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EL OBSERVADOR.

Este periódico saldrá à luz todos los
miércoles.

Los avisos que no pasen de diez renglo¬
nes, se insertarán, abonandose cuatro reales
por la primera inserción, y dos por las sub¬
secuentes. Los que ecsedan de dicho núme¬
ro de convenio con el impresor GONZALEZ.

Dichos avisos deberán estar en la im¬
prenta cuando más tarde el martes al medio
día; de lo contrario quedarán para el nume¬
ro siguiente.

Se admiten los remitidos que firmados
por personas conocidas sean dirijidos à los Edi¬
tores de este periódico, ò al Director de la
Imprenta.

N. 4.o) Cuzco, miércoles 9 de enero de 1833. (MEDIO REAL.

Continua el articulo suspenso en el numero 3.o

La discordia superando los muros del con¬
greso se ha hecho trascendental al pueblo y ha
criado sus partidos. Cada uno de estos ha dis¬
currido precipitadamente contra el otro, mientras
la nave del estado corria riesgos y peligros. Con¬
siderandose cada Diputado toda la nación, habrá
jurado el exterminio de sus contrarios, y con el
azote levantado para el que respire sin forma ni
tramite, habrá creido que el mundo entero debe
sofocar sus quejas, bajar la cerviz y someterse à
toda clase de resoluciones. Personalizada así su
misión, habra tratado de hacerla refluir sobre es¬
tos fines y también por consiguiente sobre su
propia conveniencia. Habrá recavado las provi¬
dencias más antilegales à su favor pues careciendo
de regla fija, no tiene que dar cuenta de su con¬
ducta, y habrá prodigado premios y recompen¬
sas para si y sus relacionados; al paso que à
pretesto de beneficencia habrá cortado tal vez los
recursos de que vive la República, sofocando por
no estar en las conexiones intimas de la econo¬
mia hasta sus más equitables arbitrios establecidos.

Un congreso es la más formidable de las
potestades por lo mismo que puede disponer à
su arbitrio de la suerte jeneral de los pueblos y
de los hombres. Es toda la nación bajo de un
concepto moral, pero no puede ser toda en ra¬
zón de sus intereses y derechos, si hay leyes di¬
vinas inmutables y si hay recta razón en el hom¬
bre. Desde que estas sean transtornadas, desde
que se hiera la equidad natural, debe ser permi¬
tido à los pueblos reclamar estos mismos inte¬
reses y derechos, y reclamarseles ante si mismos
que es lo que importan las convenciones. En la
que se le aproxima al Perú, debemos fundar nues¬
tras esperanzas.

Si la deviación del sagrado objeto à que son
llamados los diputados, aunque dependiente en
parte de la corrompida estructura del corazón
humano, depende más como es visto, del terrible
salvoconducto de su irresponsabilidad, garantisada
con la instabilidad de nuestras instituciones infan¬
tiles ¿qué nos queda sino clamar altamente por
su remedio?

La responsabilidad de los Diputados debe ser
pues la primera sanción de la convencion, des¬
pues de la calamitosa experiencia que la falta
de aquella ha producido sobre nuestras cabezas.

Al censurar la conducta de nuestros Dipu¬
tados, estamos muy lejos de comprender à todos.
Hemos visto con satisfacción que una parte de
ellos ha tratado de sostener los intereses de la
Nación, y que reducida casi siempre à la defen¬
siva, no ha podido hacer el bien que se propo¬
nía: efecto de su buena indole más bien, que del
amparo de la ley. Si algunos proyectos omino¬
sos al Estado, han sido justa y felizmente para¬
lisados, esto no ha sido debido tal vez sino à
los nobles esfuerzos de estos virtuosos ciudada¬
nos: victoria rara, como son raras las de la vir¬
tud. ¡Que de veces habran sido seducidos y ar¬
rastrados por el torrente!

Estas observaciones, en las que casi no he¬
mos hecho otra cosa que seguir la analisis del
periodico titulado la verdad nos conducen à ser
más cautos en nuestras elecciones futuras; à bus¬
car para nuestros Diputados hombres animados
de sentimientos de pureza y patriotismo; à no de¬
jarnos seducir de vanas y aparentes promesas: à
desconfiar en suma de los aspirantes. El hom¬
bre útil y de rectitud no mendiga los puestos: es
necesario buscarlo en su retirado reducto. Mien¬
tras que la ley no sujeta à los miembros del po¬
der lejislativo à una rigurosa responsibilidad co¬
mo à los demás poderes, es preciso valernos jui¬
ciosamente de los únicos recursos que nos ofrece
el sistema todavía dificil è incompleto de nues¬
tras instituciones.

Para acreditar nuestro juicio, insertamos el
rasgo siguiente del periódico titulado,

LA VERDAD.

En lugar de una conducta tan sencilla, tan
clara, y tan precisa (es decir de reducirse esclu¬
sivamente à la estrecha ejecución de las funcio¬
nes puramente economicas) ¿qué han hecho las
cámaras representativas? Lejislar sobre todo cla¬
se de materias, discutir innumerables cuestiones
personales, empezar y abandonar en seguida el
ecsamen de varias proposiciones, verter à manos
llenas sueldos y gracias, atacar al poder ejecuti¬
vo, concluir el periodo ordinario de sus reunio¬
nes, y aproximarse al término del mes aumenta¬
do sin haber siquiera manifestado el más lijero
síntoma de curiosidad, (no ya de interés) en la
grande, importante y vital cuestión de la hacien¬
da pública. El ministerio de hacienda presentó

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