor de mu¬
chos años y hace decaer el vigor del verdade¬
ro Patriota. En toda sociedad se hallan malva¬
dos, hay odios y venganzas ¿y que mejor me¬
dio para satisfacerlas à tan poca costa y sin ser
sentido? ¿que más quieren los demagogos pa¬
ra sembrar y atisar la discordia entre los ve¬
cinos? D. R. Pues en todas partes sucede lo
mismo y no hay los temores que U. tiene.
D. B. No amigo, no tan en todas partes y el
Cuzco no es de los que deben sobresaltar en es¬
ta materia. Es verdad que no será tal vez el
Cuzco; apostaría yo que no son Cuzqueños los
autores de la mayor parte de esos papeles in¬
famantes. D. R. Pero para eso estan los Ju¬
ris. D. B. ¿Qué? D. R. Los Juris. D. B. Va¬
ya ¿se burla U? D. R. Digo que los Juris, y
digo también que U. me huele à Godo. ¿Con
que U. quiere que no se chiste ni se diga pa¬
labra por nada, que volvamos al tiempo de la
inquisición y que se cometan los mayores ab¬
surdos, crueldades, picardias y arbitrariedades
sin que nadie pueda resollar pena de la vida,
ò cuando menos de doscientos azotes en la pla¬
za? Vaya, que merece U. ir à vivir en Ate¬
nas. D. B. No amigo, no quiero eso; agrade¬
ciendo à U. el Cocacho que acabo de darme de
paso, sin que tenga la menor coerencia: de
este tenor sono los Cocachos. Yo querría y de¬
sea que se notasen los defectos públicos y las
faltas de la ley coon documentos y pruebas sin
traer à colación si el que las ha cometido es
tuerto ò cojo, jigante, ò pigmeo, ñato o na¬
rigudo: la prensa es libre y necesaria para cor¬
rejir los crímines públicos, y alla el confesona¬
rio esta destinado para los privados. ¿Que tiene
que ver el agravio de un individuo con toda
una corporación, con un ejército, ò con un sis¬
tema? ¿Qué tiene que ver una infracción de
ley con una corcoba personal? D. R. Yo veo
que esto es casi imprescindible teniendo tanta
conección los actos con las personas. D. B. Se
me acuerda amigoo el pasaje de la Limeña, que
disputando con otra sobre el más ò menos de
una compra llegó à enfurecerse la una tanto,
que trató à la otra dee p:.... Lllevada la que¬
ja al alcalde y haciendola cargo este de tal exeso
con un muger honrada y casada, le contestò la

injuriante, ¿que señor alcalde, estando de riña,
quería U. que la dijera que era una Santa? D. R.
Dejemonos de burlas. ¿y como quiere U. que se
corrijan estos exesos? ¿como hacer compatible
la libertad de la imprenta cono la moral pública?
D. B. ¿Como? Mientras se dietan mejores le¬
yes sobre esta libertad, ecsitandose las autorida¬
des à poner coto à este desborde, con pruden¬
cia y moderación. D. R. Que medio tan debil
è ineficaz por no decir opuesto al sistema! Yo
hallo otro mejor; el que se usó con el editor
del Telegrafo en Lima. D. B. En eso vendre¬
mos à parar jeneralmente. Bueno está el reme¬
dio. A Dios amigo.

Señores Editores del Observador;

Sirvanse UU. insertar en su periódico el si¬
guiente artículo, que por manifestar al público
mis operaciones, lo hago.

Arreglado al artículo 7.o de la Ley regla¬
mentaria de elecciones procedí en compañia del
honorable síndico à espedir los voletos de Ciu¬
dadania à todos los ciudadanos que ocurrieron
y que no estában comprendidos en los artículos
5.o y 6.o de la Constitución, entre aquellos á
los señores Oficiales del benemerito batallón Aya¬
cucho, con conocimiento cierto de que son tan
Ciudadanos como la primera persona que presi¬
de la República, en conformidad de la rectric¬
ción primera del art. 4.o de la Constitución, y
à ciencia cierta de no haber una Ley que de¬
clare que los Militares no sean Ciudadanos. Es¬
te procedimiento legal ha sido censurado de bár¬
baro por uno de los señores de la mesa elec¬
toral de la Matris, cuando aquella se negó à
recibir los sufragios de los señores Oficiales que
en fuerza del art. 8.o de la Ley reglamentaria
concurrieron à sufragar. Yo como alcalde, en¬
cargado de la distribución de boletos con el H.
síndico carecía de la facultad de privar de la
Ciudadania, esto es de negarle el boleto à cual¬
quiera persona, à menos de que notoriamente
estubiese comprendida en los artículos 5.o y 6.o
citados—Mis atribuciones son limitadas, no las
he prpsado: y siendo mi conducta legal, mi
procedimiento nunca fue bárbaro. Bábaro sí,
el que formó tal concepto, bárbaro el que cen¬
suró mi procedimiento y bárbaro el que se ne¬
gó à recibir los sufragios contra el terminante
artículo 8 referido. Cuando cumpliendo con mi
deber provei de boletos à los Ciudadanos Mi¬
litares, fue también por que estaba convencido
que en los números 62 at 73 de la prensa pe¬
ruana están muchos militares anotados como in¬
diferentes en sus obligaciones sociales por no
haber sufragado como Ciudadanos. En la Miscela¬
nea de Lima en el número último del mes que aca¬
bó, han venido listas de individuos que podían
ser electores, entre ellos militares: en un Co¬
legio electoral de una de las parroquías de aque¬
lla capital ha hecho de presidente un Militar;
deduciendose de esto, que los Militares no so¬
lo deben sufragar, sino que deben ser electo¬
res y por consiguiente son Ciudadanos. En vis¬
ta de todo esto, ¿por qué se ha graduado por
bárbaro mi procedimiento y se ha censurado por
tal? Al fin señores editores; de mis operacio¬
nes y de las de mi censurador este imparcial
público dirá cuales son más bárbaras—El Alcalde.

IMPRENTA PÚBLICA POR P. EVARISTO GONZALEZ.

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