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de su parte, que la opinión pública es decidida
por tales instituciones, ò por tales personas, no
tiene si no ver, en que partido está la parte sana
y útil: allí donde la encuentre, allí está la opinión
pública. Puede ser que accidentes imprevistos hagan
engañoso este medio alguna vez; pero generalmente
hablando, no puede serio siempre: al menos, es
sin duda el más sencillo y seguro.

¿Pero de que servirán todos esos conocimien¬
tos, si aquellas personas, que los poseen, perma¬
necen en inacción? Se ha notado en las eleccio¬
nes precedentes cierta apatia en muchas personas
de esas clases, que, si continua, traerá irreme¬
diablemente la ruina del país. Hombres de letras,
empleados, capitalistas, se han obstenido de votar;
ò por una apatia vergonzosa, ò por una indiferen¬
cia criminal, ò por un temor imbecil. Ya es tiem¬
po que todos se convenzan de la gran necesidad de
obrar en las elecciones; pero de obrar según la ley.
Es necesario sobre todo, que se convenzan de que
obrar hoy es una obligación; porque hay circuns¬
tancias en que el ejercicio de un derecho pasa à
ser un deber riguroso. Este se fortifica más si
llega à presentarse algun partido, que no teniendo
consideraciones que respetar, y esperando todo
de las elecciones, obra oculta y enérgicamente,
y obra empleando todos los medios. El lleva enton¬
ces la gran ventaja, que lleva el hombre activo so¬
bre el tímido ò negligente; y si él triunfa alguna
vez, à esa ventaja sola deberá su triunfo. Un es¬
critor muy moderno, hablando sobre lo que se
nota en las elecciones, se espera en tal conso¬
nancia con nuestras ideas, que no podemos me¬
nos que transcribir algo de lo que dice à este
respecto. "Por un Jado; dice, se muestra una
gavilla de hombres desmoralizados y corrompidos,
cuya ambición no puede saciarse, sino en el bu¬
llicio de las revoluciones; por otro solamente se
vé la indolencia ò la inercia de los hombres hon¬
rados, pero tímidos, que recelando esponerse à
que se hable de ellos, ò à que se sospeche la
voluntad de formar un partido, no toman medi¬
da alguna para oponerse à las criminales empre¬
sas de sus enemigos. Los primeros, aunque po¬
co numerosos, se dejan ver en todas partes, ha¬
blan siempre en voz alta, y como están segu¬
ros de que nadie se atreverá à contardecirles,
no tienen el menor reparo en sentar los prin¬
cipios más erroneos, cuya aplicación se reduce
siempre à que ellos, y solo ellos deben gober¬
nar à los demás. Los segundos se esplican siem¬
pre en voz baja unos con otros, ven abrirse el
abismo de males. que ha de sepultar à la pa¬
tria, sienten lo absurdo de las consecuencias,
que deducen sus contrarios; peroo no se deter¬
minan à salir à la palestra, por no faltar à su
compostura natural. De este modo el triunfo
es indispensable; porque si bien alguna vez pre¬
valecerán los buenos principios por el peso de
la verdad, las más serán obscurecidos ò palia¬
dos, por no atreverse à acusar criminalmente
à aquellos, que los combaten con descaro."

Así se esplica este escritor. El público juz¬
gará si sus observaciones son exactas, y sobre
todo, si son ò no aplicables ahora à nuestro
país, en parte ò en todo. (Continuará.)

Copiado.

REMITIDO

OPINIÓN.

Dichosos los tiempos pasados exclaman los
viejos: todo erra abundancia y tranquilidad, di¬
nero, recursos para ganar, y más que todo respeto
y deferencia à las canas! Feliz el siglo 18 gritan
los eclesiasticos y religiosos! que costumbres
que virtudes: que santidad, que teologia, y so¬
bre todo cuanto acatamiento el estado Eclesias¬
tico! Desde una cuadra fuera sombrero para
un triste Lego ò Monasillo. —Bienaventurado el
Gobierno antiguo claman los añejos literatos:
como prosperaban los estudios, ccon que maci¬
cez, con que espacio, con que teson se apren¬
dían las ciencias: esa Gramatica latina de cua¬
tro años por Nebrija; esa Filosofía de otros
cuatro por Rosell; esa Teologia de ocho años
por Palanco: la Jurisprudencia no se diga; Re¬
copilaciones de Indias y de Castilla de memo¬
ria.—¡Que metodo y formalidad la de nuestros
Padres exclaman los magistrados! Eso si era sa¬
ber ser Juez y tener prestijio: Jueces y tribu¬
nales! que seriedad que respeto, que dignidad
y que opulencia! ¡qué pintas las de los antiguos!—
Que tiempos los de nuestras Madres exclaman
las Mugeres; eso si era ser muger y tener al¬
guna gracia: por oir una queja por una reja alla
va una Casa; por torcer el ojo con sonrisa, alla
va un Vale à un mercader de diez ò veinte mil¬
pesos; por permitir se le alcanse el pañuelo que
se le había caido, allá vá una Negrita, ò dos
ò tres ò cuatro: ahora todas se han converti¬
do en rabonas. Que tiempos estos se quejan
todos: todo es pobresa y angustia, no hay co¬
mo ganar un real, el Comerciante no vende, el
chacarero no recoje cosecha, y la poca que
tiene ò se la queda ò vende muy mal. El Caña¬
verero por los suelos: el chorrillero trabaja pa¬
ra drogas, el Estanciero para contribuciones, al
Cocalero le ha entrado ucuya, al Empleado no
se le paga el sueldo, el Soldado à media ración,
los Jueces no trabajan, los Medicos no curan,
los abogados defienden devalde, los artesanos se
mueren de hambre, los muchachos no llevan a¬
sortes, las Mugeres no hacen nada, y los San¬
tos ya no hacen milagros.

Del otro lado los modernos Republicanos,
los Gobiernos, las prensas y los libros que nos
dicen? Feliz la época en que hemos nacido al
mundo: libertad, è ilustración; derechos è igual¬
dad; empleos y garantías, religión, y virtudes, fi¬
nura y varatura; lujo y prosperidad; charrete¬
ras, bordados y diplomas. Fuera coloniaje, es¬
clavitud, servidumbre, abyección y vilipendio,
fuera monopolioos, usuras y latrocinios; fuera ig¬
norancia, servilidad y vejaciones: fuera inquisi¬
ción y supertición; fuera armas y distinciones;
fuera injusticias arbitrariedades y postergaciones.
¿A donde está la opinión y cual es la segura?
(Se continuará.)

SE VENDEN

Guias de forasteros del Cuzco del presento
año en las tiendas de los señores D. D. Antonio
Otazu, D. Pedro Vargas, D. Vicente Becerra y
D. Mariano Campos al precio de seis reales
ejemplar.

IMPRENTA PÚBLICA POR P. EVARISTO GONZALEZ.

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